Una casa: un mal sueño

Los norteamericanos dejaron de luchar por el “sueño americano”: tener casa propia.

Para los ciudadanos americanos y para los inmigrantes asentados durante años en este país, su meta y su sueño era lograr tener casa propia.

Muchos ciudadanos e inmigrantes legales luchaban por construir un buen crédito y tener un buen salario para lograr ese objetivo. La casa cubría todas las expectativas del pueblo de los Estados Unidos y quienes lograban esta meta se sentían reyes y realizados, aunque sabían que por muchos años esa casa no les pertenecía, solo pagaban intereses y al cabo de 30 años, ya en su vejes podían tener la satisfacción de tener algo propio.

Pero ahora con la crisis financiera de los últimos tres años, miles de ciudadanos están perdiendo sus casas aunque hayan pagado sus cuotas por quince años. La manera devoradora como las hipotecarias se apresuran a desalojar a los “dueños de casas” y ponerlas a la venta al mejor postor, ha sido investigada por las autoridades.

Se ha denunciado en muchas oportunidades que estas hipotecarias no les interesa darle ninguna oportunidad a la gente para que mantenga sus casas. El presidente Barack Obama al plantearse la crisis económica se interesó en refinanciar a bancos e hipotecarias semipúblicas para que ellos dieran facilidades y tiempo para que la gente salvara sus casas.

Cada día se ven más casas con anuncios de remate o con opción de venta. La gente está desesperada y han protestado ante el gobierno de Obama pero este ha tenido tantos problemas importantes que resolver que este lo han dejado en segundo plano.

Las hipotecas subprime


Se va a necesitar algo más que un martillo para reparar la casa tras el terremoto de las hipotecas subprime. Por eso la Administración de Barack Obama celebró en la segunda semana de Agosto la primera conferencia para buscar ideas que permitan una reforma profunda del sistema hipotecario, sobre todo para redefinir el papel de las entidades semipúblicas Fannie Mae y Freddie Mac, en las que el Estado inyectó 148.000 millones de dólares para mantenerlas a flote. Al encuentro asistieron unos 300 representantes del sector.

Tres años después del colapso inmobiliario, EE UU sigue sin una solución definitiva. Por eso hay analistas que consideran que abordar ahora la reforma es «como arreglar un avión en vuelo». El secretario del Tesoro, Timothy Geithner dejó claro que no hay que volver a la estructura anterior a la crisis, se trata, del reto «más complejo y con mayores consecuencias» que afronta el país.

El debate rotó sobre tres principios básicos. El primero, asegurar que el ciudadano medio puede adquirir una vivienda. Segundo, que el hipotecario sea un sector estable y seguro, porque representa el 15% de la economía. Y tercero, ver hasta qué punto el Gobierno debe estar involucrado en el sistema cuando el sector privado no esté en condiciones de asumir riesgos.

Shaun Donovan, secretario de Vivienda en la Administración de Obama, reconoce que el papel del Gobierno «debe ser menor». Como explicó Geithner, se trata de acabar con la práctica seguida hasta ahora, donde Fannie y Freddie, que controlan el 90% de la financiación de hipotecas, se hicieron con el mercado, sabiendo que contaban con apoyo público.

Las dos hipotecarias concedieron créditos a propietarios que no podían devolver la deuda, mientras ampliaban sus carteras con activos de riesgo sin tener recursos para cubrir potenciales pérdidas. Una doble estrategia concebida para obtener retornos a corto plazo; esta «combinación tóxica», como dijo Geithner, fue posible porque no hubo una supervisión efectiva.

Se trata de algo más que diseñar «un elegante funeral» para Fannie y Freddie. La privatización total no parece tampoco la vía, porque como dijo el gestor de bonos Bill Gross del fondo Pimco, el sector de la vivienda no podrá financiarse sin las garantías del Gobierno, la base sobre la que se cimienta el sistema actual.

La Casa Blanca quiere presentar un plan en enero. Pero el proceso puede verse trastocado por las legislativas de noviembre. Geithner dejó claro que los dos partidos son responsables de la situación actual. Fannie y Freddie fueron intervenidas en otoño del 2008 por la Administración republicana de George W. Bush. Después, el demócrata Barack Obama ofreció un respaldo financiero ilimitado.

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