Aquí no ha pasado nada

Por: Juan Vitta Castro

Es lamentable aceptarlo pero aquí no ha pasado nada. Las elecciones del pasado domingo no van a cambiar en lo más mínimo las previsiones políticas para los próximos cuatro años en los cuales a los colombianos nos van a dar más de lo mismo. Es decir: seguirán en el Poder los hijos y los nietos y hasta los biznietos de quienes han detentado el poder  político en éste país los últimos cien años y ellos seguirán repartiéndose la nómina oficial con sus amigos y con sus clientelas.

Seguirá pues el “cartel de la burocracia”. Seguirá también la corrupción generalizada a base de la ya famosa “mermelada” que se ha convertido en una práctica general de todos los sectores políticos frente a la cual no hay nada que hacer fuera de contemplarla a sabiendas de que el presupuesto nacional está engordando los bolsillos de un pequeño grupo de contratistas en todos los sectores de la actividad económica. El país seguirá secuestrado por una clase política que ha desarrollado los más eficaces mecanismos de defensa y de permanencia en el poder y que, por lo menos por ahora, se rehúsa a cualquier cambio pues ha descubierto desde hace muchos años, que la política es un magnífico negocio.

La llegada del tal Centro Democrático a las dos cámaras no va a cambiar en nada los resultados que va a obtener el próximo Gobierno en su gestión parlamentaria. De golpe  animaran un poco más las barras, causarán un par de pequeños dolores de cabeza  y a generar algunos titulares sensacionalistas en los medios pero de ahí no van a pasar.

En el recién elegido Congreso están los mismos de siempre con unas pocas excepciones, pero esas  corresponden  a nuevas caras de las mismas familias de “consagrados”: los Valencia de Popayán; los Guerra De la Espriella, de Sucre; los Gómez Martínez, de Medellín; los Char, del Atlántico y así podríamos seguir enumerando las “caras nuevas” que nada cambian con su llegada al Parlamento. Y tampoco nada aportan.

La jornada del pasado domingo no ha sido nada más que una especie de consagración de lo de siempre. Sin embargo, vale la pena anotar dos casos. El del Jorge Robledo en el Senado y el de Germán Navas Talero en la Cámara.

Representantes de una izquierda inteligente y moderada , totalmente por fuera del establecimiento y de no contar con maquinaria política de ninguna clase y de no tener acceso a la repartija de “mermelada”, han sacado las más altas votaciones para el Senado el primero y para la Cámara de Representantes, por Bogotá, el segundo.

Desde luego que estos resultados nada le dicen a la clase política tradicional a la cual  ni le gusta, ni se atreve a mirar de verdad los resultados cada vez más precarios de sus elecciones amañadas y menos a darle una explicación racional a fenómenos como el de la abstención, el del voto en blanco o el de este par de “izquierdistas” tan sumamente exitosos sin  tener instrumentos diferentes a su labor inteligente y eficaz de control político y de propuestas con contenido social.

En todo caso pocos son los que alcanzan a ver que el futuro tiene poco sol y en cambio sí muchos nubarrones.

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