Las fuerzas militares en el posconflicto

El general Bonett, conocedor del conflicto armado de Colombia porque hizo parte activa de él en calidad de militar por más de 40 años; asiduo estudioso del mismo por su condición de investigador y docente universitario; conocedor de sus orígenes y consecuencias;  nos muestra, en este análisis real, y posiblemente crudo, lo que puede llegar a ser la etapa del pos-conflicto en Colombia: sus fortalezas y sus  debilidades, haciendo, quizá,  desde su experiencia, algún aporte para el éxito del mismo.

Por: General (R) Manuel José Bonett Locarno – Docente investigador Universidad del Rosario

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He tenido la oportunidad de recorrer varios países para tratar este tema del posconflicto, reuniéndome con los militares retirados que fueron los que ejercieron la autoridad y desarrollaron las operaciones en los momentos máximos de confrontación, que precedieron a los respectivos procesos de paz. La mayoría de esos países tuvieron gobiernos militares y también fuertes acusaciones por violaciones sistemáticas de los derechos humanos. En Colombia nunca hemos incurrido en violaciones a la constitución ni suplantación de la autoridad civil y por esta razón no podemos permitir que se nos compare con otros países por que el combate al terrorismo, la narcoguerrilla y demás agentes generadores de violencia lo hemos ejecutado dentro de la ley y con el apoyo y reconocimiento de la población.

En Colombia la sociedad quiere a su ejército

La sociedad de Colombia no nos detesta como sí observé en otros países donde los militares tenían que viajar a sus oficinas vestidos de civil por que la población no los quería ver. En Colombia los militares somos una institución que en las encuestas aparece con el 82% de aceptación pública, muy por encima de otras instituciones representativas de nuestra democracia. Ello demuestra el aprecio y el respeto que la sociedad colombiana le tiene a su fuerza pública. Algunas instituciones minoritarias se han dedicado a una campaña de desprestigio con el fin de recaudar fondos y lograr personerías internacionales mediante una estrategia de acusaciones con falsos testigos que no tienen otro objetivo que apoyar veladamente a los agentes generadores del conflicto y conseguir de paso dinero por las reparaciones con que se sanciona a Colombia. Gran parte del dinero de estas reparaciones, queda en los bolsillos de los abogados que componen estos colectivos.

Hablaba uno de los expositores de la Corte en este foro sobre la fuerza pública de Guatemala. Estuve reunido con los militares que tuvieron que decidir sobre el proceso de paz de ese país y se manifiestan engañados por que decidieron los negociadores civiles y la guerrilla presentar una ley de amnistía, de perdón y olvido. Además impusieron una Comisión de la Verdad que terminó culpando al Ejército de todos los males de la guerra. Esas leyes de amnistía para los militares ya fueron derogadas en la mayoría de los países de América Latina. Faltaba la de Chile, y la presidenta Bachelet ya presentó en el congreso el proyecto de ley que deroga esa amnistía para los militares. También me reuní con militares retirados de Uruguay, que eran simplemente oficiales subalternos en la época de la violencia terrorista y la situación de ellos es muy crítica. Mi conclusión en este primer punto es que en el proceso de toma decisiones políticas después de un proceso de paz, la opinión nacional no cuenta como tampoco se considera el 1 Resumen CV.

sometimiento de los militares a la autoridad civil. En el caso colombiano, los conflictos internos desde los años 40´s han sido de carácter eminentemente político empezando por la llamada violencia que no fue sino una confrontación irracional entre partidos liberal y conservador de esa época. Ese es el origen de la actual confrontación, pero es más rentable al final de las guerras juzgar a los militares, los políticos y cabecillas guerrilleros normalmente pasan a alternarse en el poder. La clase política de América Latina nunca responde por sus pecados y parece eterna en medio de su probada insensibilidad y perversidad que 200 años después de la independencia, nos mantiene en un estado de atraso que no se corresponde con los inmensos recursos que se han gastado.

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En cuanto se refiere al caso Colombiano es necesario comenzar por el denominado Posconflicto. Se escucha en foros, se lee en los periódicos y se ve en la televisión sobre este tema. Nos imaginamos lo que se va a firmar en la Habana, que será lógicamente un acuerdo de cese bilateral del fuego con su contenido fundamental del cese de hostilidades, más unas condiciones mínimas para que el país comience a retomar la seguridad ciudadana, las condiciones de vida permitan un mejor desempeño de la nación en todos los campos sin la interferencia del terrorismo. El la Habana no se firmara la paz porque eso es una actitud de la nación que requiere un proceso más largo que incluye aspectos fundamentales como son el perdón, el olvido y la reconciliación, sin olvidar la reparación y la aceptación de las responsabilidades. A eso lo llamamos posconflicto, y yo calculo que puede tomar una o dos generaciones. El tema de las hostilidades no se refiere a la confrontación armada en sí, sino que contiene todos los actos contra la población, las instituciones y los recursos nacionales. Incluye el reclutamiento irregular, la extorsión, los crímenes sexuales, el narcotráfico, la minería ilegal, los tráficos en general y todo tipo de actividad delictiva que ponga en peligro la seguridad de la nación. Dos condiciones indispensables para que el proceso tenga éxito son: la previa concentración de todas las bandas que conforman las Farc en zonas previamente seleccionadas por ambas partes y la entrega de armas. El gobierno colombiano debe responder por la logística y seguridad de esta concentración. Sin estas dos condiciones no puede haber firma de la paz.

¿Qué es el conflicto colombiano?

Ante todo debemos hacernos esta pregunta: ¿Qué es el conflicto colombiano?, ¿será que es una simple confrontación armada entre los actores del conflicto? Y si así fuera, ¿cuáles son esos actores del conflicto? La tendencia política interna y también la internacional prefiere afirmar que los actores se reducen a los guerrilleros y a los soldados; que ellos son los culpables de todo. La clase política se desliga de cualquier responsabilidad social, económica, y también histórica, sin olvidar el paramilitarismo que en Colombia comenzó con otros nombres desde los albores de esta guerra. En otras palabras, y de acuerdo con este pensamiento, si mañana desaparecen tanto la fuerza pública como la guerrilla el conflicto desaparecería de forma milagrosa. Ante esta posición simplista que comparten la academia, la clase política y gran parte de la opinión internacional que desconoce.

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la realidad colombiana, nos podemos preguntar: ¿Quién es el perpetrador del despojo de tierras, del desplazamiento forzado, de la organización de grupos de autodefensa y de la inequidad rampante que afecta a nuestro país?, ¿y que podemos decir de la corrupción que ha saqueado nuestras arcas durante siglos? Colombia hoy muestra índices de desarrollo social que dan vergüenza ante la opinión internacional, y tenemos fama de ser uno de los países más ricos de Latino América, pero eso es gracias a la naturaleza porque el liderazgo nacional ha fallado totalmente en la conducción del estado. Estos crímenes que acabo de enunciar no son producto de la guerra sino de la asimetría social de Colombia, causa primaria de la confrontación. A la opinión colombiana y a los militares y policías nos gustaría escuchar alguna vez una respuesta a este interrogante.

Tema agrario cambio por la fuerza

AGRARIO

Cuando mi generación comenzó la carrera militar, encontramos que el país había cambiado su estructura de tenencia de tierras porque el tema agrario cambio por la fuerza, el asesinato y las masacres ejecutadas durante la violencia liberal – conservadora de los años 40 y 50. Creo que esta violencia patrocinada y originada por grandes personajes nacionales que después fueron presidentes de la república y ocuparon la totalidad del poder político de Colombia fue la culpable del gran cambio que sufrió nuestra clase campesina y de la urbanización del país que hoy, de acuerdo con las últimas cifras del DANE, es del 80% de colombianos viviendo en las ciudades y solo un 20% en el campo. Estos líderes que provocaron la llamada violencia liberal – conservadora, decidieron terminar la confrontación armada y acordaron repartirse el poder durante el llamado Frente Nacional, pero no todo terminó ahí, porque en la actualidad ese mismo poder político y económico lo detentan sus epígonos. Creo que esta es la causa de la drástica reducción de la producción agrícola debido a lo cual, nuestro país paso de ser autosuficiente en alimentos a ser hoy es un neto importador. Todo esto gracias a la irracional confrontación ideológica entre los grandes líderes de nuestra nación, lo que posteriormente dio inicio a lo que hoy llamamos el conflicto interno armado o simplemente la guerra interna. Para esta época, el ejército no estaba comprometido en esa lucha, no teníamos una policía nacional profesional que respondiera por el orden público y el mantenimiento de la seguridad interna estaba a cargo de una policía política llamada “La Chulavita” que solo servía para cumplir los designios del gobierno de turno. Tampoco existía la guerrilla y sin embargo durante esa época se cometieron las peores masacres de nuestra historia, cuya cifra generalmente aceptada es de 300.000 muertos. Aquí cabe preguntarnos ¿Quién o quienes cometieron tantos asesinatos si para la época no existían fuerzas formalmente enfrentadas en la zona de combate, exceptuando talvez a las llamadas guerrillas del Llano, que muy pronto se desmovilizaron? También seria valida la pregunta ¿Cuáles fueron los actores del conflicto en esa terrible confrontación? ¿Por qué en la actualidad se tiende a creer y se ha vendido la idea de que esta confrontación colombiana es producida por la fuerza pública y en algunos casos por la guerrilla? Pero la historia nos enseña que sus raíces están en otros frentes del poder nacional. Mi conclusión en este primer punto es que el conflicto armado colombiano no puede reducirse a la simple confrontación de soldados y guerrilleros porque es muy amplia la participación de casi todos los sectores sociales del país por diferentes razones, bien sean económicas, políticas o sociales.

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Entrando al caso de hoy que se refiere al posconflicto, quisiera iniciar con tres preguntas: la primera es ¿Cuál es la cantidad de conflicto que se va a desactivar en Colombia en caso de que las FARC decidan acogerse a la vida legal?, en segundo lugar nos preguntamos ¿Qué amenazas para la seguridad nacional quedan vigentes y que representan un verdadero peligro tanto para la población como los recursos naturales y las instituciones? Y finalmente el interrogante básico para mi es ¿Cuál es el estado de Construcción Social que tiene Colombia para afrontar el posconflicto que debe tener como ya se dijo una alta dosis de tolerancia, perdón y olvido? ¿Estamos, los colombianos en capacidad de perdonar y de entrar a la convivencia y el estado colombiano tiene la capacidad para liderar esa reconciliación?

Seguridad, estructuras de la nación

Lo que nos debe preocupar hoy es el crucial aspecto de la seguridad ciudadana, porque de ella dependen las demás estructuras de la nación tales como la producción, la economía, el comportamiento social, las relaciones internacionales y muchas otras variables que nos deben configurar en el futuro como un estado viable. Nuestra generación empezó su vida bajo el combate y la confrontación descrita en párrafos anteriores y mal que bien la fuerza pública ha sostenido el armazón de la republica mientras otros frentes del poder nacional han fallado lamentablemente en la mayoría de los puntos que se requieren para que una nación funcione; esa es la razón por la cual la construcción social nos preocupa tanto porque ella no será posible si no hay un cumplimiento de las necesidades básicas insatisfechas y el país no sigue observando el creciente y lamentable fenómeno de la mala política y de su hija directa, la corrupción. La solución esta de manera excluyente en manos de los líderes que manejan las instituciones del estado.

LEY DE SEGURIDADEntonces el posconflicto y las tres preguntas formuladas anteriormente, que se refieren a la cantidad de conflicto que se va a desactivar, a las amenazas que seguirán vigentes, y a la calidad de nuestra construcción social para afrontar el postconflicto, ¿Nos permitirán una vez se firmen los acuerdos con las Farc vivir una vida más tranquila y producir más? Lo que observamos hoy en la vida nacional reflejada en los medios de comunicación es una completa inseguridad ciudadana representada en las ciudades por la intolerancia, la violencia intrafamiliar, los asaltos a bancos, almacenes, buses, residencias, el tráfico humano, el narcotráfico, las violaciones a mujeres, inclusive en los buses y de más actos que perturban la vida social ¿Tienen algo que ver con el combate armado que se conduce en las áreas rurales del país? Por eso es bueno repetir: no está bien creer que si se firma un acuerdo con las Farc en la Habana, vamos a lograr la paz para Colombia. El último informe del Instituto de Medicina Legal

Sobre la violencia y la inseguridad de Colombia, nos permite deducir que de los 25.225 casos por muertes violentas reportadas en el país en el 2014, solo el 10% corresponde al conflicto entre los grupos armados ilegales y las fuerzas de seguridad. Habría que averiguar si ese 90% restante va a desaparecer en el caso de que se firmen los acuerdos de la Habana. Se requiere una acción del estado mucho más profunda para que nuestra nación alcance términos más tolerables en materia de seguridad y las decisiones deben llevar a soluciones integrales y de largo plazo

Todo esto nos permite a mi juicio, adelantar una conclusión inicial que parece simple pero que no es entendida por grandes sectores de la nación y por la casi totalidad de la academia, que consiste en que el llamado conflicto colombiano no es producto simplemente de la confrontación activa entre la fuerza pública y los grupos armados ilegales. Aparentemente es así por la visibilidad de los combates y las bajas, producto de los mismos, pero hay otros factores mucho más delicados que aceleran el conflicto, algunos de los cuales son muy graves y casi insolubles como son el desplazamiento forzado, el despojo de tierras, la corrupción, el crimen organizado y muchos otros que por más que desaparezcan los agentes armados no nos van a dejar vivir en paz. Por esta razón, debemos decir que las soluciones al conflicto deben ser integrales y de largo plazo.

La minería ilegal, las Bacrim y otros problemas

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Para ilustrar un poco el caso de las amenazas que siguen vigentes podemos citar a las bandas armadas criminales o BACRIM que, en colaboración con la narcoguerrilla, se ha apoderado de los tráficos, constituyendo así el llamado crimen organizado. Un ejemplo que ilustra el problema es la minería ilegal, particularmente el oro que les deja grandes ganancias, especialmente en el área geográfica comprendida entre los ríos Cauca y Magdalena, donde se encuentran la mayoría de los yacimientos de nuestro país cuya explotación es en gran medida ilegal. Este tráfico no solo afecta la tranquilidad pública y la seguridad de la región sino que daña de manera irreversible al medio ambiente por que el mercurio utilizado en la producción, contamina las corrientes de agua que abastecen a las poblaciones de la región que son muchas porque es un área grande sino que además esas corrientes finalmente terminan en los ríos Cauca y Magdalena donde no solo contaminan las aguas para uso humano sino que están acabando con la pesca, base fundamental de la economía de esa región. Hoy el oro colombiano es manejado en gran proporción por esas bandas criminales en detrimento de las artesanías como la joyería y la economía de un número creciente de población. Pero las BCRIM no solo se apoderaron de la minería ilegal, que según los últimos cálculos ya supera en beneficios y bajos riesgos al narcotráfico, sino que también controlan el tráfico de gasolina, el tráfico humano, el contrabando y muchos otros crímenes.

¿Cuánto nos tomará un posconflicto? Un posconflicto debe tomar generaciones para que comience a producir resultados visibles. Todavía hay posconflicto en Estados Unidos por la Guerra Civil, que este año se están conmemorando 150 años de su final y de la muerte del presidente Lincoln por culpa de la misma guerra. Todavía hay estados en el sur que usan la bandera confederada, el himno y la música relativa a la confederación; varias personas tienen en su placa del carro la bandera del sur. En las emisoras del Sur suena música confederada relacionada con la guerra. Hablaba con un ciudadano de Texas que está dolido porque no han podido ganar la demanda para el uso de la bandera confederada en la placa del carro y me dijo “es que tenemos una población negra muy grande y una población mexicana muy grande y ellos se oponen a que ganemos esto”. Hay efectos del posconflicto todavía 150 años después. Un artículo que salió en el New York Times hace como un mes, habla de los efectos ambientales de esa guerra que nunca podrán ser arreglados, calculan en 4 millones de hectáreas dañadas por los bombardeos y los efectos que produce la guerra. Si esto es así en una nación tan desarrollada como los Estados Unidos, ¿Qué podemos esperar de nuestro posconflicto, donde se calculan unos diez millones de hectáreas laborables expoliadas a sus dueños ancestrales y una cifra igual de personas desplazadas por la fuerza que viven hacinadas en el ambiente hostil de las ciudades?.

Ya dije que si se firma un acuerdo en La Habana será cese al fuego y en lo posible -ojalá que venga rápido- un cese de hostilidades. Si esto sucede, yo creo que ya pudiéramos pensar en vivir bien, porque ya podríamos trabajar, la gente de campo manejar sus fincas, las empresas se pueden establecer en Colombia, aumentar la inversión interna y externa y en términos generales incrementar la producción y el nivel de vida de los colombianos, que hoy es uno de los más bajos de América Latina.

Para todo lo que he expresado en este foro, me baso en el artículo segundo de la Constitución Nacional que contiene los Fines Esenciales del Estado, y le asigna a la fuerza pública unas misiones básicas para el sostenimiento y la conservación de la república. En el Congreso Nacional se hacen debates sobre que van a hacer con las fuerzas militares durante el posconflicto como si la nación fuera a entrar en una paz única en el mundo. Ya se expresó anteriormente cuáles serán las amenazas internas que siguen vigentes y no podemos olvidar a nuestros vecinos que como Venezuela y Nicaragua, siempre serán hipótesis de guerra que deben ser analizadas de manera permanente, en especial Venezuela, que no oculta su permanente actitud agresiva hacia Colombia ya que la única forma como Maduro puede sostenerse en el poder, es inventando amenazas foráneas pero totalmente enfocado en Colombia.

La Integridad Territorial es función de las Fuerzas Militares, ¿y quién más puede garantizar la independencia nacional? A renglón seguido, siguiendo el tema de los Fines Esenciales encontramos del de servir a la comunidad. Este es vital porque en michas regiones de Colombia, donde no hay presencia del estado, la única entidad que puede apoyar a la comunidad es la fuerza pública. Esto demanda muchos esfuerzos y recursos tanto humanos como materiales y financieros, y como ejemplo podemos citar lo ocurrido en Salgar, Antioquia, que fue afectado por una creciente. Todos vimos los helicópteros, a la Fuerza Aérea, a los ingenieros militares que hicieron el acueducto y mejoraron el paso del rio y además dieron seguridad. Eso es servir a la comunidad, ahí están los soldados y policías desplegados por todas las carreteras, en los desastres, trasladando abastecimientos a una región aislada y ayudando a la seguridad para que la gente se pueda alimentar. Ese es el primero, o sea servir a la comunidad, pero son muchos los fines esenciales del Estado que nos dan razón de ser y que nadie puede estar diciendo ¿Qué vamos a hacer con las Fuerzas Militares?, ¡está en la Constitución, artículo segundo! La nación colombiana requiere frecuentemente la presencia de la Fuerza Pública, y sin embargo la academia, la política y parte de los medios de comunicación se viven preguntando ¿y que vamos a hacer con la fuerza pública después de firmados los acuerdos de paz?

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Con el ambiente que hay de paz, prosperidad y tranquilidad, se dice que al día siguiente de la firma del proceso de paz, el país va a crecer unos 2 puntos más del PIB. En las secciones económicas de los diarios dicen que no somos competitivos para crecer, que la industria prefiere los otros países porque la cantidad de requisitos que hay en Colombia son grandes y que las utilidades no son tan grandes porque no somos competitivos, porque los costos en Colombia son muy altos para producir un zapato. Dice El Tiempo -que no es un periódico de oposición-, que los costos de energía en Colombia, que los costos de transporte, la dificultad para transportar los productos a los puertos es tan grande, que por esta razón Colombia no es tan competitiva. Estados Unidos después de la guerra trasladó sus polos de desarrollo a las costas, desarrolló sus puertos y abrió otros nuevos puertos y por eso es que Miami no es el mismo de los setenta ni los sesenta, es un monstruo de comercio exterior. Y así es San Francisco, Los Ángeles, San Diego, Houston. Sacaron su capacidad productiva del interior y la trajeron donde se necesitaba. Colombia cada día concentra más su capacidad productiva en el interior, entonces traer un contenedor desde Cartagena o Buenaventura, vale más en tiempo y en dólares que traer ese mismo contenedor desde cualquier país hasta uno de nuestros puertos.

La carencia de puertos también son un problema

Hace 200 años recibimos tres puertos de los españoles. Fue la herencia que nos dejó la metrópolis, Santa Marta, Cartagena y Buenaventura. ¿Cuántos puertos tiene Colombia hoy? Santa Marta, Cartagena y Buenaventura. Tenemos tres puertos, ¿cómo es posible que en 200 años de vida republicana, con 3.000 kilómetros de litoral y en una posición geográfica ideal, Colombia no haya hecho un puerto más? ¿Qué podemos decir de los ferrocarriles que son la columna vertebral del transporte interno de carga pesada y pasajeros en cualquier país? Hace 70 años teníamos una red amplia que cubría gran parte del territorio nacional, y por lo menos los puertos estaban conectados, pero los intereses privados y la presión de los transportadores terrestres, acabaron con ese gran recurso nacional. Cualquiera de nosotros puede preguntarse ¿y que tienen que ver los puertos, los ferrocarriles y las carreteras con la seguridad nacional? La respuesta depende de cada uno.

PUERTOS¿Qué pueden hacer las Fuerzas Militares en el posconflicto? Ya lo dije, primero, seguir combatiendo las amenazas que van a crecer, y se presentara una mutación en los sistemas de violencia, no solo contra la fuerza pública que está preparada para enfrentarlos, sino contra la población, los recursos y las instituciones. Las Fuerzas Militares son ideales como agentes de consolidación; porque lo único que tiene el Estado para el posconflicto, son las Fuerzas Militares: ellas son bien recibidas en los pueblos, son apoyadas por la población, pueden hacer cosas que la empresa civil no puede hacer, pueden hacer carreteras, puentes y otras obras en áreas de difícil acceso, que garantizan al estado colombiano la presencia y la ejecución de proyectos en todo el territorio nacional.

Imagínense un mapa de Colombia. Párense en Barranquilla y caminen todas las fronteras de nuestro país y den la vuelta hasta llegar otra vez a Barranquilla, o sea el perímetro de Colombia. Tendrán que caminar 6.000 kilómetros. De esos ¿cuántos calculan ustedes que no están protegidos? Ese perímetro de la costa pacífica, de la frontera con Venezuela, el Río Orinoco, ¿ese perímetro quién lo cuida? Son las fronteras. El espacio aéreo de Colombia está abierto al mundo. La red de radares y de vigilancia de detección aérea no está totalmente conectada con los aviones de combate para reaccionar en cualquier momento y salir a interceptar el avión intruso. No es suficiente para el territorio. Puedo asegurarle a este auditorio en su mayoría militar, que nuestras fronteras y los espacios marítimos y aéreos tienen una protección mínima, y por esta razón el estado colombiano no puede cumplir con los fines esenciales ordenados por La Constitución y tampoco para garantizarle un tolerable margen de seguridad a la nación. Así que no hay que aceptar el irresponsable argumento de esa minoría, en el sentido de que una vez firmados los acuerdos de la Habana, hay que reducir a las fuerzas militares.

¿Qué pueden hacer las Fuerzas Militares en el posconflicto? Ya lo dije, primero, seguir combatiendo las amenazas que van a crecer, y se presentara una mutación en los sistemas de violencia, no solo contra la fuerza pública que está preparada para enfrentarlos, sino contra la población, los recursos y las instituciones. Las Fuerzas Militares son ideales como agentes de consolidación; porque lo único que tiene el Estado para el posconflicto, son las Fuerzas Militares: ellas son bien recibidas en los pueblos, son apoyadas por la población, pueden hacer cosas que la empresa civil no puede hacer, pueden hacer carreteras, puentes y otras obras en áreas de difícil acceso, que garantizan al estado colombiano la presencia y la ejecución de proyectos en todo el territorio nacional.

En el posconflicto tendremos que reforzar la Fuerza Aérea, la red de radares de vigilancia, los aviones interceptores y que Colombia por primera vez sienta alguna seguridad en su espacio aéreo. Y ¿qué tal el espacio marítimo? El espacio marítimo no está controlado porque no hay una fuerza naval suficiente y tanto por el Caribe como por el Pacifico se produce todo el crimen estratégico que nos afecta, como el tráfico de armas, el narcotráfico y todos los tráficos en general. Hay que reforzar el cuerpo de Guarda Costas para que vigilen nuestros litorales, las Fuerzas Navales deben recibir un mayor impulso, lo mismo que la infantería de marina que responde por la seguridad entre otras, de 12.000 kilómetros de ríos navegables en todo el territorio nacional.

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Lo queda es muchísimo trabajo. Primero cuidar las fronteras; segundo cuidar los espacios terrestres del país, muchos de los cuales no tienen protección militar ni autoridad civil; tercero cuidar los espacios aéreos, mejorar la red de vigilancia

aérea y aviones interceptores; cuidar los espacios marítimos, que nos han ido quitando. Algún día entenderemos que el mundo no se mira desde Bogotá.

Quiero terminar con esto. Ustedes saben que Colombia es el único país de la tierra que no tiene una ley de seguridad nacional y ésta no le toca a las fuerzas militares, le toca a la política porque la política de defensa no la damos nosotros, la política de seguridad la da el Estado. Ante esto podemos preguntarnos, ¿En qué marco legal se encuentran: la actitud estratégica nacional, el concepto estratégico nacional, las amenazas a nuestra seguridad, la definición y seguridad de nuestras fronteras, los objetivos nacionales de seguridad, las misiones específicas para las Fuerzas Militares y la Policía Nacional? Y si no tenemos este marco legal que se llama Ley de Defensa y Seguridad Nacional, ¿De dónde salen entonces los frecuentes documentos, directivas y disposiciones de las cortes, el congreso y el gobierno dándole misiones o recortándole capacidades a la fuerza pública? ¿No será esto un ejercicio de improvisación? ¿Está bien improvisar con la seguridad nacional? ¿No será por esto que Colombia es el único país de América que todavía sufre un conflicto interno, asimétrico y degradado?

Pero regresando al posconflicto y suponiendo que las Farc se van a desmovilizar en su totalidad, el país teme que sus cabecillas van a recibir puestos en el alto gobierno, en el congreso y en el servicio exterior. En otras palabras que en poco tiempo estarán gobernando a nuestra república, como sucede en gran parte de los países de América Latina. No creo que aquí suceda lo mismo, porque la nación no los aprecia mucho. Para mi concepto, el posconflicto será territorial y el juego político entre el Estado y la guerrilla desmovilizada, se llevará a cabo en regiones donde la legalidad oficial casi no tiene presencia, y para eso no estamos preparados. Y por esta razón expresé antes que las Fuerzas Militares son vitales para el posconflicto. La guerrilla desmovilizada aspirará al control territorial y buscara en las próximas elecciones o en las siguientes el mayor número de alcaldías posibles, para de esta forma ir consolidando su presencia en el territorio nacional, pero ya de manera legal. La Fuerza Publica perfectamente puede ocupar estos territorios si se aumenta su pie de fuerza como parte del esfuerzo nacional para el posconflicto, pero ¿Qué podemos esperar de resto del Estado? ¿Llegaran las escuelas, los hospitales, las redes eléctricas, los jueces, las maestras, las carreteras y demás factores de desarrollo a todo el territorio nacional? Esto es vital para la paz y debe ser la finalidad fundamental del estado colombiano, no solo del gobierno.

Sobre General Manuel José Bonett Locarno

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