Las Intimidades del Emperador Hirohito Contadas Por un Colombiano

Por: Gilberto Castillo.

Luis Carlos Velásquez

Luis Carlos Velásquez

Hirohito, el emperador que por más tiempo gobernó a Japón, descendiente número 124 de esa monarquía (cuyos 2.658 años de existencia la convierten en la más antigua de la humanidad), desde muy niño, en su calidad de príncipe heredero, fue educado bajo las más estrictas reglas de la tradición imperial.

A los tres años de edad es separado de sus padres y su educación queda a cargo de los servidores de la corona, en una casa aparte, donde se le impide cualquier contacto con el mundo exterior. Es tanta la restricción de sus tutores, que solamente pudo leer un diario japonés años después, cuando es huésped del Rey Jorge V, en el palacio londinense de Buckingham. A los siete años se convierte en discípulo del conde Maresuke, quien a la muerte del anterior emperador, mató a su propia esposa, y posteriormente se suicidó arrojándose sobre una espada. Según el conde, era su deber acompañar a su emperador en su último viaje. Hirohito no aprobó el gesto de sublime fidelidad de su maestro y para un futuro buscó rodearse de personas que no fueran tan conservadoras.

En su calidad de príncipe fue el primero en eliminar una antiquísima tradición de los miembros de la dinastía, y contra toda oposición, a bordo de la embarcación Katori, acompañado por un séquito de más de 1.000 personas , realizó una gira por Europa. La creencia de que el príncipe imperial se iba a exponer a los maleficios e impurezas de los bárbaros extranjeros, hizo que una docena de miembros pertenecientes a la secta nacionalista del Japón, prometieran suicidarse si el príncipe no se retractaba de su viaje. Cuando Hirohito bordeo las costas europeas cumplieron su promesa.

Un estudiante recatado y bien vestido

Las biografías que se conocen del emperador, y que salen a la luz pública, únicamente con el visto bueno de los principales burócratas de la casa imperial, sólo hablan de sus estudios en el Japón, pero según el ingeniero colombiano Luis Carlos Velásquez (estudiante de la universidad la Sorbona de París en 1926), Hirohito estudió Derecho y Ciencias políticas en esta universidad parisina, pero no se pudo graduar porque sus deberes monárquicos se lo impidieron.

“No tuve mucha oportunidad de intimar con él, porque estudiábamos dos carreras completamente distintas: él Derecho y Ciencias Políticas y yo Ingeniería Electrónica”, dice el doctor Velásquez. “Mi hermano Carlos Alberto (ya fallecido) si fue su compañero de clase en algunas materias, pues estaba a uno o dos semestres adelante del príncipe en la misma carrera. Casi siempre lo veía por los pasillos de la universidad y alguna vez, estando con mi hermano, los oí hablar brevemente sobre las conferencias y clases que tomaban. Vestía dignamente, con traje de paño, corbata y sombrero. Por su modo de ser distante y recatado, sin ser hosco, inspiraba respeto. Hablaba perfectamente el francés y no tenía amistad con alguien especial. Saludaba cortésmente, con mucho señorío, inclinando ligeramente la cabeza.

Alrededor de la universidad, había unos restaurantes populares, donde almorzábamos los estudiantes. De vez en cuando él se quedaba a almorzar, pero se sentaba solo en la mesa de un restaurante de mayor categoría, que estaba un poco más allá de los predios de la universidad. No reparábamos mucho en el príncipe, porque en esa época se presentaron las crisis de las grandes monarquías como la de Rusia con el zar Nicolás , la de Alemania con el káiser, la de Checoslovaquia y otras; por lo tanto, lo considerábamos como un joven que quería aventurar como monarca. Lo dejamos de ver entre los meses de noviembre y diciembre del año 26, y volvimos a saber de él cuando ya había sido coronado como emperador”.

Para los japoneses era un Dios

Hirohito es el emperador que más cerca ha estado de su pueblo, inclusive en las épocas más críticas, como al final de la Segunda Guerra Mundial, cuando los norteamericanos lanzaron la bomba atómica sobre las ciudades de Iroshima y Nagasaki y los principales generales del ejército japonés, desobedeciendo la “divina orden” del emperador, se negaron a capitular a favor de los aliados. Ante la testarudez de los comandantes, Hirohito decide realizar un acto sin precedentes: hablarle al pueblo, en su calidad de emperador, a través de la radio.

En un megáfono que hace traer y que aparentemente es el primero que ve en su vida, graba un breve discurso que será difundido posteriormente por la radio. Pero los insurrectos, tratando de evitar que la “voz divina” se escuchara, asesinan a los hombres más cercanos al emperador, buscando la cinta grabada.

El 15 de agosto de 1945 a la 1:30 de la tarde, se hace público el mensaje. Al escuchar la voz, muchos japoneses se sintieron indignos de semejante honor, por lo que decidieron suicidarse públicamente en las calles.

El señor Matsushita, forjador del imperio Panasonic, en un artículo publicado en diciembre de 1985, dice: “Ese 15 de agosto me encontraba con los altos directivos de la compañía en la sala de conferencias para escuchar la voz del emperador. Todos estábamos en silencio y nerviosos porque algo sin igual en nuestra historia iba a ocurrir. Creo que así estaba el resto del país”.

Pero no sólo esto conmovió al pueblo. Después de que los comandantes japoneses firmaron la capitulación a bordo del barco Missouri; el 27 de septiembre, el emperador llegó hasta la embajada de los Estados Unidos a entrevistarse con el general Mac Arthur, comandante de las fuerzas de ocupación hasta 1952. Al día siguiente, los periódicos publicaron la entrevista y algunos japoneses al ver las fotos y notar que Mac Arthur había recibido a su emperador en mangas de camisa, con las manos en la cadera, se aplicaron la ley del samurái suicidándose, por esta falta de respeto al emperador.

Durante esta entrevista, el emperador le pidió al general norteamericano que a cambio del perdón para su pueblo, él se responsabilizaba de todos los crímenes de la guerra. Mac Arthur, obviamente no aceptó, pero el pueblo le agradeció este gesto, ya que el emperador no tuvo nada que ver con el ingreso de su país en la guerra, porque este tipo de decisiones las tomaban los altos mandos militares.

Por “insinuación” de Mac Arthur, Hirohito le habló por segunda vez a su pueblo el 1° de enero de 1946, para decirles que él no era ninguna divinidad, sino un hombre de carne y hueso como todos.

Estudioso de las ciencias naturales

Hirohito, antes que gobernante era un estudioso de las ciencias naturales, y de sus investigaciones se han publicado seis libros y quince ensayos. En esta tarea investigativa siempre lo ha acompañado la princesa Nagako, su esposa, con quien se casó en 1924, fecha en que por primera vez se dirigieron la palabra, después de seis años de noviazgo.

A partir de 1946, gracias a la nueva Constitución impuesta por Mac Arthur, Hirohito tuvo más tiempo para sus investigaciones, debido a que sus funciones se limitaron a ser simplemente protocolarias. Su vida en palacio transcurría así antes de caer enfermo: se levantaba a las siete de la mañana y luego de un estricto chequeo por parte de sus médicos y enfermeros, desayunaba con la emperatriz en un recinto privado, y a partir de esa hora hasta la diez leía los periódicos. Posteriormente se dirigía al palacio oficial donde firmaba documentos o recibía a los representantes de los gobiernos extranjeros. Esto lo alternaba con sus pasatiempos favoritos: observar programas de televisión y ver lucha zumo entre colosos, que llegan a pesar casi doscientos kilos.

Esto es lo poco que se conoce en Occidente del aspecto humano de este hombre, cuya vida privada es guardada celosamente.

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