Luis Miguel «o solé Mió»

Tomado del libro: Nos pagaron por divertirnos.
Por: Edgar Hozzman

EMI México me envió un télex solicitándome una especial colaboración en la promoción y proyección de un cantante infantil que había llegado a la compañía recomendado por el Presidente de México, José López Portillo. El nuevo artista era Luis Miguel, quien había grabado su primer álbum «1 +1 = dos Enamorados». El tema que servía de presentación al disco de larga duración del novel cantante, tenía otra versión en la compañía Codiscos en la voz del español Pedro Marín, por lo cual solicité a México contemplara la posibilidad de que Luis Miguel visitara Colombia, sugerencia que fue aprobada inmediatamente. La gente de EMI comentó que el costo del viaje promocional del cantante era más económico que el de cualquier otro artista, ya que no necesitaba sino una habitación que compartiría con su manager y tío Paco, hermano de Luisito Rey, a quien había conocido a finales de los sesenta, cuando anduvo rebuscándose la vida en Colombia y Venezuela.

Esta fue la primera salida internacional de Luis Miguel. Cuando lo ofrecí en las programadoras Jimmy Salcedo me dijo: «No jodas, Hozzman, que me vas a embarcar con este chinito, los pasajes valen un billetón, tú sabes que te ayudo pero no abuses, marica». JES (Julio Sánchez Vanegas) manifestó: «A ver, chino, ¿qué trae para «Espectaculares Jes»?, no seas marica, ¿quién conoce a este muchachito”. Jorge Barón, por su parte, me comentó: «A ver, artista, ¿cuál es la estrella de la que me estás hablando?» A Barón sí le respondí con convicción «Jorge, este muchachito es la revelación de México», Después de varios intentos logré venderle la idea a Barón.

Cuando fui a registrar a Luis Miguel en el Hotel Tequendama, la recepcionista me preguntó: «¿Cuál es el nombre de la niña?». Tuve que aclararle que era un niño. La futura estrella acababa de cumplir once años. Ese día estaba estrenando una chaqueta de cuero negro, se sentía importante, ya dejaba entrever una personalidad altiva y en aquel entonces su ídolo era Miguel Bosé, al que imitaba en algunas actitudes, al igual que las del agente secreto 007. Esa noche los invité a comer al Restaurante El Virrey dentro del Hotel. El niño no opinaba, su único afán era descansar y ver televisión.

Paco, un gallego rumbero de siete suelas, me comentó:

– Al nene lo voy a acostar, consígueme buena «nieve’ (cocaína) y un par de golfas y mañana será otro día.
– Hermano -le contesté-, ¿tú sabes lo que me estás pidiendo?, no te busques líos».

– ¡Coño, tú eres un pendejo; Por la policía no te preocupes: en México soy capitán de la secreta -y mostró una placa que lo acreditaba como miembro de ese cuerpo de seguridad-. Tú no sabes que el padrino de mi sobrino -agregó jactanciosamente- es el jefe de la policía mexicana. Por él llegamos al presidente López Portillo, es un hombre muy poderoso en ese país.
Años más tarde este jefe policiaco fue enjuiciado y castigado en México. Paco no había cambiado, era el mismo: buena vida irresponsable. Lo había conocido años atrás, su personalidad osada e inmadura era capaz de comprometerlo en proyectos que rayaban en la locura, no medía ni era consciente de las consecuencias.
Luis Miguel cumplió el plan promocional sin poner objeción alguna. Mi recomendación a Raúl Campos, el promotor que lo acompañó, fue: «No le dé descanso, visite todas las emisoras, revistas y periódicos». Luis Miguel estaba encantado con la agenda promocional, lo cual era nuevo para él y lo hacía sentir importante.
Como de costumbre tuvimos que cumplir con los absurdos y arbitrarios pedidos del Instituto de cultuta y Turismo. La presentación gratuita se realizó en un ancianato. En televisión interpretó otro aire andino acompañado por Carlos Franco, quien impresionó a Luis Miguel al cantar algunos temas de Luisito Rey, Durante la grabación demostró personalidad, seguridad y talento. Viéndolo en escena recordaba lo que me había dicho Luisito Rey, 15 años atrás: «No ahorraré esfuerzos para que mi hijo sea un Elvis y haga realidad mi fantasía de ilusiones lejanas: que sea lo que yo no he logrado». Hoy, al observar algunos shows y fotos de las más recientes grabaciones de Luis Miguel, encuentra uno gran similitud con ciertas actitudes del Rey del Rock, lo que demuestra la definitiva influencia que tuvo Luisito Rey en sus primeros años. Heredó el talento escénico de su madre Marcela Basteria y musical de su padre, quien más que cantante fue buen guitarrista y compositor.
Conozco algunas canciones que Luisito Rey compuso en Colombia y otras que están durmiendo el sueño de los justos en el archivo de Sony Music. De estas últimas la que más me caló, «La historia de alguien que no nació» (Ref CBS 14928). Si algún día Luis Miguel las grabara, además de rendirle un justo homenaje póstumo a su padre, sería un buen acierto en su carrera artística.
Esta visita inicial a Colombia del futuro «Sol de México» fue el primer paso en su vertiginosa carrera internacional. Volvería dos años más tarde, manejado directamente por la gente de EMI que había alejado a Paco del artista, con el argumento de su mal trabajo e irresponsabilidad. En esta oportunidad ya se asomaba en Luís Miguel el embrión de la estrella: exigente, petulante, con afanes de conquistador: a sus 13 años era un don Juán.
A comienzos de los noventa, cuando ya era bastante popular, volvió. Intenté entrevistarlo para el programa que hacía con William Vinasco en Acuario Stero, «El mundo del espectáculo”. Ya no fue posible, no me recibió. Sin embargo, a última hora nos encontramos en el aeropuerto El dorado.
– Luis -le dije– qué pronto olvida a las personas que creímos en usted cuando estaba comenzando.
– Los tiempos han cambiado, el ayer no existe -me contestó-.
– Suerte, Luis -le refuté-
-Gracias.

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