Reflexiones a corazón abierto

María Inés Pantoja P

Queridos amigos: ¿A qué horas pasó tanto?

He vivido un poco más de la mitad de mi vida, y estuve tan distraída o tan ocupada atendiendo mil cosas a la vez, que no me di cuenta que  el tiempo se escapó sin avisarme.

La verdad, me pase los años corriendo, tratando de ser la mejor hija, la mejor novia, la mejor estudiante la mejor esposa, la mejor mamá, la mejor amiga, la mejor amante, la mejor compañera, la mejor profesional, la mejor jefe, la mejor empleada, la mejor cocinera, la mejor bailarina, la mejor mujer… No sé si lo logré, pero al menos lo intenté.

Pero, ya no quiero correr más, ahora quiero caminar despacio. El tiempo que me queda lo quiero distinto, degustarlo de una forma diferente,  vivirlo sin prisa. Andar sin apuros con las personas que quiero y no con las que me toque, con las que, como dice alguien “entreguen sin fraudes sus afectos”, que se rían de sus errores, que sepan a lo que sabe una sonrisa, y lo que se siente con una carcajada.

Quiero estar con amigos que debatan sin perder la calma, que contradigan sin desadaptarse, que digan no sin emitir un grito, que piensen distinto pero que respeten mis ideas. Ya no quiero coleccionar silencios, guardar “te quieros”, evadir caricias, ni esconder reproches. Quiero salir con quien me gusta, meterme a un cine sola, quedarme en mi cama todo el día, agendar el no hacer nada,  acompañar sin exigencias.

Ya no pierdo el tiempo soñando con lo que quiero ser, porque ya sé quién soy. Ya no tengo que imaginar mi futuro porque buena parte de él hace parte del pasado.

Ya no deseo llegar a grande para hacer lo que me venga en gana, porque ya lo hice casi todo,  a veces, sin que me viniera en gana.

Sin embargo, como dice un tango de Cacho castaña: “…y a pesar de lo que digo y por lo mucho que he vivido, yo no me puedo quejar.”

María Inés

Bogotá, septiembre 2012

Sobre Maria Ines Pantoja

Un comentario

  1. Hernando Jiménez

    El mejor recetario para quienes estamos ahorrando los minutos para vivirlos aplenitud, sin ataduras ni compromisos que ya no nos van a subir el estrato, ni a quitar la arrugas de la cara y sobre todo las del alma, que ya se quedaron como quisimos que se quedaran. Gracias, amiga, y no estás en mi facebook!

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