No era Kuwait, fue Brasil

Colombia volvió a demostrar que no es un espejismo.

 Por: Rufino Acosta Rodríguez
Brasil-vs-Colombia1
Colombia no es un espejismo
Digamos en primer lugar que Colombia no le ganó a Kuwait o a Bahrein. Su triunfo fue sobre Brasil. El equipo que la mayoría de los críticos había desahuciado, con opiniones de diverso calibre y era objeto de desconfianza por parte de la afición, mostró su verdadera cara, la misma que le había permitido cumplir una brillante eliminatoria y más tarde alcanzar el quinto puesto del campeonato mundial 2014. No se trata de un espejismo. Eso quedó claro y de manera fehaciente.
Mano maestra
Después habría que otorgarle el mérito de rigor al técnico José Pekerman, porque en medio de la tempestad, fue el hombre tranquilo de siempre, el capitán que sabe llevar a buen seguro su nave. Monumental en Santiago.
Tras reconocer que se había jugado mal ante Venezuela, no le dio pábulo al derrotismo, pidió tolerancia y comprensión por el trago amargo de una mala noche, y sin quedarse en los lamentos, restableció el orden y dio el voto de confianza de quien tiene fe en sus huestes. De haberse dejado llevar por la onda del desespero quizás la situación sería diferente.
Cuando casi todo el mundo esperaba poco menos que un revolcón en el plantel tricolor, como consecuencia de la caída frente a Venezuela, apenas si hizo un pequeño retoque con la alineación desde el comienzo de Teófilo Gutiérrez, y lo mandó a la batalla contra el país de los pentacampeones mundiales. Lo vimos jubiloso cuando terminó el partido y le sobraban razones.
Razones del triunfo
Colombia volvió a sus raíces, si se quiere ser riguroso, y opuso un planteamiento metódico, preciso y contundente ante los afanes de Brasil, que movió su arsenal estratégico y jamás pudo encontrar el resquicio para llegar a los predios de Ospina con suficiente fuerza y precisión. El gol de Jeison Murillo, quien estuvo a punto de convertirse en villano cuando le devolvió un balón a Ospína y lo dejó a merced de la jauría brasileña que dilapidó su más clara opción con tiro elevado de Roberto Firmino, se quedó corto como recompensa del ritmo dinámico que impuso la tricolor en el primer tiempo. Murillo hace parte de la nueva generación que Pekerman mete de a poco en el contingente que también mira hacia el mundial de Rusia 2018.
No pasa nadie
Pekerman distribuyó las líneas de tal modo que no hubiera libertades para nadie, en particular de jugadores claves como Neymar, se metió en sus terrenos y dejó minas por doquier. La posesión de balón, el anticipo y el dominio técnico fueron la base sobre la que se construyó el camino hacia la victoria, no solo poco habitual (habían pasado 24 años desde la última, Copa América de Chile 1991, 2-0, con goles del samario Antony de Avila y el guajiro Arnoldo Iguarán) sino de un enorme valor práctico y emocional. De los momentos difíciles que se vivieron al cabo del revés ante Venezuela, se pasó a la euforia de un logro de tamaña magnitud.
Disgusto canario
El técnico Dunga, de Brasil, atribuyó la conquista colombiana a la experiencia de sus jugadores pero también dio a entender que su equipo se dejó provocar y cayó en el roce y la fricción. Se explica su desazón, mas no parece ser del todo cierto lo que dice porque Fernandinho trazó la ruta de las infracciones. La marca fuerte se hizo sentir en el medio campo.
Dunga tendría que escuchar las que considero palabras sabias de mi nieto mayor, Juan José Pardo Acosta, al final del juego: «Brasil tiene a Neymar, pero Colombia tiene equipo». La cohesión, el espíritu solidario, el esfuerzo colectivo y el talento le dieron a Colombia su verdadera imagen. Creo que el grupo ofreció una lección a quienes se apresuran a pedir cabezas y a lanzar juicios de fondo sobre la base de un hecho circunstancial y propío del juego como fue lo sucedido contra Venezuela.
Si bien Colombia todavía no ha clasificado, el escenario cambió por completo. El golpe a Brasil tendría que servirle como impulso vital para lo que resta de la rueda eliminatoria. Todavía queda el obstáculo peruano antes de hablar de cuartos.
¿Fallas? Las hubo, sin duda, aunque pocas. Se presentaron en el medio y la defensa y dieron origen a situaciones de peligro. En general, sin embargo, el saldo es ampliamente positivo. ¿Vieron a Zúñiga?  Lo daban por acabado. ¿Y Armero? Mejoró e hizo su tarea en corte y apoyo. Falcao hace el esfuerzo y le cuesta. Pero no deja de luchar. ¿La gran figura? Carlos Sánchez pasa de largo. Fabuloso desempeño de La Roca. En la misma línea estuvieron James, Cuadrado y Teófilo, a quien Pekerman atribuye un papel fundamental. ¿Y la parada de Ospina a Neymar? (Con amarilla incluida para el brasileño, quien metió la mano).
Final de bochorno
Los incidentes que se presentaron al final del encuentro pusieron la nota gris a lo que sin duda resultó uno de los mejores espectáculos de la Copa. En realidad fueron desarrollo de roces que hubo durante el juego. Neymar comenzó con un balonazo sobre Armero y Carlos Bacca, quien había entrado por Teófilo  Gutiérrez, le metió un empellón. Todos intervinieron para calmar los ánimos mientras el árbitro chileno Enrique Osses buscaba a Neymar, quien ya entraba al camerino, para mostrarle la tarjeta roja y enseguida a Bacca para los mismos efectos. Me parece que la reacción del delantero colombiano fue de cabeza caliente y desde luego exagerada. El efecto del intercambio de empujones e insultos es la exclusión automática de dos buenos delanteros para el siguiente compromiso. Pagan sus errores.
Para el cierre: si Brasil se vio flaco fue porque Colombia le cerró la despensa.

Sobre Rufino Acosta

Periodista y abogado. Se inició en el programa Deporte al Día, de La Voz de Santa Marta, en 1960. Trabajó con El Informador de la capital del Magdalena entre 1961 y 1964. Fue corresponsal de El Espectador en 1964 y desde 1965 hizo parte de la redacción deportiva en Bogotá, hasta su retiro en 1998. Estudió Derecho en el Externado de Colombia (1965-1969). Afiliado al CPB y Acord Bogotá.

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