Un Estado de Derecho

Cuando en un país el Estado no hace presencia en todo su territorio las consecuencias tarde que temprano salen a la luz. En el caso de Colombia la violencia política, el problema de la tenencia de la tierra y el olvido de la institucionalidad en algunas regiones pasaron factura.

El surgimiento de guerrillas, del paramilitarismo y de diversos grupos al margen de la ley han sido la respuesta al abandono del Estado.

(Imagen: archivo particular – VBM).

No se puede negar que el narcotráfico debilitó la democracia y el Estado de Derecho y acabo también con la cultura ciudadana y los valores que como sociedad deberíamos tener como son la solidaridad, la tolerancia, la paz, el respeto, la caridad entre otros más.

Si bien es cierto que celebro los distintos acuerdos de paz que Colombia firmo con diferentes grupos guerrilleros y paramilitares, parece que el Estado no ha aprendido de su propia historia, pues, ¿de qué sirve haber liberado a las regiones donde se encontraban establecidos estos grupos, si el Estado no hizo presencia en estas localidades con inversión social, infraestructura y pie de fuerza?

La institucionalidad militar y de policía que debe ser símbolo de confianza y honestidad, ahora no solo se cuestiona, sino que algunos forman parte de grupos delincuenciales, y como si fuera poco, los que conforman esta institución han perdido su gloria, ya que ahora los pájaros les tiran a las escopetas y son algunos de ellos secuestrados o asesinados por un grupo de la población civil como sucedió hace poco por parte de la guardia indígena en el Caquetá.

Tanto en el país, como en los distintos acuerdos de paz que se firmaron, como los que se están negociando, debe imperar la ley. No se puede fortalecer el Estado de Derecho si no se hace respetar y cumplir la ley, esto es un tema innegociable.

No podemos ejercer la justicia por mano propia so pena de que está no funcione en el país.

El gobierno debe hacer cumplir la ley y devolverle a la justicia su majestuosidad y su dignidad.

Hemos llegado a un punto muy crítico que, si todos los colombianos dejamos de ponernos la camiseta por Colombia, la anarquía se termina tomando a esta nación porque el desorden es desbordante, así como la impunidad y la delincuencia.

Debemos trabajar para rescatar la cultura ciudadana y los valores a fin de que dejemos de matarnos y de insultarnos por cualquier cosa. Es preciso respetar los derechos fundamentales y el Estado de Derecho.

No es posible que porque un grupo minoritario en apego a los derechos de las minorías, asesine y secuestre a policías e impida a su vez el paso de ambulancias.

No es posible que unos pocos que protestan violen el espíritu de las protestas y de las huelgas para no dejar pasar los alimentos, las medicinas o los enfermos, y que el Estado tenga que negociar con ellos para que respeten estos derechos que son de obligatorio cumplimiento aún en una guerra.

El Estado no puede estar al servicio de los que violan la ley o de los que abusan de su condición.

Los que conocieron al presidente Carlos Lleras Restrepo recordaran lo que representa una verdadera autoridad. Él sabía qué significaba y como se usaba la autoridad, y es esto lo que debemos rescatar.

Es importante que el pueblo colombiano recuerde que el derecho del otro comienza cuando termina el mío y viceversa, para que aprendamos a respetarnos y no seguirnos matando.

El Estado debe recuperar su territorio, ejercer la autoridad y fortalecer el imperio de la ley, y la gobernabilidad.

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Clara Inés Chaves RomeroExdiplomática y escritora. Comunicadora con amplia experiencia en columnas de opinión, en análisis de la política nacional e internacional. Escritora del libro Justicia Transicional, del laberinto a la esperanza catalogado de consulta y del libro Crónicas de Juegos y maquinaciones políticas. Columnista de la revista “Realidades y Perspectivas” universidad de Chile Columnista. “revista Ola Política”, febrero 2019- actualmente.

Sobre Clara Inés Chaves

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