Real Madrid y Barcelona, dos ejemplos de estupidez

Por: Juan Restrepo

A raíz de los atentados del pasado 17 de agosto en Barcelona y Cambrils, en España, la sociedad española se ha cuestionado hasta qué punto ha sido indulgente con la comunidad musulmana en cuyo seno  crecieron, se educaban y trabajaban los integrantes de la célula terrorista responsable de la matanza que dejó quince muertos y decenas de heridos.

Equipos europeos

Equipos europeos

Algo ha cambiado en la actitud de los españoles con respecto a la comunidad musulmana, prueba de ello es que nadie ha cuestionado la muerte de cuatro de los terroristas a manos de la policía. Cuatro certeros disparos abatieron a sendos miembros de comando y nadie cuestionó la actuación policial. En otro momento, un hecho similar habría sido motivo de encendidos debates, esta vez no fue así.

Incluso con el ejemplo fresco a los pocos días de la policía finlandesa, en donde un hombre con un cuchillo atacó a los transeúntes, y los agentes le dispararon a las piernas para tener oportunidad de interrogarlo. Nada, ni siquiera la izquierda, siempre dispuesta a cuestionar cualquier acción que despierte dudas sobre violación de derechos humanos, ha puesto la cuestión de las muertes de los cuatro yihadistas sobre la mesa.

Hay más muestras de cambio de actitud, pero esta que ahora apunto es bastante elocuente de las señales de alarma que se han disparado en España con una amplia comunidad musulmana. No se trata de xenofobia sino de controvertir lo que se ha hecho mal. Y se han hecho mal muchas cosas; la primera, no exigir reciprocidad a los musulmanes, no exigir el mismo respeto por las creencias y valores culturales de Occidente. Voy a poner dos ejemplos bien sencillos y fáciles de entender para quien lea esto en Colombia, que es en donde está la mayoría de lectores de esta página.

En 1992, se inauguró en Madrid una mezquita que reclamaba la comunidad musulmana, gracias al aporte económico del rey Fahd de Arabia Saudí. El propio rey Juan Carlos y el príncipe heredero de Arabia Salmán bin Abdulaziz inauguraron el edificio que con sus 12.000 metros cuadrados y seis plantas de estructura se convertiría en la mezquita más grande de Europa. La pregunta es: ¿Habría permitido el rey Fahd la construcción de un templo de iguales o incluso menores dimensiones para el culto de los católicos en la capital saudí? No, nunca, jamás.

Bien, pues en esa falta de reciprocidad es donde empiezan los problemas con la comunidad musulmana en España. En 1992 a nadie se le ocurrió plantear esa pregunta por impertinente y fuera de lugar. Hoy, a la vista de la situación con los seguidores del Corán dentro de la sociedad española, la demanda resulta absolutamente pertinente.

Resulta pertinente pero se hace demasiado tarde. En muchos países europeos, y particularmente en España, en aras de la corrección política, de no ofender la sensibilidad religiosa de los musulmanes, se han hecho verdaderas idioteces. Vean sino el caso de los grandes clubs de fútbol. Tanto el Real Madrid como el Barcelona han cambiado sus escudos para no molestar a los mahometanos.

Florentino Pérez, presidente del Real Madrid con un jeque arabe

Florentino Pérez, presidente del Real Madrid con un jeque árabe

Como se da la circunstancia de que tanto el equipo madrileño como el catalán tienen un buen número de seguidores en los países del Medio Oriente, los dirigentes de ambos clubes decidieron cambiar el escudo de las camisetas que se venden en esa región del mundo, porque ambos tienen en su diseño una cruz. El Barcelona en el cuartel izquierdo superior tiene la cruz de San Jorge (roja sobre fondo blanco, que se encuentra dentro del blasón de la capital catalana). Quedó convertida en una única línea roja vertical.

Y el Real Madrid eliminó de las camisetas del mercado medioriental la cruz que estaba encima de la corona y que da nombre al equipo, desde que en 1920 el rey Alfonso XIII concedió al club el patrocinio real. Son viejas tradiciones que no tendrían por qué verse afectadas por las creencias religiosas de los musulmanes. Pero a esos extremos se ha llegado.

Otro equipo europeo que se ha visto obligado a cambio de imagen, en este caso por el capricho del dueño que es un árabe, es el Paris Saint Germain a cuyo escudo el jeque Nasser Al-Khelaifi le quitó la cuna del rey Luis XV que estaba debajo de la Torre Eiffel en el centro del escudo, y la cambió por la flor de lis. Aunque aquí no hay nada que objetar, son los gustos de un millonario que hace con su juguetito lo que le da la gana.

Pero los casos del Barcelona y del Real Madrid son una vergüenza y buen ejemplo de la manera en que la sociedad europea se ha dejado coger ventaja del peligroso radicalismo musulmán. Claro que sus dirigentes dirán que el negocio es el negocio, pero que asuman la parte alícuota de culpa que tienen en el actual estado de cosas.

Ahora se sabe que la célula que atentó en Cataluña pertenecía un grupo ultra secreto, a tal punto que camufla su fanatismo religioso violando todas las normas y preceptos del Corán para que nadie sospeche de ellos: comen carne de cerdo, beben alcohol, frecuentan discotecas, etc. Lo más importante es poder atentar contra los infieles. Cosa que convierte en sospechosos a muchos más musulmanes de los que la policía tenía hasta hoy en la mira. Y en España los musulmanes hoy son cerca de dos millones. Ahí es nada el problema.

Sobre Juan Restrepo

Periodista. Incorporado al plantel de Televisión Española durante 35 años, fue corresponsal de TVE en Extremo Oriente, Roma; México, desde donde cubrió Centro América y el Caribe; y Bogotá, para la Zona Andina

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