El jabón es el enemigo mortal del Coronavirus

(Imagen: 123RF).

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Para conocer el nuevo coronavirus, que hoy tiene en cuarentena a toda Italia, hay que empezar por saber que este inédito inquilino del organismo está formado por tres elementos: el material genético, que es su esencia (ARN); unas proteínas que le permiten adherirse a las células humanas y una envoltura grasa que lo protege.

En otras palabras, esta nueva amenaza puede verse como un paquete de ARN envuelto en grasa del que salen unas antenas para pegarse a las células. Cada uno de estos paquetes, valga decir, es microscópico; y, aunque parecen inofensivos, el asunto es que necesitan meterse dentro de las células humanas para poder multiplicarse porque no pueden hacerlo por sí mismos.

Por otro lado, el jabón es una mezcla de sales con ácidos grasos que tiene dos polos, uno afín con el agua y otro con las grasas, lo que le permite orientarse de acuerdo con el medio en el que se encuentre. Se podría decir, entonces, que una molécula de jabón tiene una cabeza que interactúa con el agua y una cola que se relaciona fácilmente con las grasas.

La pregunta sería qué tienen que ver entre sí ambas estructuras. Mucho, porque al ser la envoltura del virus un elemento graso, fácilmente entra en contacto con la cola del jabón, y no por la magia, sino por la afinidad química. Se sabe que esta cola, cadena larga hidrocarbonada y sin carga, al ponerse en contacto con dichas grasas las disuelve y deja como resultado unos residuos que fácilmente se dispersan en el agua.

Con base en lo anterior, es fácil entender que el jabón es el enemigo mortal número uno del nuevo coronavirus y, de paso, de muchos otros gérmenes, por lo cual la recomendación de un adecuado lavado de manos se convierte en la principal herramienta para prevenir la dispersión de este agente que hoy asusta al mundo.

¿Qué tipo de jabón?

Esta pregunta es común y la respuesta, muy simple: cualquier tipo de este elemento ofrece estos resultados, ya sean suaves, detergentes, de la loza, líquidos, sólidos, con olor o sin olor. En síntesis, todos.

¿Por qué con agua y jabón?

Cualquiera podría pensar que el jabón sin agua da una protección, pero no, porque se necesitan los dos componentes para que la reacción de destrucción sea completa; por un lado, la eliminación de la grasa y, por otro, la formación de micelas, que son esas partículas de grasa disuelta que son eliminadas con el líquido. Es decir, la acción es doble.

¿Cuántas veces hay que lavarse las manos?

Las veces que sea necesario, pero se recomienda que, mínimo, cinco veces al día. Esta indicación es mayor en quienes tienen síntomas respiratorios o están en contacto con personas enfermas. El personal sanitario debe hacerlo aún más: antes y después de tocar al paciente y luego de la exposición a líquidos corporales. (elmundoalinstante.com – José Infante).

 

 

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