La ejecutiva del reciclaje

Nora Padilla pasó de conducir una ‘zorra’ cargada de basura, a dirigir una de las más eficientes cooperativas de recicladores del centro de Bogotá, a punta de ‘marketing’ criollo.

Por: Germán Hernández.

Cada vez que ella sale a la calle parece llevar las riendas de la vida en la mano. Recorre la ciudad conduciendo una carroza de palo cargada de mugre todavía útil, pero nadie se imagina que allí, detrás de ese caballo con las costillas al aire, está la única ejecutiva del reciclaje que ha implementado estrategias de mercadeo y métodos gerenciales para hacer progresar un gremio que suele recoger las migajas capitalistas que se resbalan de la mesa de los yuppies.

Se llama Nora Padilla, y está al frente de más de dos mil familias de recolectores de basura agrupados en la Asociación Cooperativa de Recicladores de Bogotá. Es la gerente de esa entidad, y en su hoja de vida, que nunca la ha hecho, podría poner que si algo tiene, eso es experiencia. “Conozco el oficio desde chiquita –dice–. Es más: creo que los primeros que tuvimos una ‘zorra’ en el barrio Las Cruces fuimos nosotros. Recuerdo que mi mama compró una yegua con la que empezamos el negocio”.

Pero esa experiencia ha sido dura. Cuando tenía 7 años, aquella carreta fue lo único que salvó a la familia del desastre, el día en que desalojaron a su familia de la casa en que vivían y le pasaron un buldócer por encima. El aprendizaje que le quedó de aquella escena pavorosa alimenta hoy a su empresa. “Mi meta personal y moral es trabajar para que la condición de dignidad de los recicladores se logre”, dice.

Eso la animó a transformarse en una ejecutiva del reciclaje, con todo lo que ello implica, y con las herramientas propias de cualquier vicepresidente de multinacional. “He viajado a conocer casi todos los botaderos de Suramérica –advierte– y sé que las condiciones en todos ellos son las mismas: infrahumanas”.

Lo sembrado en esas giras internacionales ha dado buenos frutos. Uno de ellos fue poder organizar, hace unos años, el primer Congreso Mundial de Recicladores que se realizó en Bogotá, y al que asistieron colegas de cuarenta países del planeta. Fue un gran encuentro de personas con una historia común: vivir de la basura desde pequeños. “Más de mil personas, reunidas durante cuatro días, hablamos específicamente de los problemas de los recicladores, de la importancia de la actividad, de las tendencias, de la operación del manejo de servicios públicos y de la necesidad de trabajar con más fuerza en la organización de la población ‘recicladora’ y de que esta logre por sus propios medios el desarrollo del gremio”, aclara ella.

También ha obtenido triunfos concretos, como las dos plantas de reciclaje que la asociación montó en el barrio La Alquería y en la localidad de Bosa, al sur de la ciudad. Allí emplea a más de 40 personas.

Y también, como buena gerente que es, esta ejecutiva del reciclaje ya tiene su misión-visión del gremio. O, en lenguaje sencillo, de la calle, su sueño: “Nunca más –dice– los recicladores del mundo tendrán su cabeza agachada en el botadero o dentro de la caneca o en la bolsa de basura”.

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