¡Tres inmortales de la estrategia!

De izquierda a derecha Joe Torre, Bobby Cox y Tony LaRussa.

De izquierda a derecha Joe Torre, Bobby Cox y Tony LaRussa.

Joe Torre, Bobby Cox y Tony LaRussa, exaltados al Salón de la Fama, un justo reconocimiento a sus excelsas cualidades como estrategas del béisbol en las Grandes Ligas.-

En 1996, cuando Joe Torre llegó a dirigir a la controvertida y controvertible pero afamada novena de los Yanquis de Nueva York,  la novena tenía 18 años sin conquistar una corona de Serie Mundial.

Cuando Bobby Cox asumió el cargo de gran capitán de los Bravos de Atlanta, en 1995, ya tenía una suficiente experiencia en el manejo de clubes beisboleros, pero igualmente tenía como antecedentes ser uno de los estrategas más explosivos dentro del terreno de juego, enfrentándose, a voz en cuello, con todos los árbitros del Béisbol Organizado.

Y finalmente, cuando Tony LaRussa decidió abandonar su carrera de leyes para dedicarse de tiempo completo a las actividades del béisbol, ya tenía la capacidad y formación del juego, gracias a que había sido un jugador que por lesiones naturales del deporte, debió abandonar su proyecto como pelotero de Grandes Ligas para dedicarse a dirigir en los estadios.

Entre estos tres verdaderos ‘’monstruos’’ de la estrategia del béisbol, se compila un gran total 7.588 victorias, y combinadamente, ganaron nada más y nada menos, que 8 Series Mundiales de Béisbol, uno de ellos, conquistando esa codiciada corona dirigiendo en la Liga Nacional y en la Liga Americana, algo envidiable para cualquier técnico, por decir lo menos.

Por eso, nadie puede negar que el Comité de Veteranos del Béisbol no solo acertó en exaltarlos para el Salón de la Fama de las Grandes Ligas, sino que adicionalmente le da a los tres, el reconocimiento y la distinción que merecidamente acumularon en más de 90 años de béisbol de manera combinada, dirigiendo a novenas en las mayores, cuyas trayectorias indiscutiblemente dejan una huella imborrable para el juego del béisbol.

Joe Torre

Cuando en 1971 se alzó con el título de Jugador Más Valioso de la Liga Nacional, luciendo el uniforme de los Cardenales de San Luis, al acumular 230 imparables en 634 turnos al bate, incluyendo 24 tablazos de cuatro esquinas, para promedio ofensivo de 363 y la friolera de 137 carreras impulsadas, Joe Torre, el mozalbete nacido en las calles de Brooklyn, jamás le pasó por la cabeza que un poco más adelante, sería uno de los estrategas del béisbol más cotizados, serios y decididos en los diamantes de juego.

Joe Torre

Y dentro de su ámbito personal, Torre siempre escogió a la medida, trabajar con la verdad y nada más sobre la verdad, costare lo que costara. Y así, por ejemplo, lo confirma el periodista Tom Verducci, en el libro ‘’Mis Años con los Yanquis’’, el volumen que describe la permanencia de Joe con los Yanquis, que fue best seller en el mundo del deporte de los Estados Unidos, al aparecer la publicación en el 2009, cuando sentencia que ‘’la que podría ser la última dinastía en el béisbol, y una de las eras más llenas de acontecimientos en la historia de este deporte, ha sido iluminada por la honestidad de un hombre que lo vio todo de cerca. Lo mejor de todo es que él sólo conoce una manera de compartirlo: decir la verdad. Él no pretendió escapar de la verdad ni hizo intento alguno en alterarla’’.

Torre ha sido de los contados peloteros que por esas circunstancias del mundo del béisbol, llegó a ser un jugador activo y a la vez, timonel de la novena que vestía su informe, hecho que se consumó en 1976, luciendo el bombacho de los Mets de Nueva York, al tiempo que fungía como el estratega de la novena.

De esa manera, nadie puede ocultar la satisfacción que se siente cuando un hombre del béisbol como Joe Torre, captura un nicho en el Salón de la Fama, porque, sin duda alguna, fue tan buen pelotero como estratega.

Decíamos que Torre llegó al banco de juego de los Yanquis, cuando la tradicional, afamada y querida divisa del Bronx, sumaba 18 temporadas sin conquistar la codiciada corona de la Serie Mundial. Y la actuación de Joe como capataz de los ‘’bombarderos’’ del Bronx, por los numeritos acumulados con más derrotas que triunfos hasta ese momento, no ofrecían el mejor presagio para el hombre que tomaría las riendas de la novena, a sabiendas de que en las últimas 23 campañas de los Yanquis, el club había contado con la presencia de 21 estrategas, dada la forma en que el propietario de la novena, manejaba los hilos de la divisa.

Sus formidables 18 temporadas como pelotero quedaban atrás cuando de dirigir a una novena se trataba, y de cuerpo entero, Torre sabía que lo arriesgaba todo al aceptar la propuesta de George Steinbrenner para conducir a los Yanquis de Nueva York, en aquella primera campaña de 1996.

Pero más demoró en enfundarse el uniforme, que en conquistar la Serie Mundial de ese año, sumando más tarde las coronas de los Clásicos de Otoño de 1998, 1999 y 2000; y disputar las de 2001 y 2003, para compilar 1.173 triunfos contra apenas 767 derrotas, incluyendo aquella fantástica campaña de 1998, cuando los Yanquis acumularon el asombroso registro de 114 victorias y apenas 48 reveses, en la campaña regular.

Para Joe Torre lidiar con hombres de temperamentos tan disímiles como Alex Rodríguez, Rogers Clemens, Jason Giambi y Randy Johnson, para apenas citar a estrellas que con egos diferentes, estaban en la plantilla, no era tan fácil saborear las mieles del triunfo, sin que David Cone, Paul O´Neill, David Wells y Mike Mussina, tuvieran de vez en cuando, que hacer sus reparos, discutir a pulmón lleno, sin que nada de ello afectara el hilo conductor en busca de victorias y más triunfos que para entonces marcaba la presencia de Torre desde el banco de juego.

Don Zimmer, el inigualable consejero en ‘’la cueva’’ de los ‘’Bombarderos’’, y Mel Stottlemyre, su entrenador de lanzadores con la misma novena, fueron dos puntos de apoyo para esas magistrales actuaciones de los ‘’Bombarderos’’ del Bronx en la era de Joe Torre, algo que el curtido técnico siempre ha reconocido. Pero siempre sus decisiones prevalecieron sobre cualquiera otra premisa, que no fuera para conducir a los Yanquis de Nueva York a la senda de la victoria.

Joe Torre acumuló 2.326 triunfos en sus 29 años de estar dirigiendo a novenas de las Grandes Ligas, apareciendo en 15 finales con sus novenas, porque además de la divisa yanqui, estuvo al frente de los Mets de Nueva York, los Bravos de Atlanta, los Cardenales de San Luis y los Dodgers de Los Ángeles.

Por todo eso, y por lo que ha hecho por el béisbol, Joe Torre merece el honor, la fama y la gloria de pertenecer al Salón de la Fama. De ello no cabe la menor duda.

Bobby Cox

Para los aficionados y desde luego, para los peloteros, Bobby Cox siempre fue, es y será, uno de los pilotos más consagrados, más conocedores del juego y más capacitados para dirigir a una novena de béisbol. Esos atributos le ofrecieron un hándicap que muy pocos estrategas han podido alcanzar.

Bobby Cox

Bobby Cox

Como pelotero que fue en las mayores, apenas con dos temporadas con el uniforme de los Yanquis de Nueva York, por cierto, defendiendo la tercera almohadilla, Cox bien pronto se ganó la fama de ser un hombre estricto pero cordial, severo pero justo y, por encima de todo, siempre humano, cordial y hasta agradable, para convertirse casi siempre en el consejero, en el padre deportivo de sus pupilos, sin que le temblara la voz cuando tenía que alzarla, cuando las cosas no se desarrollaban de acuerdo con los cánones del ‘’librito’’ del béisbol.

Durante 21 años de manera consecutiva, estuvo al frente de la novena de Atlanta, otorgándole un título de Serie Mundial, la de 1995, y 14 títulos divisionales conquistados; pero en su largo trajinar desde su asiento como técnico, Cox había laborado en cuatro temporadas antes de iniciarse la cadena con los propios Bravos, y otras cuatro con los Azulejos de Toronto, para compilar finalmente, 29 años como estratega de la pelota en las mayores.

Además de sus 2.504 victorias alcanzadas, Bobby tiene el registro hasta ahora no superado, de ser el técnico que más expulsiones ha sufrido dentro del béisbol de las Grandes Ligas, al mostrar una tarjeta con 158 ocasiones en que no pudo terminar dirigiendo a su club, superando la marca que ostentaba el otrora también famoso piloto de las Grandes Ligas, John McGraw, con 131 exclusiones del terreno de juego.

En sus 29 años dirigiendo pelota en las Grandes Ligas, Cox siempre encontró la forma mesurada y hasta paternal de dirigir a su grupo de peloteros, en ocasiones difíciles o complicadas, o cuando el club estaba ganando de manera fácil el compromiso de turno, pero jamás se amilanó para salir a protestarle a cualquier árbitro, cuando consideraba que la apreciación de una jugada no correspondía a lo ciertamente presenciando sobre el diamante beisbolero.

Cualquier pelotero que haya permanecido bajo el comando de Bobby Cox en una campaña beisbolera, seguramente que siempre hablará con gratitud con relación a su estratega, especialmente quienes de una u otra manera, tuvieron que soportar las rabietas del técnico, bien durante el desarrollo de un partido, bien cuando las cosas no se efectuaban de acuerdo con los planes previstos en cada desafío.

Tony LaRussa

Bobby Cox al momento de retirarse de la dirigencia beisbolera, quedó ocupando la cuarta casilla entre los estrategas más ganadores en las Grandes Ligas. Y en la quinta posición, aparece Joe Torre.

Tonny LaRussa

Tonny LaRussa

Pues bien. Tony LaRussa es el tercer capataz en la historia del béisbol de las mayores, en conseguir más triunfos en la Gran Carpa, al sumar la no despreciable cifra de 2.728, en sus 33 años de laborar como técnico de un club del Béisbol Organizado. Y tiene además, el sello de ser uno de los poquísimos timoneles en obtener banderines de la Serie Mundial, tanto en la Liga Nacional como en la Liga Americana.

Trabajando desde la dirección con novenas del béisbol, con los Medias Blancas de Chicago, los Atléticos de Oakland, clubes ambos de la Liga Americana, y con los Cardenales de San Luis, en la Liga Nacional, LaRussa se encumbró como estratega al conseguir el Clásico de Otoño con los Atléticos, en la Liga Americana, en 1989; y con los Cardenales, en la Nacional, en el 2006 y en el 2011.

Exigente como ninguno, metódico como muy pocos, trabajador incansable y meticuloso en todos los quehaceres del béisbol, Tony desechó su carrera de leyes para dedicarse de tiempo completo, a escudriñar las cosas del béisbol y a dejar sobre los diamantes de juego, la sapiencia de un verdadero ganador en el juego.

Considerado como un hombre demasiado frentero para decirle al pan, pan y al vino, vino, LaRussa siempre se la juega con la carta que tiene entre sus manos, intentando acertar así más adelante tenga que ponerle la cara a la derrota.

Nunca fue un dechado de virtudes en plan de jugador, y su presencia en la Gran Carpa no reúne siquiera el número de partidos jugados en una temporada normal de las Grandes Ligas. Pero Tony sabía que lo suyo era el béisbol, que si bien había estudiado derecho, jamás pasó por su mente ser un abogado en ejercicio. Por el contrario, dejó a un lado los códigos, los tribunales y las leyes, para estudiar ‘’como ratón de biblioteca’’, todo lo que fuese fundamentación, trabajo y estrategia beisbolera, para llegar a la cúspide con el Béisbol Organizado.

Entre Joe Torre, Bobby Cox y Tony LaRussa hay casi un siglo de béisbol entre pecho y espalda, y su presencia siempre le otorgó prestancia, dignidad, respeto y buen béisbol, con todas las de la ley, a las novenas en donde prestaron sus servicios.

Pero en el fondo, fueron ellos los que le dieron al juego la respetabilidad y la credibilidad a través de los equipos que dirigieron, dejando una impronta difícil de olvidar, para el béisbol, para los aficionados y para los jugadores que estuvieron bajo su orientación.

Sobre Antonio Andraus

Comentar