Homenaje a la cinematografía de la India y su mágica cultura

Por Manuel Julián Mancini

Aamir Khan y Gracy Singh en Lagaan (2001), que fue nominada para un Oscar.

Aamir Khan y Gracy Singh en Lagaan (2001), que fue nominada para un Oscar.

Con el éxito ecuménico (incluidos los oseares) de Quién quiere ser millonario,una cinta sobre la India con texto de un autor indio, y contexto de un director occidental, se abre ante el mundo un antiguo cine pujante y de múltiples aristas.
India es un país enorme en su extensión y variado en su cultura, segundo en población después de China, y segundo en industria cinematográfica después de Estados Unidos. Su cine es muy  popular   en   Asia   y África  y  en  países tan distantes   como   Inglaterra, Malasia, Panamá o  Australia,  donde existen comunidades indodescendientes. Mientras Bombay es la  meca de Bollywood, también se realizan películas en Labore,  Madras  y Calcuta,    con    sus cinematografías del    Sur: la tamil, la  telugo… con uno  de los  géneros  más amados por ellos, como es el mitológico basado en las leyendas de esta milenaria y espiritual civilización: Parvati y Siva en un abrazo divino, Kali tramutada en cortesana, la bajada de Krisna al bosque entre las pastoras borrachitas de amor en la Gita Govinda, del poeta bengalí Jayadeva. Por otra parte, las escrituras védicas nos cuentan la obsesión brahamánica del Ser, que nos previene de las gopis desnudas ataviadas con joyas sonoras. Y por encima de todo el Ser Absoluto, el Atman supremo del budismo tántrico, que legó el Ciclo de las Cosas, también les ha servido de inspiración audiovisual.

Desde los años veinte del fenecido siglo empezaron a descollar tres grandes productoras émulas de las majors americanas: The Kohinoor Film Company en Dadar, The Ranjit Movietone en Parel y The Imperial Film Company. Pero hagamos un flashback: A mediados del siglo XVIII, los colonizadores británicos erigieron el teatro Bombay como una copia del Drury Lañe londinense y un siglo más tarde el teatro Grant Road, donde se representaban dramas isabelinos para sus colonizadores. Pero a medida que se nacionalizaban devinieron en el emporio del teatro Farsee, ancestro directo del cine hindi con sus canciones y danzas de acción estereotipada. En plena Belle Epoque, quienes mandaban en la taquilla eran Charles Chaplin, Mary Pickford y Douglas Fairbanks. Pero la R.K.O. Pictures y la United Artistsno se contentaron sólo con distribuir cine foráneo, sino que produjeron las primeras películas comerciales, que encontraron un eco retumbante en todas las clases sociales. Empezaron adaptando a Shakespeare en versión oriental y prosiguieron con fantasías árabes, que erotizaban la imaginación del personal.

Por esas calendas llegaron los italianos, encabezados por Angelo Ferrari, y realizaron una adaptación del Mahabharata, que finalizaron en Villa d’Este, Tívoli, ciudad natal de mi padre Generoso Mancini Di Sil vi. En 1932 estrenaron ludirá Sabha, que contenía, atérrense, 69 canciones, y era inspirada en los musicales de Brodway. El primer director de la preindependencia  fue Dhiren Ganguly, con Bilet Pherat, que retrató con reflexión no exenta de humor a los burócratas lamesuelas de los ingleses. Le siguió P.C. Barua autor de melancólicas historias de amor como Mukti, donde un artista abandona desengañado a su mujer y se va a vivir selva adentro con un elefante salvaje, en desarrollo de un metafórico bestialismo paquidérmico. Bimal Roy, que estaba afiliado al Teatro del Pueblo Indio, a su vez afiliado al partido Comunista de inspiración soviética, realiza el melodrama Do Bigha Zameen, que trata de un campesino forzado a emigrar a una metrópolis, influido por Vittorio De Sica y su inmortal Ladrón de bicicletas.

Elkabhi Khushi Kabhi Gham de Karan Johar (2003).

Elkabhi Khushi Kabhi Gham de Karan Johar (2003).

También se hacen películas con todas las tradiciones y en sus diferentes lenguas: bengali, marathi, telugo, malayalam, kannada, urdu y gujarati. Por ejemplo, en la bengali se inició la liberación femenina con la adaptación de las novelas del progresista Saratchandrá Chatterjee que, entre otras, atacaba la prohibición que tenían las viudas de volver a casarse; Antonio Gala, en una obra titulada Anillos para una dama, nos cuenta como en el medioevo a doña Jimena, viuda de El Cid, le es prohibido volver a contraer himeneo: en todas partes se cuecen habas. En los años cuarenta y cincuenta del S. XX surgen refulgentes estrellas, como la Ava Lavinia Gardner o María Félix de esos lares, la hermosa Nargis, que con el galán Raj Kapoor colmaron de lágrimas los cines con sus equivalentes a las mexicanas Dios se lo pague, La vida de María Greever Cuando los hijos se van, precursoras en ambos continentes de las telenovelas, sus hijas bastardas. Nargis, que era muy goda, acabó de congresista atacando a los nuevos realizadores por atreverseajnostrar la aberrante pobreza de este país.

Aishwarya Rai en Devdas (2003)

Aishwarya Rai en Devdas (2003)

Su equivalente masculino fue M.G. Ramachandran, de un parecido asombroso con Pedro Infante, que comenzó su carrera como doble de acción y después fue estrella en películas similares a Nosotros los pobres o Pepe el toro, del injustamente olvidado Ismael Rodríguez. Representante en las pantallas de las castas más pobres, fue víctima de un atentado que afectó su habla y lo tuvo al borde de la muerte. Cientos de admiradores inmolaron sus vidas para propiciar que los dioses lo sanaran. Así lo hicieron desde el más allá y fue reelegido por tres períodos (a la uribista usanza) como primer ministro mesiánico de Tamil Nadu, donde propició leyes bastante populistas. En 1948, S.S. Vasán dirigió el gran éxito Chandralekha,concebida fuera de Bombay y Calcuta, una historia emocional con desenlace burbujeante.

Hubo también cine influido por el expresionismo alemán y la post­independencia preconizada por Nehru. Directores como Mehboob Khan, con Madre india y Shantaram con La historia inmortal del doctor Kotnies, imprimieron talento y soberanía. Kumar Shahani, con San Tukaram, la vida de un poeta y danzarín que luchó contra la explotación social, no sólo se convirtió en clásico, sino también fue alabada por Rossellini y Renoir. K Subrahmanyam, por primera vez en moderno tamil, lucha contra la segregación de castas con la apabullante e ideológica Thyagabhoorni, que cuenta la historia del sacerdote de un templo, que se une a la gesta liberadora, y de su hija que abandona a su maltratador marido uniéndose a esa lucha.

Otros directores sureños realizan fábulas épicas para promover sus ideales librepensadores, anti-Brahmin y antinorte; La más connotada fue Parasakthi. Pero lo importante fue que entre todos lograron disminuir en un 40% las películas extranjeras, cimentando una fuerte identidad cultural y nacionalista. En 1979 rompieron la marca de las 700 películas, y se convirtió en el único país del Tercer Mundo que tuvo una mayor audiencia de cine indígena que importado. Y suscrito a él, una vasta edición de libros, revistas y grabaciones musicales, que son emitidas por todas las emisoras y por muchos canales televisivos; por ejemplo, el mundialmente conocido Vividh Bharati, Actualmente, su cine está catalogado en dos: el hindi, compuesto de canciones, danzas y acción, hecho en doce lenguas diferentes. En Colombia lo podemos ver enTeleamiga, de esa buena persona que es don José Galat, aunque a veces se pase de fundamentalista. El otro es el comprometido socialmente, que es de gran recibo en los festivales internacionales. El partido comunista influencia desde los años cincuenta a directores, escritores y músicos. Se hacen documentales denunciando las hambrunas con toques brechtianos. K.A. Abbas debuta con Niños de la tierra. Le sigue Nemai Ghosh, con Chinnamul, de sofisticado realismo. Prosigue Ritwik Guatak y Orinal Sen con El ciudadano, la historia de una familia de clase media que se proletariza al tener que volverse desplazada por la violencia de los feudalistas. ¿Les suena?

Y llegamos al gran maestro, Satyajit Rai, conocido como «Manik», educado en la institución artística de Rabindranath Tagore; con un orientalismo que nunca abandona, nacido en Calcuta, sorprendió al mundo con la trilogía integrada por Pather Panchali, Aparajito y Apur Samar. Además, Charulata, entre otras, una Madame Bovary de sari drapeado; y la concientizada La casa y el mundo.

Discípulo literario de Rai es mi admirado ensayista y teórico Chidananda Das Gupta, que promulga por cambios sociales y económicos enarbolando un liderazgo de la inteligencia sobre la ramplonería imperante.

En el 1964 muere Nehru. Antes habían tenido la guerra con China, que provocó un cisma en las izquierdas; y encima se enemistaron con Pakistán. Aquí es donde llega Indira Ghandi, que anuncia en el 1969 la nacionalización de 14 bancos, y se enrumba por una ruta marxista, que anuncia un nuevo cine hindú, liderado por Rai y Ritwik Ghatak. Éste es oriundo del actual Bangladesh y en su condición de refugiado tiene películas cimentadas por su desmembramiento cultural de exiliado. La primera,Nagakik, impactó con sus víctimas migrantes, y tuvo influencia de Máximo Gorki y del cine de Cherkasov y Pudovkin. Meghe Dhaka Tara, trata sobre una mujer trabajadora que sacrifica su libertad y hasta su vida para defender a su familia.

Con la industrialización, su poder nuclear y liderazgo en servicios de «off-shore» en los años 90 del S. XX ya inmunizados de la cagantina comunista, terrorismo. El   director Tamil Mani Rathnam, que se atrevió con una versión tipo El padrino y con videos de rock para M.T. V., acometió con Roja contra esa pandemia islámica e hinduista. Una mujer, Mira Nair, ha triunfado en todo el mundo con su cine globalizado que inició conLa boda del monzón, hasta se atrevió con un clásico inglés, interpretado por Reese Witherspoon: La feria de las Vanidades. Deepa Mehta, con la trilogía Agitó!,TierrayAire, halogrado emocionarnos con su sensibilidad, no exenta de violencia social.

En la actualidad, la India nos ofrece un cine fresco y original, más allá de las etiquetas que los occidentales pretendemos endilgarles, con bellas y talentosas actrices como Aishwarya Rai, ex miss India. Con nuevos directores como Rituparno Ghosh, heredero del humanismo de Rai, con Raincoat. Pooja Bhatt, hija del director y guionista; Mahesh Bhatt ha realizado con Paap un film muy feminista, que no desestima los valores tradicionales. El aclamado actor Aamir Khan se introduce enel mundo infantil con la aclamada Tare Zameen Par. Con La vida en el metro, del director y escritor Anurag Basu, nos adentramos en seis historias corales a lo Robert Altman, o Berlanga ambientadas en Mumbay.

En mayo de 2009 falleció uno de sus grandes ídolos, Feroz Khan (el Clint Eastwood del sureste asiático), al que la leyenda, ¡oh linga sagrada!, le atribuye más de mil amantes. Y cómo olvidar retrospectivamente, a tres clásicos: Girish Kasaravalli, Shaji Karun y Tapan Sinha?

Un gran cine de un gran país. Un país donde el tiempo no es prioridad, como en Virgina Wolf, porque les sobra desde su karma. Cuando los occidentales éramos unos salvajes y aún quedan algunos- ellos escribían libros profundos, descubrían el cero, el ajedrez, dictaban sabias leyes y parían a los más grandes sabios del espíritu. Del invariable Oriente donde todos pueden tener un Ashram en el Nirvana y siempre se escucha el eco de una voz jamás oída en otra parte.

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