Hambruna en el vecindario

Por Víctor G Ricardo

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«Es urgente preparar un plan de acción».

Las cifras en Venezuela son aterradoras, según el presidente de Fedeagro (equivalente a la Sociedad de Agricultores de Colombia) la producción del país apenas alcanza a cubrir un 10% de la demanda alimentaria de la población. Si fuese hace cinco años, cuando el país contaba con una renta petrolera de 75.000 millones de dólares, esto no nos quitaría el sueño. Sinembargo, es muy diferente hoy en día, después de que el gobierno de Maduro, en un proceso de destrucción sistemática, llevó la producción de PDVSA a cifras impensables: 750.000 barriles por día, cuando en el pasado producía 3.200.000 barriles.

Para completar el cuadro, un tercio de esta menguada producción la entregan a China y Rusia, como pago a préstamos que han servido para engordar los bolsillos del entorno del poder actual, que se han adueñado de la riqueza de uno de los países más ricos de la región bajo la mirada atónita de un vecindario impotente.

Hay que tener presente que esos 30 millones de seres humanos, vecinos y hermanos que nos hemos acompañado a través de doscientos años de historia, se alimentan gracias a su petróleo y si no hay, nos enfrentamos a una tragedia de proporciones nunca antes conocida en el continente.

Por supuesto, cabe recordar, y no es una mera coincidencia, la vieja táctica bolchevique, que, en los años 30 bajo órdenes de Stalin, con el fin de doblegar la férrea voluntad del pueblo ucraniano, produjo una hambruna, conocida como la hambruna roja, que terminó matando a 5 millones de sus habitantes.

Esa misma táctica viene siendo utilizada por estos autodenominados socialistas de siglo XXI, que con el expediente de alimentar al pueblo acuden a un racionamiento infame entregando cajas de alimentos en forma discriminada a quienes se sometan a sus propósitos, quedándose, de paso, según algunas publicaciones con una buena parte del dinero utilizado para este fin.

Hay que reconocer los esfuerzos hechos por el gobierno del presidente Duque y de todos los colombianos para aliviar las necesidades de la masa de inmigrantes, que acosados por el hambre y las enfermedades han llegado y seguirán llegando por cientos de miles a nuestro territorio y también la convocatoria a países amigos del continente y ultramar para que se unan en búsqueda de una solución que no es fácil porque no se nos debe olvidar que detrás de Maduro hay militares, los intereses ideológicos de Cuba y aquellos económicos generados con otros países como Rusia, China y Turquía.

Sin embargo, como el sabio dicho, no hay mal que dure cien años, la solución habrá de llegar y Colombia tendrá que prepararse para ese día cero, cuando la nación hermana recupere su democracia e inicie un proceso de reconstrucción.

Por eso debemos pensar muy bien cuál será el papel que jugaremos en ese proceso, nuestra industria, el sector agrícola y el de servicios, los profesionales, la mano de obra calificada, en fin los recursos de la nación aplicados a coadyuvar en la reconstrucción de un territorio y una sociedad con inmensos recursos naturales.

El gobierno debe preparar, no se puede esperar más, un Plan de Cooperación para la Reconstrucción de Venezuela.

Si no lo tenemos, no podremos afrontar en debida forma una solución en la cual no se puede improvisar.

 

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