¡La democracia es así!

Los periodistas especializados en el béisbol de las Grandes Ligas, escogieron a Davey Johnson, de los Nacionales de Washington, en la Liga Nacional; y a Bob Melvin, de los Atléticos de Oakland, en la Liga Americana, como los estrategas del año.-

Davey Johnson

No hubo unanimidad en esta ocasión, y eso permite presumir que si bien los escogidos tenían méritos suficientes para alcanzar el galardón, dos o tres más, igualmente, contaban con el perfil y el estupendo trabajo frente a sus novenas, para haber conquistado los honores.

Pero la democracia es así. Y la mayoría tuvo la última palabra y no hay nada que discutir, pero en el fondo, quedan inquietudes por la forma en que dos de los capataces que ofrecieron con entusiasmo su trabajo en la temporada frente a cada una de las novenas, en donde estuvieron al mando, no llegaron a la cumbre con los votos necesarios para alcanzar la distinción de Mejor Estratega del Año en las Grandes Ligas.

Davey Johnson, de los Nacionales de Washington, en la Liga Nacional; y Bob Melvin, de los Atléticos de Oakland, en la Liga Americana, fueron los elegidos en este 2012, como los mejores pilotos de su liga. Pero muchos se preguntan, y nosotros estamos incluidos en ese núcleo, ¿Buck Showalter, de los Orioles de Baltimore, en la Liga Americana, no se lo merecía? ¿Y qué decir del orientador de los Gigantes de San Francisco, Bruce Bochy, en la Liga Nacional?

Tareas desarrolladas

Tanto Showalter como Bochy desarrollaron una estupenda labor frente a sus respectivos equipos, lidiando con grandes adversidades durante el desarrollo de la campaña, y peleando de tú a tú con todos sus rivales, para estar por lo menos en la postemporada, como ambas divisas lo hicieron, incluyendo, desde luego, la sensacional victoria de los Gigantes frente a los favoritos en la Serie Mundial, los afamados Tigres de Detroit, que acaparan todos los pronósticos a su favor, para conquistar el trofeo más codiciado de la pelota organizada, que finalmente no alcanzaron.

Los Orioles de Showalter mostraron garra, cohesión, juego de béisbol con alegría, entusiasmo y deseos de ser una novena ciertamente competitiva. Y fue la resurrección de la afición de Baltimore en una temporada con todo el sabor que ofrece la ‘’pelota caliente’’. Sin muchas ínfulas y con poco valor nominal, los Orioles se entregaron en procura de darle a sus seguidores muchas satisfacciones y que su parque de pelota, como en sus mejores años, volviera a contar con muchas de sus sillas ocupadas en casi todo el prolongado torneo.

Gigantes de Bochy

Ni que decir de los Gigantes de Bochy, que sin contar con muchas opciones para ganar la Serie Mundial, pero ocupando puestos de privilegio entre los entendidos para ganar su título divisional, como en efecto ocurrió, la verdad es que muchas fueron las dificultades que tuvo que superar el equipo durante la campaña.

La lesión de Bryan Wilson, su taponero por excelencia; la inesperada inestabilidad de uno de sus lanzadores estrellas, Tim Lincecum, quien no encontró la ruta ganadora y tuvo que conformarse con hacer parte de la nómina de relevistas; y la sanción por el uso de estimulantes de su guardabosques central, el dominicano Melky Cabrera, cuando la temporada iba avanzada y su capacidad ofensiva estaba rindiendo de manera asombrosa, le hicieron mella a la capacidad del equipo en momentos en que más necesitaban de esos pilares fundamentales de la nómina ganadora.

Pero en el caso de Melky, Bruce Bochy se la jugó colocando al uno-dos de su alineación con Ángel Pagan y Marco Scutaro, dos latinos que le cambiaron el sistema de juego a los Gigantes y de paso, le abrieron el camino, primero para ganar su título divisional: más tarde, para conseguir la corona de la Liga Nacional, frente a los encopetados Rojos de Cincinnati y superando en la gran disputa por el título del Viejo Circuito a los difíciles Cardenales de San Luis; y finalmente, para arrasar en cuatro juegos consecutivos, a los Tigres de Detroit en el Clásico de Otoño.

El veterano Johnson

Por eso es que se considera que Bochy podía ser el estratega del año. Pero no fue así. Bueno, y con Bochy se quedaron igualmente por fuera Dusty Baker, el piloto de Rojos, quien escoltó a Davey Johnson en la votación final, y la tercera casilla fue para el manejador de los Gigantes.

Davey Johnson

Davey Johnson es un veterano de mil batallas, quien a propósito, ya anuncio que la temporada del 2013 será su última manejando los hilos de una novena en las Mayores, y que se dedicará a otras tareas dentro del béisbol.

Johnson, quien en una oportunidad dirigió a la novena de los Estados Unidos en unos Juegos Olímpicos, y quien además ya había conseguido un título similar como mejor técnico de las Grandes Ligas en 1977, tiene a su favor dos cosas importantes: rescató con poco valor en dólares a un equipo que no había despertado interés ni entusiasmo desde cuando asumió la franquicia que dejaron los Expos de Montreal; pero adicionalmente, se entregó para dejar jugar a sus peloteros, permitiéndoles que desarrollaron su juego con la alegría y el entusiasmo con que lo hacen habitualmente, formato que le dio excelentes resultados.

Le cambió el ritmo de juego a la novena, se apoyó en una combinación ganadora entre novatos y veteranos, y creció al lado de sus pupilos, desarrollando un sistema beisbolero que, con mucha profundidad, lentamente le fue dejando muy buenas ganancias, hasta ganar con relativa facilidad la corona de la división Este de la Liga Nacional.

Lástima grande sí, que los Nacionales no hubiesen llegado a la Serie Mundial, aun cuando esa opción no fue tenida en cuenta al comienzo de la temporada. Pero con el transcurso de la competencia, la verdad es que la novena de Washington sentó cátedra beisbolera, sin tantos bombos y platillos.

Muy bueno lo de Melvin

Y en la Liga Americana, obviamente fuera de Melvin y de Showalter, no cabe duda que la tarea desarrollada al frente de los Medias Blancas de Chicago por el novato capataz Robin Ventura, es digna de elogios y para tenerse en cuenta. Pero este año tampoco fue para el piloto de los ‘’patiblancos’’ de Chicago en dichas votaciones.

Para sumarse elogiosamente el trabajo de Bob Melvin, de los Atléticos, no cabe la menor duda que con una plantilla con muy pocas estrellas y con un valor económico modesto, el estratega ofreció una verdadera lección de paciencia pero de confianza con sus muchachos, que le dieron más de una satisfacción, incluyendo la conquista de la corona de la división Oeste de la Liga Americana, desplazando a los inmensos favoritos, los Rancheros de Texas, que en un abrir y cerrar de ojos, y en la última semana de la contienda, perdieron la casilla ganadora de su división, ante el empuje y atropello de una clase de béisbol que exhibieron los Atléticos en medio del entusiasmo de sus seguidores.

Pero es que los Atléticos de Melvin dejaron ver sobre todos los diamantes una verdadera capacidad de juego con enjundia y con buen béisbol, hasta el punto de registrar 72 victorias y apenas 38 derrotas, en los últimos cuatro meses de la contienda de las mayores, es decir, desde el 1º de junio hasta el 3 de octubre, lo que representa una marca bien complicada para que se vuelva a producir en los años venideros.

Esos Atléticos de la noche a la mañana se convirtieron en rivales de cuidado, y la conducción de Bob Melvin, sin duda alguna, permitió que sus peloteros se ofrecieran con toda su clase y talento en todos los campos de juego, con una fiebre por jugar bien a la pelota, algo que fue de la mano de la ya conocida ‘’sabermétrica’’, el formato que ahora se está aplicando en el béisbol de las Grandes Ligas, que no es otra cosa que invertir la menor cantidad de dólares posibles en una novena, pero en donde cada jugador desplegando sus capacidades normales, logran constituir una divisa sinceramente competitiva, pensando no solamente en conseguir bateadores de largo metraje, sino en que sus integrantes logren estar en circulación con más frecuencia de lo que es normal, que sus batazos se combinen con buen paso hacia las bases siguientes, el hacer del juego lo suficientemente exigible para cada rival de turno, sin dejarlos respirar.

Eso fue lo que hicieron los Atléticos y de allí surgieron los triunfos, la conquista de la corona de la División Oeste de la Liga Americana y su presencia en la postemporada. Y todo, bajo las cuidadosas manos de Bob Melvin quien, sin duda alguna, explotó muy bien las condiciones de todos y cada uno de sus peloteros durante toda la campaña.

Davey Johnson y Bob Melvin consiguieron los trofeos de los mejores técnicos del año en las Grandes Ligas. Empero, detrás de ellos, otros brillaron con luz propia pero será para una próxima oportunidad, pues la votación en esta ocasión nos los favoreció. Y eso es democracia.

Sobre Antonio Andraus

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