Por la dignidad nacional y de nosotros mismos

Da grima, por decir lo menos, las descabezadas y grotescas declaraciones de los que fungen como gobernantes de nuestra querida pero sufrida hermana República de Venezuela. El cobre de la ordinariez, carencia de información académica, el desconocimiento de las elementales normas de diplomacia y de decencia  salieron a relucir. Todo lo ocurrido por el simple hecho de recibir a un ilustre ciudadano que diciente del tono, forma y estilo de los actuales mandatarios que a nombre del desaparecido Presidente Chávez, quieren usufructuar el poder.

Las relaciones con los países del orbe, están ceñidas a unas normas de respeto mutuo a sus políticas internas que deben estar enmarcadas en los principios democráticos, sin injerencia del lugar, tiempo y modo, – tu me respetasyo te respeto.

Lo ocurrido por la visita del Candidato Capriles, desnuda la frágil democracia de un país llamado a ser modelo por todo lo que posee, especialmente en su riqueza de hidrocarburos, fuentes hídricas, pero sobretodo del capital humano, pero por lo visto, están viviendo la bíblica versión de las 7 plagas.

Por nuestra parte es menester mantener la cultura, serenidad y talante que nos ha destacado a lo largo de la historia Republicana. Lo que si es necesario es hacer respetar nuestra dignidad y el respeto para con la nación y para con nosotros mismos, “Tanto rueda el cántaro al agua, que hasta por fin se quiebra”. Sera que no aparecerá un buen amigo, o amigo de verdad, que le preste ayuda humanitaria al señor in-Maduro y a su combo, para guiarlos por el sendero del buen camino que traducido al mundo real se convierte en un buen gobierno  para la salud mental de propios y extraños. Madre Laura y Hermano Gregorio, ¡ilumínalos¡

Sobre Hugo Artunduaga

A esta edad no hay hoja de vida, solo queda un recordatorio.

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