Whitey Ford, “El Presidente Yanqui”

Llegó cuando Babe Ruth y Lou Gehrig ya no estaban en la nómina. Joe DiMaggio jugaba sus últimas dos temporadas; pero llegaba la nueva estrella, Mickey Mantle. Era uno de los iconos de todos los tiempos de los Yanquis de Nueva York.

Whithey Ford , quien nació un 21 de octubre de 1928 y falleció el pasado 8 de octubre de 2020, es decir, a 13 días de cumplir los 92 años de edad. (Imagen: Long Island Press).

Tenía el apellido de una de las más grandes fábricas de automóviles de los Estados Unidos. Pero nada tenía que ver con la familia que hizo famosa esa marca.

Era además, un ferviente seguidor de la novena de los ‘’Mulos’’ -como que había nacido en la Gran Manzana– mucho antes de que se convirtiera, a los 21 años, en uno de los miembros de la rotación de jerarquía que tuvieron los Yanquis de Nueva York, de los años 50 y 60, y por su brillante carrera en las Grandes Ligas, en 1974 es exaltado al Salón de la Fama.

Por su nombre de pila, nadie lo conocía: Edward Charles Ford.

Otra cosas era decir Whitey “El Blanco” Ford en el mundo del deporte, y en especial, en la Gran Carpa. Desde el mismo momento en que por primera vez se enfundó el uniforme del que sería su equipo de toda la vida, sorprendió al mundo del béisbol, por su porte, por su clase, por su talento y por su calidad, desde la lomita de los sustos.

Whitey llegó a los Yanquis cuando Babe Ruth y Lou Gehrig ya no estaban en la nómina del más popular de los equipos de las Mayores; mientras que Joe DiMaggio estaba de salida, en sus dos últimas temporadas, y aparecía la nueva estrella, el inolvidable Mickey Mantle.

Un ganador de tiempo completo, cuyos registros dentro de los diamantes son indiscutibles, pues a pesar de haber perdido dos temporadas, por la prestación del servicio militar, acumuló marcas de excelente actuación tanto en las campañas regulares como en las jornadas de postemporada, y en esta última instancia, pocos lanzadores en toda la historia de las Grandes Ligas, han podido hacer presencia durante tantos años.

Estrella entre las estrellas

Jugar con Joe DiMaggio, Phil Rizzuto, Hank Bauer, Mickey Mantle, Yogi Berra, Joe Pipetone, Bobby Richardson, Elston Howard, Bob Turley, Ellie Reynolds, Billy Martin, Gil McDougal, Moose Skowron, Don Larsen, Tony Kubek, Clete Boyer, Ralph Terry, el boricua Tite Arroyo, el panameño Héctor López, dirigidos por el mítico Casey Stengel, y hasta con Roger Maris, entre otros, en sus 16 años de carrera, le permitió a Ford ser estrella entre las estrellas, de una época inolvidable de los Yanquis.

Fueron años en donde los ‘’Mulos’’ luchaban juego a juego para satisfacer a sus aficionados frente a los cientos de seguidores de los Dodgers de Brooklyn, hoy de Los Ángeles; y ante los miles de fanáticos de los Gigantes de Nueva York, hoy de San Francisco, en el trayecto de los últimos siete años de los 55 años convivieron las dos divisas de la Liga Nacional con los famosos Yanquis.

Perdiendo sus dos primeros juegos en Series Mundiales, Ford enderezó el camino para empinarse entre los mejores lanzadores de todos los tiempos, sin haber llegado a los 3.000 abanicados, ni alcanzar la meta grande de los 250 triunfos en las temporadas regulares.

Con sus 1.78 metros de estatura y su promedio de 180 libras de peso, Whitey conservó la jerarquía de dominante lanzador de brazo equivocado, con tanto acierto, que en sus 16 años en las Mayores, apenas golpeó a 28 bateadores, cuando es sabido que los serpentineros zurdos con mucha frecuencia pierden el control y con facilidad, sus envíos tropiezan a los bateadores rivales.

Por unanimidad

Su mejor temporada fue en 1961, con 25 triunfos y 4 derrotas, 3.21 de efectividad; con 209 abanicados, 92 bases por bolas, 3 de ellas intencionales; y 23 cuadrangulares permitidos. (Imagen: Focus on Sport/Getty Images).

A medida que Ford fue erigiéndose como estelar en la rotación de los Yanquis, sus propios compañeros de la época, lo exaltaron para ser “el presidente de la junta”, algo así como el pelotero que cuando hablaba todo el mundo lo escuchaba con atención y respeto. Sus intervenciones no eran frecuentes, pero cuando lo hacía, todos sus compañeros intuían que era por algo especial que estaba haciendo uso de la palabra.

Desde entonces, empezó a recibir la distinción de “Presidente Yanqui”, un reconocimiento que apoyado por Mickey Mantle, rápidamente se tradujo en respeto y admiración para Ford, quien siempre guardó la compostura, siendo un ejemplo como jugador y como persona, y fue, dentro de la organización, el hombre que se respetaba porque todas sus actuaciones lo hacían acreedor a ese merecido reconocimiento.

Whitey, quien nació un 21 de octubre de 1928 y falleció el pasado 8 de octubre de 2020, es decir, a 13 días de cumplir los 92 años de edad, jamás se fue del béisbol, y nunca dejó de pertenecer a sus “amados” Yanquis, pues una vez colgó los spikes, Ford fue miembro de la organización como veedor especial y asistente deportivo del equipo, y hasta instructor de lanzadores con la novena de la Gran Carpa.

Sus estadísticas

Desde aquél lejano 1o. de julio de 1950 cuando debutó con los Yanquis, Whitey Ford empezó a moldear lo que más adelante dejara para la historia, con sus formidables actuaciones desde el montículo para los Yanquis y el béisbol.

Trabajó desde la lomita en 3.170 episodios y un tercio de juego, acreditándose 236 victorias y apenas 106 derrotas, con 2.75 carreras limpias por juego, algo sensacional para cualquier lanzador de las Grandes Ligas. Pero algo más, salvó 10 partidos para los Yanquis en plan de relevista, marca que no es común para un abridor en el mejor béisbol del mundo.

Su último partido lo jugó el 7 de octubre de 1964, en la Serie Mundial de los Yanquis frente a los Cardenales de San Luis, cuando Ford perdió en el choque inaugural de la Cita de Otoño 9 carreras por 5, cargando con el revés.

Abanicó a 1.956 bateadores, otorgó 1.086 bases por bolas, 44 de ellas de manera intencional; permitió 1.106 carreras, 967 de las cuales fueron limpias; y de los 2.766 indiscutibles que aceptó, 228 fueron tablazos de circuito completo. Y agréguenle: 45 partidos ganados por blanqueadas en su brillante carrera.

Su mejor temporada fue en 1961, con 25 triunfos y 4 derrotas, 3.21 de efectividad; con 209 abanicados, 92 bases por bolas, 3 de ellas intencionales; y 23 cuadrangulares permitidos.

Fue ese año de 1961, cuando Ford se llevó el premio “Cy Young” como Mejor Lanzador de la Liga Americana; y fue el “Jugador Más Valioso” de la Serie Mundial, cuando los Yanquis superaron a los Rojos de Cincinnati, con 4 victorias y 1 derrota, en donde Whitey se acreditó los triunfos del primero y cuarto juegos de la gran final.

Colección de distinciones

Whitey coleccionó 6 anillos de Series Mundiales con los Yanquis, en los años de 1950, 1953, 1956, 1958, 1961 y 1962, como muy pocos peloteros y lanzadores lo han conseguido; y participó en 10 Juegos de Estrellas por la Liga Americana.

Se enfrentó en los Clásicos de Otoño a los peloteros rivales de los Filis de Filadelfia, los Dodgers de Brooklyn y de Los Ángeles; los Bravos de Milwaukee en esos años, que ahora son de Atlanta; los Piratas de Pittsburgh, los Rojos de Cincinnati y los Cardenales de San Luis.

Participó en 22 partidos de postemporada, incluyendo los encuentros de Series Mundiales, con 10 triunfos y 8 derrotas; con 2.71 carreras limpias por juego, lanzando 146 episodios, con 51 carreras permitidas, con 44 de ellas limpias; 94 abanicados y 34 bases por bolas, y apenas 8 cuadrangulares aceptados.

Registró dos derrotas frente a los Dodgers de Los Ángeles, enfrentando a nada más y nada menos que al extraordinario y también lanzador zurdo, Sandy Koufax, en la Serie Mundial de 1963, cuando perdió en el primer juego por pizarra de 5 carreras por 2, y en el cuarto desafío, 2 carreras por 1. En esa final, los Dodgers barrieron a los Yanquis, con 4 victorias sin derrotas.

Una marca de Babe

Whitey Ford, una leyenda y un icono para los Yanquis de Nueva York y para el béisbol de las Grandes Ligas. (Imagen: The New York Times).

Ford presenció aquella inolvidable victoria de Don Larsen frente a los Dodgers de Brooklyn, el 8 de octubre de 1956, cuando con apenas 97 envíos, lanzó Juego Perfecto el primero y hasta ahora único en Series Mundiales, al ganar 2 carreras por 0, en el quinto partido del Clásico de Otoño, en el “Yankee Stadium” de Nueva York.

Y más tarde, Whitey recordó con profunda tristeza, el haber tenido que abandonar el montículo en el quinto acto del cuarto juego de la Serie Mundial de 1961, frente a los Rojos, en el “Crosley Field”, de Cincinnati, debido a la lesión que sufrió por un pelotazo que fue bateado directamente a uno de sus tobillos. Pero no solamente fue eso.

Terminado el partido, Ford soportó hasta más no poder, el ver sufrir a Mickey Mantle, quien una vez más, concluía un juego con sangre en su humanidad. Whitey lloró por la lesión de Mickey, cuando observó que una de sus piernas sangraba copiosamente, siendo Mantle uno de los peloteros que en medio de tantas lesiones, como consecuencia de la osteomielitis que padecía — “era un hospital ambulante” —, siempre hacía lo suyo para llevar a los Yanquis a los triunfos.

Cuando Ford salió del encuentro, acababa de implantar una nueva marca en Series Mundiales, al acumular 32 episodios completos sin permitir carreras, superando a la establecida por Babe Ruth, cuando lanzaba por los Medias Rojas de Boston, con 29 actos y dos tercios, que estaba vigente de 1918. Dos blanqueadas completas en el Clásico de Octubre de 1960 frente a Piratas de Pittsburgh, y un juego completo y cinco entradas, frente a los Rojos, en esa cita de 1961.

Todo eso y mucho mas hizo de Whitey Ford, una leyenda y un icono para los Yanquis de Nueva York y para el béisbol de las Grandes Ligas, y una de las grandes estrellas de todos los tiempos de su equipo y del Rey de los Deportes.

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