Sin Cívica…,  ni Urbanidad.

Por: Hugo Artunduaga Salas
En estos tiempos, inundados, no solo por culpa del invierno acuífero, sino por el desbordamiento de hechos de todo género; desde, depredadores, abusadores y asesinos de bebés, niños y mujeres, que como orates degenerados cometen toda clase de vejámenes,  hasta los saqueadores del erario público, que con voracidad insaciable, se roban los recursos destinados a la salud, educación, ayuda alimentaria para los menores y mayores – ancianos desprotegidos, pasando por obras 4 G, terciarias, del orden municipal, departamental y nacional; ladrones de cuello blanco, gris y negro, que esquilman los recursos del erario, destinados a la construcción de obras de desarrollo. Un mundo loco.   No se requiere un » estudio a fondo», para determinar la razón, de la catástrofe moral,  que estamos padeciendo.
La pérdida de principios, es  la causa de los derrumbes.  Estos, se adquirían desde los hogares; cuando los padres inculcaban a sus hijos: derechos y deberes, respeto y amor a Dios y al prójimo, comportamiento social digno, para ser ciudadanos de bien. Estos valores se implementaban en los planteles educativos a través de las cátedras de instrucción cívica y urbanidad. Pero el modernismo – mediático, de un gobierno pasado, abolio  del pensum académico, están materias fundamentales. Justificación, causa o razón: » eran caducas». Consecuencia: hecatombe moral, derrumbe de valores y principios, un país descuadernado, sin Dios, ni ley.
Pero nunca es tarde, para iniciar su rescate, para   entregarle como legado a las presentes y futuras generaciones.
La tarea:
Pedirles a los padres, más atención a sus hijos, inculcándoles el valor,  del buen comportamiento, ante propios y extraños, la caridad cristiana y la honestidad, como ejemplo vida. Amen, que los entes educativos, reanuden las cátedras respectivas. En el entretanto:  rigor, eficacia, vigilancia y agilidad de los entes de control, para frenar la acción de los corruptos, sin importar género, ni clase social.
P. D.
Si no plantamos el árbol de la sabiduría cuando jóvenes, no podrá prestarnos su sombra en la vejez.
Conde de Chesterfield
Que locura o que desatino me lleva a contar las ajenas faltas, teniendo tanto que decir de las mías ?
Miguel de Cervantes

Sobre Hugo Artunduaga

A esta edad no hay hoja de vida, solo queda un recordatorio.

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