¡Cuatro que son dos!

De izquierda a derecha, Bobby Cox, Joe Torre, Lou Piniella y Cito Gaston.

El masivo retiro de cuatro estrategas del béisbol de las Grandes Ligas, a cual más afamado y digno entre los sobresalientes, parece convertirse, de la noche a la mañana, en apenas dos.

Bobby Cox, Joe Torre, Lou Piniella y Cito Gaston, anunciaron su retiro del béisbol como estrategas en las Grandes Ligas, hace apenas algunos meses, y sobre cada uno de ellos, sin duda alguna, se posó durante un largo período, las excelsas cualidades que un capataz de la pelota necesita para dirigir, manejar y conducir, a un puñado de peloteros, cuando conforman la nómina de un equipo en las Mayores.

Suele decirse en el argot beisbolero, que un dirigente sobre el terreno de juego, tiene que olvidarse de las charreteras que tiene cada jugador, del endiosamiento que seguramente a veces adquieren quienes se convierten en estrellas, de manejar los egos, la disciplina personal y espiritual de su grupo, de hacer hasta lo imposible, para que conviva en el banco de juego y en los camerinos, una verdadera y sana camaradería, que en muchas ocasiones se convierte en amistad sincera entre quienes, al momento de integrar lo que se llama la plantilla del club, disputan un lugar en la alineación regular o en la línea de la suplencia.

Muchos de ellos, por no decir todos los estrategas de la pelota, tratan hasta donde sus conocimientos y capacidad lo permiten, de hacer de esos puntos neurálgicos, la parte definitiva para ser un ganador en el Béisbol Organizado. Y los ya citados, realmente sabían aplicar todas esas combinaciones para ser exitosos con cada club para el cual estuvo al frente, durante su permanencia en la dirección de su respectiva divisa.

Bobby Cox. (Tomada de noticiasaldia.com)

Bobby Cox

Su mandato de casi tres décadas, su credibilidad ante los jugadores, su capacidad de estratega y su don de gentes, erigieron a Bobby Cox en uno de los más respetados capataces en la pelota organizada, desde el primer instante en que apareció sobre el terreno de juego en esa tarea, cuando dejó de ser un pelotero activo, hasta cuando decidió, por sí y ante sí, colgar los spikes.

Tantos y tantos hombres que trabajaron bajo su mando en esa largo trayecto con los Bravos de Atlanta, y otros clubes, le permitieron a  Cox conocer a fondo a las estrellas que se forjaron o se confirmaron con la camiseta de la novena, que hizo respetar y que respeto desde el primero hasta el último día de su trabajo, buscando siempre el mejor camino para darle satisfacción a la fanaticada seguidora de la divisa, para consolidarse como una verdadera figura en el aspecto técnico de la ‘’pelota caliente’’ y de ser respetado y respetar, los principios del juego, el reglamento, la afición y está por demás decir, a los jugadores y los propios propietarios de la novena.

Su rabietas pasajeras frente a las decisiones arbitrales, la mayoría de ella con amplio sentido de responsabilidad al considerar que la apreciación no había sido la mejor o la más correcta, encontró en él la cortapisa necesaria para hacer del espectáculo, algo digno de la propia afición, que siempre lo apoyó, aun cuando no tuviera la razón.

De esas cosas, de sus pataletas sobre los campos de juego, habría para escribir no uno sino diez libros, sobre Bobby Cox y sus andanzas en los diamantes, pateando la tierra, tirando contra el suelo su gorra y vociferando hasta más no poder, frente a una decisión arbitral, tanto más cuanto que tiene el registro del técnico que más expulsiones ha tenido en el Béisbol de las Grandes Ligas, con 158 ocasiones en que tuvo que abandonar el terreno de juego.

Cuatro veces ungido ‘’estratega del año’’ en las Grandes Ligas, 1985, con los Azulejos de Toronto; y tres veces más con los Bravos de Atlanta, en los años 1991, 2004 y 2005, es uno de los más consagrados capataces, con 2.504 victorias conseguidas, frente a 2.001 derrotas aceptadas, el cuarto mejor registro en esta compilación en todos los tiempos en las Mayores. Llevó a los Bravos a la conquista de la Serie Mundial de 1995, pero su novena siempre fue batalladora en la división Este de la Liga Nacional, durante su prolongada estadía al frente de la conducción de la divisa, desde 1.990 hasta el 2.010. Su paso como pelotero activo, apenas registra dos temporadas  como defensor de la tercera base con los Yanquis de Nueva York en los años 1968 y 1969, y muy pocas otras cosas que comentar.

Cox se fue del béisbol en el momento que él lo consideró conveniente. Nunca tuvo la más mínima insinuación por parte de los directivos, de que abandonara su cargo. Por el contrario, lo querían por dos años más, por lo menos, para que estuviera al frente de la tropa. Pero Bobby no cedió en su decisión y se fue…

Cito Gaston. (Tomada de thestar.com)

Cito Gaston
Tuvo en sus manos a un puñado de peloteros a los que llevó al estrellato en momentos cruciales para los Azulejos de Toronto, que en los años 90 hizo furor en la Liga Americana y en el Béisbol de las Grandes Ligas, ganando dos Series Mundiales  -1992 y 1993 -, luchando incansablemente por otros títulos y otras coronas, para dejar una aureola de grandeza y de buena estrategia beisbolera.

Este conductor, que colocó a la novena canadiense en la boca de todos los aficionados del mundo beisbolero por esos años, supo combinar su capacidad estratégica, con la templanza ofensiva, con notoria calidad defensiva y con jugar el béisbol a su manera, como ese juego que permite ganar de manera agresiva pero haciendo bien las cosas que más resultados le dan a una novena, como el robo de bases en el momento oportuno;  el toque de bola cuando se necesita colocar a un corredor en posición anotadora;, el pisa y corre en el momento debido, para hacer avanzar al corredor que más adelante anotará la rayita de la victoria; en traer al relevista preciso para encarar al bateador que puede voltear las tarjetas en el tablero, en fin.

Durante más de 10 temporadas fue jugador activo en las mayores, patrullando los jardines, y defendiendo los uniformes de los Bravos de Atlanta y los Padres de San Diego, y en 1970, tuvo su mejor campaña, con 318 puntos a la ofensiva, 186 imparables conectados, incluyendo 29 tablazos de cuatro esquinas, con 93 carreras impulsadas y 92 anotadas, con los frailes californianos. Y como capataz en las mayores, consiguió 894 victorias en 1731 apariciones sobre los campos de juego en calidad de estratega.

Gaston mantuvo a los Azulejos en el nivel competitivo que muchos otros dirigentes sobre el terreno de juego, quisieran haber podido desarrollar en sus respectivos equipos. Engrandeció su gestión, aplicando la sencilla manera de conocer al pelotero que tiene en su plantilla, para utilizarlo en lo que ciertamente sus habilidades le permitían desarrollar, y con un poco de esfuerzo, sortear con prudencia y buenos consejos, las posibilidades deportivas del pelotero que estaba en turno para resolver una situación en el momento en que la novena lo necesitara.

Lou Piniella.

Lou Piniella

Controvertido como él solo, de una clase puesta a prueba en todos los terrenos en donde comandó a peloteros, Lou Piniella nunca se entregó ante las adversidades del propio juego del béisbol, del error que nunca hace falta sobre el campo, y de las pifias mentales de sus dirigidos, que en más de una ocasión, le produjeron tristeza y mucha nostalgia, al perder el partido que más necesitaba para llegar a la cúspide, especialmente en los últimos años.

Piniella, un consumado analista y prestante dirigente de la pelota, siempre se distinguió por la forma de orientar a sus peloteros, teniendo que lidiar a luminarias que en muchas ocasiones no encontraban piso en la tierra; teniendo que mirar con desdén la forma en que uno de sus lanzadores, cuando menos lo esperaba, hacía un lanzamiento para que la pelota se fuera a terrenos de nadie, cuando más necesitaba de ese anhelado out;  o tragarse una derrota, simple y llanamente, porque su equipo no dio para más.

Ese es Lou Piniella, el mismo que raudamente salía del banco de juego a protestar, a voz en cuello, lo que consideraba una mala apreciación de un árbitro; era el mismo que nunca bajaba la cabeza para aceptar las derrotas, pero también vérsela levantar cuando sus pupilos se crecían sobre el diamante para conquistar esa victoria en la cual nadie creía.

Jugador activo durante 18 temporadas en la Gran Carpa, Piniella debutó con los Orioles de Baltimore, y luego con los Indios de Cleveland; pero fue con los Reales de Kansas City, en donde realmente se constituyó en un pelotero liga-grande, en 1969, cuando conquistó los honores de ser El Novato del Año en la Liga Americana y participó en el Juego de las Estrellas de 1972. Como jardinero estelar con los Yanquis de Nueva York, fue en donde consiguió sus mejores guarismos deportivamente hablando,  durante sus 11 años con el uniforme de los Mulos, con una sensacional actuación en 1977, cuando bateó para 330 puntos a la ofensiva. Fue ganador del título ‘’Mejor Estratega del Año’’, en tres ocasiones, dos veces con los Marineros de Seattle, en 1995 y en el 2011; y en una ocasión con los Cachorros de Chicago, en el 2008.

Compiló 1.835 victorias en 3.548 oportunidades como estratega y  Piniella, ciertamente, se va de los campos de juego. Pero al contrario de lo de Bobby Cox y Cito Gaston, permanecerá al lado del béisbol.  Seguirá en la brega de la pelota, ahora como consejero especial para los Angelinos de California en las divisiones inferiores en busca de talentos, sin moverse de su residencia habitual en La Florida.

Joe Torre. (Tomada de delazonoriental.com)

Joe Torre

Fue el cuarto estratega en que este año le dijo no más a su presencia sobre los diamantes, tras casi tres décadas de estar dirigiendo a novenas de las Grandes Ligas. Sin embargo, del todo no se irá del béisbol, pues como él mismo lo confiesa, ‘’es un virus que tengo en mi cuerpo desde cuando tenía 10 de edad’’.

Sus años de grandeza en calidad de capataz, los vivió con los Yanquis de Nueva York, en cuya travesía conquistó cuatro Series Mundiales -1996, 1998, 1999 y 2000-, perdiendo otras dos finales frente a los Cascabeles de Arizona, en el 2001; y ante los Marlins de la Florida, en el 2003, acumulando seis títulos de la Liga Americana, todos con los Yanquis. Y en esa instancia, Torre contabiliza 2.326 triunfos contra 1.997 derrotas, en sus 29 años de actividades como técnico, dirigiendo a los Cardenales de San Luis, los Mets de Nueva York, los Dodgers de Los Ángeles y, desde luego, los Yanquis de Nueva York.

Criticado por muchos, ensalzado por otros tantos, con los Yanquis hizo vibrar de emoción a los cientos de miles de seguidores que tiene la divisa del Bronx, tan exigente y constante como muy pocas en el Béisbol Organizado, conservando la pasmosa frialdad que siempre lo ha caracterizado, tanto en los momentos difíciles como en los de gloria, en cada juego de la temporada, como en las sensacionales finales, en donde le otorgó a sus jugadores el respaldo necesario bien para ganar, bien para perder, pero haciéndolo dentro de los cánones exigentes del béisbol, como cuando perdió aquella Serie Mundial del 2001, con los Cascabeles, en el último juego, entregándole la pelota para cerrara con victoria que estaba a favor d su equipo, al extraordinario Mariano Rivera, quien no tuvo en su noche grande y perdió el juego, que le permitía al equipo haberse colgado la quinta estrella bajo la batuta de Torre.

Era el partido que tenía que asegurar Mariano, y no pudo… y hasta allí llegaron las victorias en Series Mundiales con Joe Torre al mando de los Yanquis de Nueva York.

Fue un tremendo jugador cuando lució los uniformes de los Cerveceros de Milwaukee, los Bravos de Atlanta, los Cardenales de San Luis y los Mets de Nueva York, desempeñándose como receptor, con una sensacional temporada en 1971, con los Cardenales, cuando fue elegido el Mejor Pelotero del Año, al contabilizar promedio ofensivo de 363, con 230 inatajables en 634 turnos oficiales al bate, siendo el Campeón de Bateo de la Liga Nacional; incluyendo 24 cuadrangulares; con 137 carreras impulsadas, líder en ese departamento y 97 anotadas. Nueve veces representó a la Liga Nacional en el Juego de las Estrellas y fue ganador de un Guante de Oro en 1965.

Estratega del Año en el 2007, cuando apenas clasificó para la postemporada con los Yanquis al ganar la tarjeta del Comodín, la novena fue eliminada en la primera ronda de semifinales por los Indios de Cleveland. Pero ya había sido dos veces antes, Técnico del Año en la Liga Americana, en las campañas de los años 1996 y 1998, con el uniforme de los Mulos.

Este es el cuarto estratega que le dijo adiós a los diamantes que no al béisbol, pues acaba de aceptar una honrosa posición con la Organización de las Grandes Ligas, para ocupar un cargo ejecutivo de vital importancia, en donde se discutirán en busca de mejorar, todas las cosas que sean más convenientes para el juego del béisbol.

Por eso precisamos que son cuatro los que se van del terreno de juego, pero que realmente son dos los que definitivamente no tendrán más nada que ver con el béisbol de ahora en adelante, Bobby Cox y Cito Gaston;  porque los otros dos, Lou Pioniella y Joe Torre, seguirán trabajando por el Rey de los Deportes.

Sobre Antonio Andraus

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