Sin caballo de Troya

Por: Rufino Acosta Rodríguez

Esta vez no funcionó el ardid. Colombia estuvo lejos de caer en las redes del engaño griego, con su juego de toque de como quien quiere la cosa, le amarró a sus hombres claves, hizo relevos, puso sacrificio y le agregó el talento natural de sus jugadores para conseguir un triunfo esplendoroso, justo y categórico, que le abona el camino hacia el empeño de llegar a la segunda ronda como primer y gran objetivo. La historia de Troya se frustró en el intento para esta ocasión. El caballo de los helenos se quedó ensayado, no funcionó como regalo malicioso porque Colombia desestimó la ofrenda de la confianza y cerró todas las vías. Enorme Ospina y blindada la defensa con el esfuerzo de Zúñiga, Zapata, Yepes (honor al veterano capitán, en quien no confiaba por sus abriles) y Armero, el autor del gol que señaló la ruta de los vencedores. En el medio Sánchez fue un león, Abel Aguilar se movió sin tregua, Cuadrado puso la pimienta y James el sello de la eficacia y el pundonor, mientras que Ibarbo hacía un increíble aporte por su solidaridad, capacidad física y movilidad, al lado del punta siempre atento y eficaz Teófilo Gutiérrez. El segundo gol de Colombia llegó como debía llegar: con acciones geniales. Un tiro de esquina a media altura, el taconazo de Aguilar y el remate de Teófilo, ahí en la zona caliente, donde más duele. Y el tercero cumplió la tarea del puntillazo cuando los griegos apenas respiraban. James Rodríguez dejó el balón en la esquina del olvido, a donde nadie llega, para redondear la faena criolla. Victoria clara, merecida, contundente y que podría tener amplio significado para lo que resta de la serie. Hacerle tres goles a Grecia no parece labor sencilla. Se jactaba de su fortaleza defensiva. Pero la lucha apenas comienza. Hay que gozar un poco y cambiar el rumbo para pensar en Costa de Marfil. Por ahora no hace daño celebrar así sea sin estridencia.
Aviso: ya vimos a los marfileños y son de cuidado. La prevención lógica de Colombia sería no ir al choque. Los arrollaría el tanque. Con el toque se les puede dominar-

Pisada de elefantes

Dicen que los elefantes tienen una memoria prodigiosa y saben siempre donde están el agua y la comida. Las encuentran por perdidas que parezcan. Esta vez en Recife, para hacer el parangón, el equipo que lleva ese remoquete, Costa de Marfil, dio el ejemplo y cuando Japón lo confundía vio la luz a la distancia para salir a flote. La huella del paquidermo quedo clara: es fuerte y profunda. Los asiáticos habían tomado la delantera con un bien elaborado gol de Keisuke Honda, sobre los 16 minutos de juego, y así se mantuvieron hasta el cierre del primer tiempo. El cuadro africano se había dado el sorprendente lujo de dejar en el banco a uno de sus guías mayores, Didier Drogba, tal vez por razones técnicas o para reservarlo. Al regresar de los camerinos el panorama tomó otro color. Poco a poco, el naranja se multiplicaba y el azul palidecía. En apenas dos minutos, Costa de Marfil le dio vuelco a la batalla y se puso a ganar 2-1, ahora sí con Drogba en el terreno. Primero fue Wilfried Bony y enseguida el incansable Gervinho. Dos golpes de cabeza letales. Japón ya daba muestras de agotamiento en lo físico y en ideas. El oponente, en cambio, elevaba sus acciones. Hombres grandes pero rápidos y hábiles emulaban a los gigantes del colmillo marfileño. A la postre, victoria ajustada que sin embargo no dejó la menor duda sobre los méritos de los tantorianos. Japón luchó con el vigor y la tenacidad de un samurai pero el sable no le hizo mella a la trompa. Habrá que tener cuidado con Drogba y su batallón el próximo sábado. También podría ser peligroso descuidar a Japón. Sigue en pie de lucha. Colombia, desde luego, tampoco se anda por las ramas. La serie se anima. Los verdaderos elefantes todavía no van al cementerio.

Sobre Rufino Acosta

Periodista y abogado. Se inició en el programa Deporte al Día, de La Voz de Santa Marta, en 1960. Trabajó con El Informador de la capital del Magdalena entre 1961 y 1964. Fue corresponsal de El Espectador en 1964 y desde 1965 hizo parte de la redacción deportiva en Bogotá, hasta su retiro en 1998. Estudió Derecho en el Externado de Colombia (1965-1969). Afiliado al CPB y Acord Bogotá.

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