El fantasmal Pekerman

Un técnico y su abultado grupo de colaboradores que optan por el silencio mientras la crítica especula y el público aficionado se impacienta. A pesar de la incertidumbre para los encuentros ante Uruguay y Chile, todavía hay esperanza en un viraje de tipo táctico y en el aporte de los jugadores. El gran salto olímpico de Colombia, causas y efectos. Mariana Pajón, la nueva heroína dorada.

(rufinoa42@hotmail.com)

Perkerman

No hay que decirse mentiras: solo la tan mentada fe de carbonero podría servir para conservar intacta la esperanza en un positivo desempeño de Colombia ante Uruguay y Chile, durante los próximos dos encuentros por las eliminatorias mundialistas rumbo a Brasil 2014.

Después de la derrota frente a Ecuador, con juego mediocre, cundió el desaliento. La crítica comenzó a levantar la voz para pedir una efectiva reacción, y los aficionados tampoco se quedaron atrás en sus protestas.

Colombia, bien se recuerda, jugó a nada y cayó sumido en la vergüenza por su bajo rendimiento.

Se dijo entonces que el técnico José Pekerman, jefe de filas de una delegación bastante nutrida en cuanto a cuerpo técnico, desbarató lo poco bueno que había, al menos en materia de orden y de estilo. Fue una censura frontal y contundente, por lo demás sin alejarse de la realidad, al amparo de sólidos fundamentos.

Se escucharon las palabras de Pekerman con un llamado a la calma porque Colombia seguía en la lucha y no era para preocuparse. No obstante, fue algo así como un diálogo de sordos, porque nadie se tragó el cuento.

Ahora, pasados varios meses desde aquella jornada en Quito, el ambiente sigue tenso. No ha cambiado la actitud del entrenador, quien se aleja de los medios y parece sumido en una situación de hombre fantasma.

Ni siquiera el anuncio de una reunión en Madrid, entre el 12 y el 15 de agosto sirvió para despejar las dudas. Se esperaba que la escuadra tricolor pudiera realizar por lo menos un encuentro de preparación, pero el contentillo sería un juego libre de periodistas y espectadores en la capital española.

Para no quedar como tercos a ultranza, tal vez convenga repetir lo que hemos afirmado varias veces. Si Pekerman y su multinacional de asistentes logran retomar el camino y meter a Colombia en la ruta de la clasificación, con una actuación convincente, habrá que olvidarse de las reservas y admitir que los equivocados éramos otros. Por ahora, empero, un manto de duda cubre la labor del veterano estratega, quien llegó al cargo en medio de una aureola de profesional serio, dedicado y talentoso.

Como siempre sucede, el paso del tiempo dirá la última palabra. Esperamos, por el bien de Colombia, que las cosas se encarrilen por la mejor ruta. Aunque por el momento la incertidumbre parece inevitable.

Varias novedades

Se especulaba con la llegada de caras nuevas al plantel nacional y fueron varias las novedades, al menos para el grupo de los trabajos en la capital española. Se quedaron otros que parecían fijos, pero el técnico dio las razones por las cuales no eran convocados, caso Juan Guillermo Cuadrado (operado de apendicitis), Aldo Leao Ramírez (exceso de compromisos con su club, Morelia), Cristian Zapata (sin trabajo físico, acaba de cambiar de equipo, de Villarreal al Milán) y Bernardo Espinosa (apenas comienza labores de pretemporada). Por ahora, quedan en lista de espera.

De izquierda a derecha Juan Guillermo Cuadrado, Aldo Leao Ramírez, Cristian Zapata y Bernardo Espinosa

Cabe considerar dentro de la zona de recambio (y no se alude a la edad), al portero Faryd Mondragón; los defensas Andrés Cadavid, Carlos Valdés y Gilberto García; los centrocampistas Edwin Valencia y MacNelly Torres; y el delantero Carlos Darwin Quintero. Algunos pasaron por los microciclos y otros ya habían alternado con el grupo en  jornadas previas. Sin experiencia absoluta en el plantel figura Edwin Valencia, quien actúa en Fluminense de Brasil y era reclamado por algún sector de la crítica, al menos para verlo como alternativa.

Sea como fuere, es importante señalar que el revolcón debe pasar por encima de la nómina, para adquirir carácter estructural. La idea es que Colombia vuelva a ser un equipo armónico, solidario, de buen toque, eficaz en el ataque y sólido en la retaguardia, con luces en el medio campo. Atrás tendrían que quedar el andar impreciso, el peloteo insulso, la maniobra egoísta cuando se llega a la zona de gol, la falta de marca y la inseguridad defensiva.

El restablecimiento del espíritu colectivo debería servir para que cada cual entienda y realice su papel, desprovisto de individualismos, de modo que el objetivo común se pueda cumplir. El balón le debe llegar al jugador mejor situado, y en el caso de un delantero como Falcao García, con el tino preciso y en el instante ideal.

Pekerman y su gente podrían aprovechar el poco tiempo disponible para hablarle a los jugadores y recordarles esos menesteres, al tiempo de impartir las instrucciones de orden táctico y ajustar la condición físico-atlética como es lo usual, siempre apurados por el factor tiempo.

La llegada de MacNelly Torres podría ser indicio de que habrá un giro en el estilo. Es un enlace clásico y tal vez le encarguen la tarea de llevar el juego. Conoce bien a Pabón y sabe cuál es la mayor fortaleza de Falcao, quien según el técnico debe reaparecer más descansado y, por lo tanto, con una posibilidad superior de eficacia.

No gusta que Colombia llegue a las citas con Uruguay y Chile, entre el 7 y el 11 de septiembre, sin realizar un partido serio que facilite el desarrollo de la preparación que se pretende para el plantel. Pero, al fin y al cabo, el entrenador y sus asesores sabrán su cuento y tendrán que asumir las consecuencias, buenas o malas. Pekerman entregó amplias explicaciones en esta materia.

Sobre los rivales, bien se sabe que Uruguay tuvo a varios de sus ases en el torneo olímpico, del que fue eliminado, entre otros Suárez y Cavani, y ello podría significar un recargo físico o, desde el lado amable, un paso adicional para mantener la forma que se busca en el aspecto competitivo.

Chile no se queda quieto y aprovechará la fecha FIFA para afilar sus huestes ante Ecuador. En ambos casos, se trata de partidos vitales porque son contendores directos dentro de la batalla por la clasificación.

Aquí está el grupo que se dio cita en Madrid y del cual se supone que saldrá la alineación frente a Uruguay y Chile:

Porteros: David Ospina y Faryd Mondragón. Defensas: Mario Alberto Yepes, Camilo Zúñiga, Pablo Armero, Luis Amaranto Perea, Aquivaldo Mosquera, Andrés Felipe Cadavid, Carlos Valdés y Gilberto García. Centrocampistas: Fredy Guarín, Juan Fernando Quintero, Carlos Sánchez, Abel Aguilar, Elkin Soto, James Rodríguez, Edwin Valencia, MacNelly Torres y Alexander Mejía.Delanteros: Falcao García, Luis Fernando Muriel, Dorlan Pabón, Jackson Martínez y Carlos Darwin Quintero.

Apuros femeniles

Sería deseable que el fútbol de los tacones no sufriera más de la cuenta por la eliminación relámpago en el torneo de los Juegos Olímpicos.

Es sabido que a pesar del auge de los últimos tres años, Colombia todavía pisa los terrenos de las novatas en el campo femenino. Por ello necesita seguir el ritmo de trabajo y ampliar la difusión, para que llegue a todo el país y no se concentre en cuatro o cinco capitales, al tiempo de buscar nuevos talentos que alimenten la despensa.

Se entiende que la Federación Colombiana tiene un espacio en su organización para esta rama, y busca crearle las condiciones apropiadas para su crecimiento.

Existe hoy un puñado de jugadoras técnicamente bien dotadas, pero es notorio el déficit en cantidad. Se requiere combinar lo cuantitativo con lo cualitativo. De la abundancia suele salir la calidad.

Hay que resolver algunas diferencias, para evitar que se repitan episodios como el de Londres con la jugadora Yorelli Rincón y el técnico Ricardo Rozo, que privaron al combinado tricolor de una de sus jugadoras más talentosas. Aunque se trató de presentarlo como un caso de lesión, la inquietud se abrió camino y dejó huella.

No siempre es posible evitar los roces internos, y por lo mismo debe insistirse en el auxilio científico de la psicología y otras ramas de la medicina, que hoy forman parte básica de la preparación deportiva para ese tipo de manejos.

Colombia ya rompió algunos moldes que hacían del fútbol femenino algo exótico, porque se creía que era una práctica de hombres, y ahora le corresponde conservar la línea creciente para subir escaños y ratificar que actúan en serio. Las damas se rebelaron, imponen su estilo en el mundo del balón y atraen a las multitudes. Estadios llenos de un público delirante lo confirman. Su juego es un encanto.

Colombia debe persistir. No existen razones para caer en el marasmo al cabo de la caída olímpica. Se trata de una experiencia que robustece las bases para continuar la tarea renovadora, sin desmayo. Si bien pasaron en blanco, no debe olvidarse que dos de sus rivales llegaron a las instancias decisivas. Estados Unidos, que cobró desquite sobre Japón, obtuvo el oro, en tanto que Francia fue cuarto, tras caer ante Canadá por la medalla de bronce.

Evolución olímpica

Metidos ya en el terreno de los Juegos Olímpicos, es inevitable referirse a la vieja costumbre colombiana de hablar del “olvido del estado” cuando se trata del deporte.

Imposible negar que esa apatía estatal predominó por lo menos hasta hace unos cuantos lustros, porque no existía una política clara ni la dirigencia encontraba el derrotero. Cundía la improvisación, se dilapidaba el escaso capital y de ahí los magros resultados.

Hoy, para ser justos, las cosas han variado sustancialmente. Desde la esfera gubernamental surge un enfoque diferente, pragmático, que encuentra eco en los planes del Comité Olímpico Colombiano y las Federaciones que lo respaldan.

Bastaría recordar, en cuanto a la parte financiera, que hace 30 años, el presupuesto de Coldeportes si acaso llegaba a los 2.000 millones. En el presente recibe entradas (recursos) por 300.000 millones y la tendencia va en alza.

Variados programas como el deportista apoyado, o profesionalización, sueldos fijos, becas, planes de preparación, personal técnico, respaldo amplio en el campo de la medicina especializada y la ciencia en general, nutren e impulsan esa dinámica, y si bien subsisten falencias, las cosas distan bastante de ser como hace tres o cuatro décadas. El tiempo no transcurrió en vano.

Para la seguridad económica y desde luego deportiva, operan cuatro categorías que en esencia pagan un sueldo por dedicarse al entrenamiento (1): Altius ($3.300.000, ganadores de medallas y campeones en esa vía); Élite ($2.700.000, plusmarquistas con proyección mundial); Avanzados ($1.700.000, campeones en Juegos Centroamericanos o Suramericanos), y Talentos($800.000), para jóvenes que ya se asoman a los niveles de la exigencia superior.

La transformación de los últimos años se refleja en el trajinar que va desde los Juegos Bolivarianos, hasta Centroamericanos, Panamericanos y Olímpicos, en los que Colombia dejó de hacer las veces de convidada de piedra.

Falta, desde luego, un mayor empuje, se esperan más emolumentos, pero el avance es innegable y lo ratifica el hecho de que, salvo en los Juegos de Atlanta 1996, desde Los Ángeles 1984 Colombia, no ha dejado de figurar en el medallero de la Olimpiada con un ritmo progresivo que hizo explosión en el 2012.

Sin duda, el viraje fue lento y tuvieron que pasar 40 años para dejar atrás la marca de Múnich 1972, cuando se rompió el ayuno universal con una medalla de plata, a cargo del barranquillero Helmuth Bellingrodt en tiro al jabalí, y dos de bronce, por acción de los boxeadores Alfonso Pérez (Bolívar) y Clemente Rojas (Atlántico).

En Sídney 2000 se produjo la levantada del que hasta Londres 2012 era el único oro, por heroica gesta de la pesista vallecaucana María Isabel Urrutia, pionera de un deporte que se ha transformado en el número uno del país por acumulado de medallas.

La capital del Reino Unido sirvió de escenario para los nuevos rumbos, y la cosecha empezó a dar frutos apetitosos, porque aparecieron varios deportistas de élite, del alto rendimiento, con capacidad suficiente para subir al podio, dentro de una delegación de 104 competidores, cifra máxima en el historial olímpico colombiano desde 1936. La bicicrosista antioqueña Mariana Pajón, con actuación excepcional, le puso el broche del oro.

“No fue suerte”

En torno de este punto resulta oportuno el enfoque del analista Héctor Riveros (2), quien reitera en La Silla Vacía que ninguna de las medallas, salvo tal vez la del taekwondista vallenato Oscar Muñoz, fue producto del azar sino consecuencia de un desarrollo metódico que se sustentó en la ciencia y dispuso de suficiente fortaleza financiera, técnica y administrativa. Riveros recuerda como ”Coldeportes invirtió en el ciclo olímpico, desde Beijing 2008 hasta Londres 2012, la no despreciable suma de 50.000 millones de pesos (aunque en otras fuentes se habla de 40.000)”, y agrega que “los premios que se les ofrecen a los deportistas por obtener una medalla son superiores a los que reciben los deportistas de los Estados Unidos”.

De izquierda a derecha Mariana Pajón, Rigoberto Urán, Óscar Figueroa y Catherine Ibargüen.

Aquí conviene recordar que la recompensa estatal para los medallistas será de 577 millones de pesos, distribuidos entre Mariana Pajón, oro ($113.000.000), Rigoberto Urán, plata ($79.200.000), Óscar Figueroa, plata ($79.200.000), Catherine Ibargüen, plata ($79.200.000), Oscar Muñoz, bronce ($56.600.000), Jackeline Rentería, bronce ($56.600.000), Yuri Alvear, bronce ($56.600.000) y Carlos Mario Oquendo, bronce ($56.600.000). Las autoridades regionales y en varios casos, la empresa privada, se unen a la premiación con dinero y en especie.

Riveros destaca también que “la mayoría de los medallistas estuvieron meses en el extranjero preparándose a costa de presupuestos públicos y de patrocinios privados, no de los patrimonios familiares. En los últimos meses el Gobierno invirtió más de 10.000 millones de pesos en la preparación que se convirtió en el resultado que todos celebramos”.

De izquierda a derecha Oscar Muñoz, Jackeline Rentería, Yuri Alvear y Carlos Mario Oquendo.

Acude al testimonio de los padres de Mariana Pajón sobre el patrocinio oficial para indicar que “desde hace al menos tres años la totalidad de los recursos necesarios para su preparación han sido cubiertos por el Estado. Esa preparación incluyó fases en los Estados Unidos y concluyó en Francia. Yuri Alvear, en igual condición, estuvo la mayor parte del primer semestre de este año en el Japón”.

Por último, pone de relieve el acierto presidencial con el nombramiento de Andrés Botero en la dirección de Coldeportes, por su experiencia y amplio reconocimiento internacional, aunque no debe olvidarse tampoco la eficaz gestión de Baltazar Medina en la presidencia del Comité Olímpico Colombiano. Con intereses comunes, forman una llave valiosa para el sector.

Las anotaciones de Riveros, quien no se quedó metido en el añejo cuento de la pobre viejecita sin nadita que comer e investigó a fondo, tarea que le correspondía a los medios tradicionales, sirven como elemento de juicio para insistir sobre los efectos del revitalizado ambiente que se experimenta en el deporte colombiano.

Viene ahora la dura tarea de sostenerse, y para ello corresponde elevar el nivel presupuestal en todos los frentes, de modo que la carrera hacia Brasil 2016 siga con el mismo ímpetu, o inclusive a mayor velocidad.

Ya el presidente Juan Manuel Santos anunció que habrá incremento en el personal técnico de las distintas las esferas. Entre sus planes se menciona un acuerdo para que Cuba pague parte de una deuda de 50 millones de dólares con el envío de entrenadores y especialistas de las principales áreas competitivas.

Las ocho medallas de Londres 2012, 1 de oro, 3 de plata y 4 de bronce, rompen el molde histórico, y se convierten en piedra angular para lo que se espera en el porvenir. La mayoría de los laureados son jóvenes y se encarrilan para entrar una vez más en el mundo de los codiciados metales.

Tiros cortos

*En medio de la euforia por las ocho medallas, el Comité Olímpico y Coldeportes también tienen previsto un completo análisis del papel cumplido, para la evaluación de rigor. Es claro que las expectativas más optimistas se quedaron cortas, pero de igual manera habrá que aceptar algunos golpes y buscar las causas. No se trata formular cargos ni de caer en los terrenos de la crítica implacable. Solo de establecer la realidad de lo ocurrido y aplicar correctivos hacia lo que viene. Solo seis deportes subieron al podio: ciclismo, que incluye al bicicrós (oro, plata y bronce), pesas o halterofilia (plata), atletismo (plata), taekwondo (bronce), judo (bronce) y lucha (bronce), con ocho de los 104 especialistas que concurrieron a la cita universal, cifra sin precedentes en el bagaje olímpico del país. Unos rieron y otros se vieron frustrados. No les fue bien a valores que eran candidatos para un destacado andar, como el ciclista Juan Esteban Arango y el nadador Omar Pinzón, entre otros. Sin embargo, son los inevitables gajes del oficio.

*Si la bicicrosista Mariana Pajón rompió el hechizo del metal más cotizado, vigente desde el 2000 cuando María Isabel Urrutia ganó el primero en Sídney, Australia, la judoca vallecaucana Jackeline Rentería se mete en la leyenda no solo como la primera mujer, sino de los competidores en general, que logra medallas consecutivas (bronce) en Juegos Olímpicos (Beijing 2008 y Londres 2012). Helmuth Bellingrodt, barranquillero de tiro al jabalí, ya había puesto su impronta entre los hombres pero con intervalo de 12 años, al ganar plata en Múnich 1972 y Los Ángeles 1984. Son alimentos que ofrecen las estadísticas, siempre útiles para el complemento del balance técnico.

*Otro de los aspectos que deben preocupar al jubiloso Comité Olímpico es el relacionado con situaciones difíciles que se experimentan en el seno de algunas Federaciones. Hay que abordarlas y encontrarles solución. Son los casos del levantamiento de pesas, envuelta en litigios de orden regional (Antioquia vs Valle), con desmedro del mejor ambiente para los practicantes de ese deporte; y la esgrima, que parece sufrir de los mismos problemas. La intervención de Andrés Botero, por Coldeportes, y Baltazar Medina, por el COC, tendrá que rendir frutos, porque es inaceptable que los prejuicios y las rivalidades de orden personal o celos directivos, se impongan sobre el interés general y causen serios daños al deporte que dicen representar.

*En sentido general, habrá que mirar hacia las esferas de aquellas disciplinas que no dan señales de aliento o viven una etapa de estancamiento, a pesar de tener un pasado glorioso. Ahí habría que citar los ejemplos del tiro y el boxeo, que fueron los pioneros en la conquista de medallas para Colombia, con una de plata y dos de bronce en Múnich 1972. El tiro tiene dirigentes esforzados, pero se estrella con dificultades de costos y trabas para la consecución del material de competencia. En el boxeo, que ya lleva 24 años de ayuno olímpico, debe examinarse el factor técnico, y crear estímulos para que el pegador pueda darse el lujo de hacer carrera como aficionado antes de dar el salto al profesionalismo. Por ahora no se vislumbra un cambio de reglamento para permitir que boxeadores del rentado acudan a los Juegos, como sucede en otros deportes. Toca entonces cultivar el terreno olímpico con garantías económicas, técnicas y científicas para el practicante. De lo contrario se seguirá de golpe en golpe.

*La notas del desaliento estuvieron por el lado del marchista Luis Fernando López, expulsado de la prueba de los 20 kilómetros cuando iba en el lote de vanguardia, por completar 3 faltas, y el también atleta Diego Palomeque, quien tuvo que abandonar los Juegos por dar positivo en la prueba antidopaje. Fueron, desde luego, casos distintos pero de doloroso impacto. Los análisis con Palomeque revelaron “la presencia de testosterona, de origen exógeno, sustancia prohibida”, según se indica en el boletín del COI. El corredor adujo en su defensa que había ingerido un producto homeopático que en Colombia no tiene ninguna contraindicación ni provoca efectos de esa naturaleza. Ya hubo fallo, pero se presume que la investigación seguirá su curso.

*Para cerrar el capítulo olímpico, una voz de alerta: se dice que hay dos corrientes bien definidas en el seno del COC, porque uno de los actuales miembros directivos quiere ser el nuevo presidente, como relevo de Baltazar Medina, y este, a buen seguro, querrá permanecer en el cargo, lo que entre otras cosas sería lógico por su eficaz gestión . Se plantea ahí otra batalla entre bambalinas, que esperamos no frustre los planes de trabajo para los Juegos del 2016 en Brasil. Tras lo de Londres 2012, ni pensar en un amargo retroceso.

(1) El Tiempo, Olímpicos Londres 2012.

(2) Héctor Riveros, abogado del Externado de Colombia, ex vice ministro de Gobierno, ex secretario de Gobierno de Bogotá, ex magistrado auxiliar de la Corte Constitucional y la Corte Suprema, especialista en convivencia ciudadana y colaborador de distintos medios periodísticos.

Sobre Rufino Acosta

Periodista y abogado. Se inició en el programa Deporte al Día, de La Voz de Santa Marta, en 1960. Trabajó con El Informador de la capital del Magdalena entre 1961 y 1964. Fue corresponsal de El Espectador en 1964 y desde 1965 hizo parte de la redacción deportiva en Bogotá, hasta su retiro en 1998. Estudió Derecho en el Externado de Colombia (1965-1969). Afiliado al CPB y Acord Bogotá.

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