La incruenta “Operación Jaque”, un golpe perfecto

General Fredy Padilla de León e Ingrid Betancourt

El general de cuatro soles, e Ingeniero, Fredy Padilla de León, recuerda hoy, (exactamente 12 años después), el  histórico suceso de la “Operación Jaque”. El escribió la presente crónica para el libro, “Grandes momentos de Colombia”, de Gustavo Castro Caycedo, (Ediciones B, junio 2016).

Fue ministro de Defensa Encargado, Comandante General de la Fuerzas Militares, entre 2006 y 2010 y exembajador en Austria. Bajo su mando se realizaron las operaciones: ‘Jaque’, ‘Fénix’ y ‘Camaleón’, siendo testigo excepcional de estos hechos. También fue miembro de la delegación para los diálogos de paz con la guerrilla del ELN, en el gobierno de Juan Manuel Santos.

El General Padilla de León, dedica esta crónica especialmente a los jóvenes, que siendo niños en esa época, no vivieron esta noticia que dio la vuelta al mundo. Su relato es el siguiente:  

“Operación Jaque”, golpe militar que impactó al mundo, y activó a Colombia, fue una acción de película, catalogada como: «La más importante operación militar y de inteligencia realizada en la historia reciente de los ejércitos modernos en el mundo», se realizó el 2 de julio de 2008, logró la liberación de 15 secuestrados sin disparar una sola bala y sin derramamiento de sangre, por eso figura en este libro.

El incruento operativo se realizó en la selva del Guaviare y rescató del cautiverio al que los sometían, a: Ingrid Betancur, ex candidata a la presidencia de la República, secuestrada el 23 de febrero de 2002; los  contratistas estadounidenses Thomas Howes, Keith Stansel y Marc Gonsalves; los miembros del Ejército Nacional Capitán Juan Carlos Bermeo, Raimundo Malagón, Erasmo Romero Rodríguez, José Miguel Arteaga José Ricardo Marulanda Valencia, Amaón Flórez Pantoja y William Humberto Pérez Medina; y a los miembros de la Policía Nacional: John Jairo Durán Tuay, Julio César Buitrago Cuesta, Armando Castellanos, Vianey Javier Rodríguez; varios de los liberados permanecieron secuestrados durante más de 10 años. Los guerrilleros “César”, y “Enrique Gafas”, jefes del grupo que custodiaba a los secuestrados, fueron capturados.

Sobre la “Operación Jaque”, se han escrito libros y realizado documentales y dramatizados para TV. El ministro de Defensa de la época, (hoy presidente Juan Manuel Santos), calificó esa acción como, “una operación de astucia e inteligencia, pues se hizo simulando un traslado humanitario de los plagiados; y el. general Freddy Padilla De León, Comandante General de las Fuerzas Armadas entre agosto de 2006 y agosto de 2010, cuenta que, “ninguno de los miembros del ejército que actuó en la operación estaba armado a fin de evitar un enfrentamiento”.

El General Fredy Padilla de León y un liberado, José Ricardo.

La idea del rescate, cuya operación duró  22 minutos y 13 segundos, se generó a raíz de la información revelada por el miembro de la Policía Nacional, John Frank Pinchao, quien se le escapó a la guerrilla en la zona rural del municipio de Tomachipán, a 160 kilómetros de San José del Guaviare.

Entonces, la inteligencia militar del Ejército Nacional, (con el apoyo del grupo operativo  de las Fuerzas Armadas, la Aviación y otros cuerpos), infiltró un comando en los cuadros de las FARC para lograr la liberación, después de más de dos meses de seguimiento en plena selva y mediante una minuciosa estrategia. El ejército puso en marcha el plan escenificado ese 2 de julio.

Nadie podría narrar mejor, y de primera mano, los antecedentes y el desarrollo de la “Operación Jaque”, que el ingeniero militar General Freddy Padilla de León, protagonista fundamental de este histórico capítulo, como Comandante General de las Fuerzas Militares de Colombia, entre agosto de 2006 y Agosto de 2010, quien luego de su retiro del Ejército, respaldo el Proceso de Paz con las FARC. Por su excepcional conocimiento del tema, lo invitamos a que escribiera, y él escribió el siguiente relato:

Freddy Padilla de León:Operación Jaque: pensar lo imposible

El Caballo de Troya (en la historia literaria griega) y la Operación Jaque (en la historia reciente de Colombia) son dos referentes mundiales de cómo la estrategia de artilugio puede llevar a un Ejército a la victoria. En ambas se derrota al enemigo, pero en la Operación Jaque la victoria significó la libertad y la dignificación de 15 personas que habían permanecido en oprobiosas condiciones en lo profundo de la selva colombiana.

La Operación Jaque fue calificada por la comunidad internacional como impecable, sin antecedentes en la historia, única en su clase.

Sin embargo, ese resultado no fue fruto de la casualidad. La misma fue construyéndose paso a paso. Nada en ella fue resultado de la improvisación. Se partió de experiencias acumuladas, de lecciones aprendidas, del análisis de errores y de aciertos que condujeron a victorias.

Antecedentes

A partir de 1995, organizaciones ‘narcoterroristas’[1] (así denominadas oficialmente) se desplazaban recorriendo sigilosamente largas distancias aprovechando ríos y selva, mejor pertrechados y numéricamente superiores –entre cuatro y cinco veces a las tropas que se encontraban aisladas en bases militares dispersas–. Desde esas bases, nuestros militares tenían la misión constitucional de proteger a los habitantes de poblaciones incrustadas en lo recóndito de nuestra abrupta geografía.

Al amanecer del 30 de agosto de 1995, más de 500 hombres atacaron ‘Las Delicias’, base ubicada en las bocas del río Mecaya[2]. Los 117 soldados combatieron con valor y honor durante más de 17 horas, incluso hasta el sacrificio supremo. 28 militares fueron muertos, un capitán y dos suboficiales ejecutados cuando ya estaban en estado de indefensión, 16 resultaron heridos y 60 fueron secuestrados. El armamento y los pertrechos fueron dados por perdidos.

A éste fracaso militar le siguió, seis meses después, el ataque a la base de comunicaciones del Ejército en el cerro de Patascoy. El resultado: una humillación similar.

Donde quiera que las ‘Farc’ decidían atacar lograban la victoria y sumaban secuestrados mediante una serie de acciones demoledoras que culminaron en Mitú, capital del Vichada, en noviembre de 1998. Allí, la voluntad política, la sorpresa táctica y el valor superaron la osadía y audacia de las ‘Farc’.

Para el 15 de junio de 1997, la ‘insurgencia’ había ‘obligado’ al Gobierno a despejar una zona de 13.000 kilómetros cuadrados, en el bajo y medio Caguán, para adelantar la liberación de la tropa cautiva que se le había convertido en obstáculo táctico, gesto que hábilmente las ‘Farc’ aprovecharon como un acto político de trascendencia nacional. A pesar de lo cual, mantuvieron en cautiverio a los denominados secuestrados de ‘alto valor’, entre ellos políticos y altos oficiales de las Fuerzas Armadas, quienes por años fueron aislados en la selva tropical, encadenados a árboles o confinados en jaulas, vigilados día y noche. Eran trasladados de un campamento a otro en arduas jornadas a lomo de mula, en botes o a pie, sin importar si padecían alguna enfermedad o dolencia.

Años tras año, las ‘Farc’ sumaban más secuestrados de valor estratégico, entre ellos políticos como el ex gobernador Alan Jara, la colombo-francesa Ingrid Betancourt[3] y la candidata vicepresidencial Clara Rojas, tres contratistas estadounidenses[4] y el coronel de la Policía Nacional Luís Herlindo Mendietta.

Al asumir Andrés Pastrana Arango como presidente de Colombia (1998 – 2002), el general Fernando Tapias Stahelin, entonces Comandante General de las Fuerzas Militares, en unión de los Comandantes de Ejército, Armada y Fuerza Aérea acertaron al transformar la actitud de los soldados de tierra, mar y aire de cara a los compromisos constitucionales. Con la moral en alto superaron unos años difíciles, logrando encausar a las Fuerzas en un proceso de modernización y profesionalismo. En apoyo a ello, el Gobierno Nacional invirtió significativos recursos económicos para garantizar la Defensa y Seguridad.

Adicionalmente, el Gobierno Nacional diseñó y puso en ejecución el ‘Plan Colombia’, que significó el respaldo político de Estados Unidos de América[5] al Pueblo de Colombia y a sus gobernantes, y facilitó la modernización de varias de nuestras Instituciones. Áreas clave como el entrenamiento militar y recursos para mejorar la Fuerza Aérea fueron fundamentales en el logro de los altos niveles de capacidad profesional que hoy tienen. También fueron significativos la transferencia metódica de experiencias y el acceso a tecnología de punta e inteligencia en tiempo real para empleo en el planeamiento y conducción de operaciones de las Fuerzas Armadas colombianas.

No obstante los ingentes esfuerzos y logros del Gobierno y sus Fuerzas Armadas, el asedio criminal aún era causa de tormento para los colombianos. Incluso, el propio día de la ceremonia de relevo presidencial en 2002, –a pesar de las drásticas medidas de seguridad adoptadas– fueron atacados con ‘bombas’ de morteros el Palacio Presidencial y sus alrededores. Fueron testigos de ese doloroso hecho delegaciones extranjeras, dignatarios y representantes diplomáticos acreditados ante el Gobierno de Colombia. El saldo: 19 muertos de un barrio humilde, entre ellos tres niños, y más de 70 heridos.

Con esperanzas renovadas, al inicio del primer gobierno del presidente Álvaro Uribe Vélez (2002 – 2006), fue designada por primera vez una mujer como Ministra de Defensa Nacional: Marta Lucía Ramírez. Las Fuerzas Armadas[6] tuvieron la oportunidad de desarrollar su planeamiento estratégico de acuerdo con los objetivos de la Política de Defensa y Seguridad Democrática. Los esfuerzos se concentraron en proteger a la población y sus recursos. La primera tarea fue retomar el control de las carreteras de acceso a las ciudades, la cual se tradujo en confianza; la confianza en información; la información en operaciones militares y policiales con sujeción a la ley y las operaciones en logros que brindaban seguridad, tranquilidad y prosperidad económica al ciudadano, fortaleciendo el marco democrático y recuperando la gobernabilidad en el territorio patrio.

En lo político-militar, se enfatizó en la necesidad de continuar con el proceso de recuperación del control territorial, cerrándole los corredores de movilidad y desestabilizando las retaguardias estratégicas de las organizaciones al margen de la ley. Se consideró importante que una vez restablecida la presencia de las Fuerzas Militares y de Policía en los municipios, se llegaba para quedarse con el apoyo de todo el Estado para reestablecer la gobernabilidad y resolver las necesidades de justicia y equidad social. Junto con las demás instituciones, las Fuerzas Armadas trabajaron en lo que el presidente Uribe denominó el ‘Triángulo de la confianza’: la seguridad democrática, la confianza inversionista y la cohesión social. Esta labor fue continuada con patriotismo, inteligencia, valor y perseverancia por los ministros de Defensa Jorge Alberto Uribe y Camilo Ospina.

‘Jamás olvidados’

En 2003, refiriéndose a la deplorable situación de los ciudadanos en poder de organizaciones armadas ilegales, el recién posesionado comandante General de las Fuerzas Militares, general Carlos Ospina Ovalle, sintetizó con una vibrante frase el sentimiento que embargaba a los ciudadanos, soldados y policías de Colombia: «Secuestrados, pero jamás olvidados». Y se procedió de conformidad.

Durante 2005 y el primer semestre de 2006 –por instrucciones del Ministro de Defensa– yo, como Jefe de Estado Mayor Conjunto; los Segundos Comandantes de la Fuerzas y un selecto grupo de generales, almirantes y oficiales especializados determinamos las necesidades de equipamiento requeridas para dar cumplimiento a los fines señalados por el Gobierno Nacional, entre los cuales se había fijado conseguir «la libertad de todos los secuestrados en Colombia”. Asignados los recursos económicos solicitados al presidente Uribe Vélez, en el inicio de su segundo mandato presidencial (2006 – 2010), se emprendió la noble causa –aprovechando la experiencia acumulada y los logros alcanzados– bajo la supervisión directa del ministro de Defensa Nacional Juan Manuel Santos y del nuevo Comandante General de las Fuerzas Militares[7], contando con el decidido apoyo de los Comandantes del Ejército, Armada, Fuerza Aérea y del Director de la Policía Nacional.

Previamente, se establece el nuevo Plan Estratégico de las Fuerzas Militares[8]. Con liderazgo y dando un salto cuantitativo y cualitativo en el empleo de las Fuerzas se buscó consolidar los logros alcanzados en cumplimiento de la Política de Defensa y Seguridad Democrática: la Libertad de todos los secuestrados y el debilitamiento estratégico definitivo de la capacidad política y armada de las organizaciones al margen de la ley, como requisito previo para construir la Paz.

Clave para el éxito

Cuatro operaciones militares contribuyeron al éxito de la operación ‘Jaque’:

* Operación ‘Pelícano’: diseñada para rescatar al doctor Fernando Araujo en Los Montes de María –después de cinco años de haber permanecido secuestrado por las ‘Farc’. El 30 de diciembre de 2006, la Operación permitió el escape y libertad del secuestrado. Destaco la firme convicción y perseverancia del doctor Araújo para recuperar su libertad, su fe en la institucionalidad y su determinación de actuar en esa oportunidad de escape que Dios le concedió, todo lo cual facilitó el éxito de la misión. Valiosas su memoria prodigiosa y la observaciones diarias In Situ sobre el Modus Operandi de las ‘Farc’ y las fallas de las Fuerzas Militares.

* Operación ‘Tifón’: el 28 de abril de 2007 permitió consumar el escape y libertad del subintendente policial John Frank Pinchao, después de haber permanecido casi nueve años en la selva y en poder de las ‘Farc’. Las Fuerzas Militares habían interceptado comunicaciones radiales de las ‘Farc’ mediante las cuales informaban que uno de sus secuestrados policiales había escapado. Consultamos con el general Jorge Daniel Castro, entonces director General de la Policía, si un Policía de apellido Pinchao se encontraba secuestrado. El general Castro confirmó que ese hecho era cierto, y aceptó que la Policía participara en la Operación. El objetivo era proteger la vida del Subintendente y evitar que las ‘Farc’ lo volvieran a secuestrar. Mientras que Unidades del Comando Conjunto de Operaciones Especiales de las Fuerzas Militares realizaban la búsqueda de Pinchao al interior de la selva en el área de interés, las unidades de la Policía ocuparon dos poblaciones localizadas sobre el río Apaporis. 17 días después de haber emprendido su heroica huida, Pinchao llegó al cacerío Pacoa, en Vaupés, una de las poblaciones donde se había acordado que se hicieran presente los efectivos de la Policía, convirtiéndose en el primer soldado o policía de Colombia en lograr escapar sin ser asesinado o nuevamente secuestrado por sus captores.

El haber compartido penurias durante el prolongado cautiverio con Ingrid Betancourt y con los tres contratistas estadounidenses, entre otros secuestrados, la precisión y claridad de la información que mantenía Pinchao resultó de enorme utilidad para el proceso de inteligencia institucional.

* Operación ‘Elipse’: Optimizando el tiempo, se procedió con prudencia a la búsqueda de los otros secuestrados compañeros de Pinchao en el cauce y contorno geográfico del río Apaporis. Después de largos meses internados en la selva tropical, el 18 de febrero de 2008, un Sargento al mando de un destacamento de 11 soldados de las Fuerzas Especiales –de una de las unidades élites del Ejército Nacional– observó desde la rivera opuesta a los tres ciudadanos estadounidenses mientras se bañaban en el río con dos de los policías secuestrados. Se encontraban en inmediaciones a la población de Cornelio y permanecían fuertemente custodiados por las ‘Farc’.

Nuestro Libertador Simón Bolívar solía decir: «Dios premia la constancia». En efecto, por primera vez desde que ocurrieron los secuestros una década antes, las Fuerzas Militares tenían la oportunidad de observarlos. En ese momento, lo prudente era no intentar un rescate militar para preservar sus vidas. Esa fue la orden perentoria que desde el más alto nivel de mando militar recibieron las tropas. Asunto que a su vez fue comunicado, tanto al ministro de Defensa Juan Manuel Santos como al presidente Álvaro Uribe Vélez.

Nuestro Gobierno, cumpliendo su palabra, le comunicó el Gobierno de Estados Unidos que estaba localizado el sitio donde se encontraban algunos de los secuestrados, lo cual significó la obtención del respaldo político y un incremento inmediato en calidad y cantidad de apoyo, particularmente tecnológico, para contribuir con la Operación. Asunto similar ocurrió con el Gobierno francés.

Por sugerencia del presidente Uribe Vélez se procedió a planificar una nueva maniobra para la Operación Elipse: establecer un ‘cerco humanitario’ en el área de operaciones, cuyo resultado final debería permitir la entrega sanos y salvos de los secuestrados.

Todo lo anterior se iba construyendo, en medio de un fervor creciente de apoyo de los colombianos a las instituciones y al Gobierno, y de repudio a las organizaciones al margen de la ley y, en general, a la criminalidad. Un punto culminante que describe lo que se vivía en Colombia ocurrió el lunes cuatro de febrero de 2008, cuando jóvenes convocaron por Facebook «Un millón de voces contra las Farc», que resultó en una marcha sin precedentes en la historia Nacional, durante la cual fueron movilizados colombianos en el país y en el exterior. Sus voces «No más secuestros. No más mentiras. No más muertes. No más Farc» resumieron y unieron el sentir nacional. Los soldados de Tierra, Mar y Aire, y los policías de la Patria lo interpretaron, valoraron y sintieron como un respaldo a su diario sacrificio.

* Operación Fénix: el 1 de marzo de 2008 se causó la muerte en combate a Édgar Devia Silva, alias ‘Raúl Reyes’[9], el jefe número dos de las ‘Farc’. A través de un sistema ‘encriptado’ triangular, Reyes emitía órdenes al más alto nivel a todas las estructuras de esa organización al margen de la ley, fungiendo para efectos prácticos como su principal «autoridad insurgente».

Desde diciembre de 2002, las Fuerzas Armadas, con inteligencia obtenida principalmente por la Armada de Colombia y la Policía Nacional, habían conducido cuatro operaciones fallidas para la captura de ‘Reyes’.

En 2008, el Gobierno de Colombia y sus Fuerzas Armadas sabían lo suficiente y tenían la capacidad técnica y operacional para conducir una Operación Militar exitosa.

La baja de ‘Reyes’ produjo un colapso en las comunicaciones al interior de las ‘Farc’. Dando cumplimiento a una orden expresa del presidente Uribe Vélez fueron extraídos del sitio donde murió ‘Reyes’ sus computadores personales, los cuales –debidamente avalados por la autoridad competente internacional– se convirtieron en fuente de información valiosa para las agencias nacionales de inteligencia y para la justicia colombiana.

La presión ejercida por las Fuerzas Armadas de Colombia sobre todas las organizaciones al margen de la ley obligó a ‘Manuel Marulanda’, cabecilla de las ‘Farc’ desde 1964, a huir del asedio permanente de las tropas. Pocos días después de la muerte de Reyes, los colombianos fueron informados que Marulanda, alias ‘Tirofijo’, había muerto de un ‘ataque cardiaco’. Se genera confusión en las ‘Farc’ y una ventana de oportunidad para los colombianos de bien y sus Fuerzas Militares: «Pensar en términos audaces, creativos y arriesgados» ordenaba el Presidente, o, «pensar lo imposible» como animaba el Ministro de Defensa.

Operación Jaque: el dos de julio de 2008 se escribe un hecho histórico para el país. La Operación fue una estrategia basada en los principios de la guerra de Engaño y Sorpresa.

  • “La Operación está lista, señor Presidente. ¿Tenemos su autorización?”
  • «Procedan bajo mi responsabilidad», afirmó el presidente Uribe Vélez.

La Operación Jaque fue calificada por la comunidad internacional como impecable, sin antecedentes en la historia, única en su clase, como resultado del talante, del valor y el esfuerzo humano del soldado colombiano.

Los hombres y mujeres del Arma de Inteligencia del Ejército de Colombia tienen una larga experiencia formada en una lucha sin cuartel contra diferentes manifestaciones del crimen y el terror. Interceptar sus comunicaciones, descifrarlas y ponerlas en contexto ha sido una tarea de siempre. Inicialmente, sin apoyo de las tecnologías de punta de las cuales dispone hoy. En su largo trasegar, en Inteligencia han aprendido a reconocer voces, estilos de comunicación y otras peculiaridades de los operadores de las comunicación de las organizaciones al margen de la ley y sus protagonistas.

Es en la mente patriótica e inquieta de estos abnegados servidores de la Patria, desde la base de la organización, donde se inician las primeras actividades tendientes a aprovechar el caos reinante en el mando, control y comunicaciones de las ‘Farc’.

Con rigor a la doctrina, los comandantes militares inmediatos ordenan que los oficiales y suboficiales de inteligencia se trasladen a instalaciones con ambiente y ruidos similares a los del hábitat en la selva. Sólo un reducido grupo capacitado pudo imitar a los terroristas del denominado ‘comando central’ y a quienes en las estructuras criminales tenían la responsabilidad de mantener en cautiverio a Ingrid Betancourt, a los tres estadounidenses y a otros secuestrados. Tan pronto comprobaron que con tecnología de punta podían interceptar la frecuencia radial y poner en ‘claro’ sus mensajes, y que estaban en capacidad operacional de suplantar las voces de cabecillas y radio-operadores de las estructuras involucradas, procedieron. A partir de ese momento, todas las comunicaciones del ‘comando central’ de las ‘Farc’ con las estructuras de interés y viceversa fueron realizadas a través de los agentes especializados de inteligencia Militar.

En este estado del ‘arte’, informan al Alto Mando Militar. El general Mario Montoya, entonces Comandante del Ejército, se comunica telefónicamente conmigo en el Comando General de las Fuerzas Militares. Se dispone reunión de urgencia en la Escuela Militar de Cadetes. Inicialmente adoptamos decisiones importantes: como Comandante General de las Fuerzas Militares asumí el Mando de la Operación, aún sin nombre. El planeamiento y ejecución fueron clasificados como Ultra-Secretos. Fueron visualizados dos Cursos de Acción: el primero, a cargo del Comandante del Ejército, que debía comprometer exclusivamente medios de la Inteligencia Militar del Ejército; el segundo, al mando del mayor general Carlos Alberto Suárez Bustamante, entonces Comandante de la Jefatura Conjunta de Operaciones Especiales, tenía a cargo el empleo de las tropas de élite para un eventual Rescate Humanitario. El Comandante General de las Fuerzas Militares debía presidir reuniones diarias, separadas del planeamiento de los dos Cursos de Acción. Tan pronto hubiese un maduro desarrollo del planeamiento, se le informaría al ministro de Defensa Juan Manuel Santos para recibir sus observaciones y, seguidamente, se le comunicaría al presidente Uribe Vélez, para que impartiera orientaciones. Y adoptar la Decisión Final.

Para preservar decisiones y acciones del planeamiento de la Operación Jaque –que pudiesen ser útiles en el cumplimiento de la misión constitucional de las Fuerzas Militares al servicio de la libertad y el orden de los colombianos– los agentes de inteligencia sólo podían comunicar instrucciones u órdenes sencillas a través del ‘nuevo sistema de comunicación de las Farc’. ‘Órdenes’ que cuidadosamente habían sido estudiadas y aprobadas durante la reunión diaria. A manera de ejemplo, revelamos el sentido de algunas de las ‘órdenes’ impartidas:

– Se convenció al encargado de la custodia que los secuestrados debían ser trasladados hasta el ‘comando central’.

– Se transmiten instrucciones sencillas para movimientos cortos que acercaran a los secuestradores y sus cautivos en una dirección que facilitara la acción militar. Era vital que pudiesen comprobar que obedecían las instrucciones.

– Al establecer que los secuestrados estaban divididos en dos grupos se instruyó para que los concentraran en uno solo. Así mismo, se supo con certeza los nombres de los secuestrados que estaban en esta particular área: sargento mayor José Ricardo Marulanda Valencia, sargento viceprimero Miguel Arteaga y sargento viceprimero William Humberto Pérez Medina, secuestrados el tres de marzo de 1998 en El Billar (Caquetá); mayor Juan Carlos Bermeo Cobaleda, sargento primero Erasmo Romero Rodríguez,  sargento viceprimero Amaón Flórez Pantoja y sargento viceprimero de Policía Julio César Buitrago Cuesta, secuestrados el tres de agosto de 1998 en Miraflores (Guaviare); capitán Raimundo Malagón, secuestrado el cuatro de agosto de 1998, en La Uribe (Meta); intendente de Policía Armando Castellanos Gaona, secuestrado en 1999 en La Arada (Tolima); mayor de Policía Vianey Javier Rodríguez Porras, secuestrado el primero de noviembre de 1998, en Mitú (Vaupés); sargento viceprimero de Policía John Jairo Durán Tuay, secuestrado el tres de agosto de 1998; los ciudadanos estadounidenses Thomas Howes, Keith Stansell y Mark Gonsalves, secuestrado por las ‘Farc’ el 13 de febrero de 2003 cuando la avioneta en que viajaban se accidentó en Caquetá, y la ciudadana Colombo-francesa Ingrid Betancourt, secuestrada el 23 de febrero de 2002, en Montañitas (Caquetá).

– Se ‘ordenó’ a la estructura de las ‘Farc’ que custodiaba a los secuestrados acceder a un sitio específico antes de determinada fecha, donde serían recogidos por un helicóptero similar a los que habían participado en las liberaciones de otros secuestrados cuya actividad había sido transmitida por los canales nacionales e internacionales de televisión. Debían mantenerlos en las mejores condiciones posibles de presentación, pues habría un ‘noticiero de televisión’ para transmitir el momento de la evacuación de los secuestrados.

A partir del momento que fueron enterados el Presidente y el Ministro, se fortalece la confianza en la misión y se produce una sinergia muy positiva para la misma.

Entre los cambios que se introducen, en la misión del segundo curso de acción y en caso de que fracasase el primero, el Presidente dispone otro ‘cerco humanitario’, en el sentido de que se procediese a rodear la zona, estrechar el cerco sobre las ‘Farc’, y convencerlos de que liberasen pacíficamente a los secuestrados. La propuesta incluía no intentar un ‘rescate militar humanitario’. Para apoyar esta acción, el Presidente conversó con el ministro de Relaciones Exteriores de Francia, quien aceptó su intervención personal  para tomar In Situ contacto directo con las ‘Farc’ y exigir la liberación de los secuestrados.

Por otra parte, el mayor general Suárez Bustamante era el hombre apropiado para conducir el ‘cerco humanitario’ de ser necesario y sus tropas conjuntas de élite y perfectamente equipadas, entrenadas y listas para actuar.

A medida que se avanzaba en la planificación, el personal militar era entrenado en busca de la ‘perfección’. Maximizando el tiempo disponible, mientras que yo viajaba hasta el sur del país para verificar el entrenamiento para el empleo de las trompas en el ‘cerco humanitario’ el Comandante del Ejército se dirigía al Fuerte Militar de Tolemaida para lo pertinente en el curso de acción uno. Lo anterior resultó de enorme utilidad. Fue determinante que el propio general Montoya dirigiera el entrenamiento final de la manera cómo debía abordar el helicóptero el personal de inteligencia junto con los secuestrados, en qué sitio exacto debían sentarse cada uno de ellos y cómo neutralizar a los dos secuestradores encargados de custodiarlos durante el supuesto vuelo hacia el ‘comando central’.

Se destaca la determinación  del brigadier general de la Fuerza Aérea Tito Saúl Pinilla, de los brigadieres generales del Ejército Ricardo Díaz Torres y Javier Enrique Rey Navas. Entre los oficiales superiores, fueron  invaluables para el éxito de la operación  los aportes impartidos por los coroneles Juan Carlos Rico Arenas, José Oscar García Bate y Jorge Andrés Zuluaga López, los tenientes coroneles Jorge Eduardo Mora López y Raúl Flórez Cuervo, así como por los hombres y mujeres bajo su mando. Las tripulaciones de los dos helicópteros de la aviación del Ejército y los hombres y mujeres que participaron directamente en la Operación Jaque fueron condecoradas con la Cruz de Boyacá por el Presidente de Colombia y su Gobierno.

Al final de la tarde del primero de julio, el Comandante General de las Fuerzas Militares y el Comandante  del Ejército viajamos a Tolemaida para la inspección final y animar a cada uno de quienes habían aceptado y decidido participar en tan delicada misión.

Palabras profundas y emocionadas de Fe y Esperanza, de Firmeza y Honor. Pregunté, tanto a las tripulaciones de los helicópteros como al personal de Inteligencia que participaba en la Operación Jaque, si frente al peligro cierto e inminente que en pocas horas debían afrontar alguno deseaba retirarse –pues la Misión era estrictamente para voluntarios y la respuesta fue unánime–: la libertad de aquellos que llevaban más de diez años secuestrados amerita estar dispuestos al sacrificio supremo.

Dos de julio de 2008

«Excúseme, tengo solamente una cosa que decir: he estado encadenado durante diez años. Yo soy el teniente Malagón del glorioso Ejército Nacional de Colombia», afirmó valerosamente el oficial ante el supuesto periodista a sabiendas de que aún permanecía bajo el poder de sus de sus secuestradores.

Ese día, quince secuestrados fueron rescatados sanos y salvos, sin disparar un solo tiro, sin pagar un solo centavo. Y fueron capturados y puestos a órdenes de la justicia los dos carceleros que abordaron el helicóptero creyendo que se dirigían hasta el ‘comando central’ de las ‘Farc’.


[1] Particularmente, las ‘Farc’ eran la organización al margen de la ley con mayor capacidad armada.

[2] En límites de los departamentos de Caquetá y Putumayo.

[3] La ciudadana colombo-francesa Ingrid Betancourt fue secuestrada por las ‘Farc’ el 23 de febrero de 2002, en Montañitas (Caquetá), cuando adelantaba campaña política como aspirante a la Presidencia de Colombia.

[4] Los ciudadanos estadounidenses Thomas Howes, Keith Stansell y Mark Gonsalves fueron secuestrados por las ‘Farc’ el 13 de febrero de 2003 luego de que se accidentara en Caquetá la avioneta en la que viajaban.

[5] El ‘Plan Colombia’ fue resultado de la construcción de unas relaciones de confianza entre los dos gobiernos y sus Fuerzas Armadas.

[6] Cúpula del sector defensa (2002-2006): En 2002: comandante de las Fuerzas Militares, general Jorge Enrique Mora Rangel; jefe de Estado Mayor Conjunto, mayor general Euclides Sánchez Vargas; comandante del Ejército, mayor general Carlos Alberto Ospina Ovalle; comandante de la Fuerzas Aérea, mayor general Héctor Fabio Velasco; y comandante de la Armada Nacional, vicealmirante Mauricio Soto Prieto; director general de la Policía, mayor general Teodoro Campo Gómez. Cambios efectuados en 2003: comandante General, Carlos Alberto Ospina Ovalle; jefe de Estado Mayor Conjunto, mayor general Édgar Lesmes Abad; comandante del Ejército, Martín Orlando Carreño; director general de la Policía, mayor general Jorge Daniel Castro. En 2004, jefe de Estado Mayor Conjunto, mayor general Freddy Padilla de León; comandante del Ejército, Reynaldo Castellanos Trujillo. En 2005: comandante del Ejército, Mario Montoya Uribe.

[7] Cúpula del sector defensa (2006-2010): Comandante de las Fuerzas Militares, general Freddy Padilla de León; jefe de Estado Mayor Conjunto, almirante David René Moreno; comandante del Ejército, mayor general Mario Montoya Uribe (le reemplazó el mayor general Óscar González Peña); comandante de la Fuerzas Aérea, mayor general Jorge Ballesteros; y comandante de la Armada Nacional, almirante Guillermo Barrera; director general de la Policía, Jorge Daniel Castro. En 2007 asume como director general de la Policía el mayor general Óscar Naranjo.

[8] El Plan Estratégico Consolidación estableció la Legitimidad como su centro de gravedad estratégico, por cuanto la permanencia de la Seguridad Democrática, y la credibilidad, confianza y apoyo de los colombianos a sus Fuerzas Militares se funda en la eficacia y en la trasparencia de su proceder legítimo.

[9] ‘Raúl Reyes’ era el más probable sucesor de Marulanda Vélez para ser el responsable principal de las Farc, y desde principios del siglo XXI era el centro nodal de todas las comunicaciones internas importantes de esa organización armada ilegal.

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