Intimidades de la supuesta hija de Simón Bolívar

Por: Juan Carlos Monzón

La vida de Flora Tristán siempre estuvo rodeada de un halo de tragedia. Pero pese a todo, logró superarse, llegando a convertirse en una de las grandes socialistas de Europa.

Flora era hija del coronel peruano Mariano Tristán, proveniente de una rancia familia arequipeña, dueño de una importante tradición y fortuna en el Perú y quien había emigrado a Europa donde conoció a Teresa Laisney, con la que se casó y radicó en Francia.

Cuando Flora tenía 5 años, falleció su padre, dejando a la señora Laisney en estado de embarazo y con muchísimas deudas. A partir de ese momento, el sufrimiento y la pobreza se volvieron comunes para los Tristán Laisney. La posibilidad de reclamar una herencia era cada vez más improbable, debido a que las irregularidades con que se había realizado el matrimonio. Y es que los papeles no fueron diligenciados debidamente.

Ello, unido al no reconocimiento legal de la paternidad de don Mariano sobre Flora, hizo que ella siempre fuese discriminada en una sociedad donde era imperdonable ser hija natural. Es más, varios investigadores afirman tener serias evidencias de que Flora era, en realidad, hija del Libertador Simón Bolívar.

A los pocos meses, Teresa dio a luz a un varón y se trasladó a vivir con sus hijos a una pensión en París. Poco tiempo después, cuando Flora era aún adolescente, falleció su hermano de 10 años. Las circunstancias económicas de la familia la obligaron a buscar trabajo y fue en el taller del grabador Andrés Chazal, donde encontró empleo.

Teresa, víctima del miedo y la pobreza, convenció a su hija, casi a la fuerza, de contraer nupcias con este hombre. Corría el año 1821. Como contaría años después: “Mi madre me obligó a casar con un hombre a quien no podía amar y estimar… a eso debo todos mis males”.
El matrimonio con Chazal

Un matrimonio desgraciado fue lo que siguió en la vida de Flora. Con un esposo autoritario y machista, que no aceptaba de ninguna manera que su mujer surgiera, muy pronto su vida se transformó en un infierno.

Durante los cuatro años que duró esa unión, nacieron sus hijos Ernst y Alina. En este período, las peleas del matrimonio Chazal fueron la constante y ante una perspectiva tan poco alentadora, decidieron separarse.

En 1826, Flora partió hacia Inglaterra como doncella, no sin antes dejar a sus hijos al cuidado de su madre. Allí obtuvo la primera visión sobre las malas condiciones laborales del trabajador y su explotación.

Tres años después regresó a París y es entonces cuando recordó las palabras de su padre poco antes de morir: “Hija, te queda tu tío Pío en el Perú”. Sin pensarlo dos veces, decidió recuperar la herencia que le fue negada a su madre y emprendió el largo viaje.

El intercambio de cartas con el tío Pío ya había comenzado y éste, desde un principio, sentó sus puntos de vista sobre la herencia: “He visto el extracto bautismal que me ha enviado y tengo plena fe, y absoluta, en cuanto a su calidad de hija reconocida de mi hermano, aunque esta pieza no está legalizada y firmada por tres notarios que certifiquen como verdadera la firma del cura que la entregó, como debería estarlo. En cuanto a su madre y su calidad de esposa legítima de mi difunto hermano, usted misma reconoce y confiesa que la manera como le fue dada la bendición nupcial es nula y sin ningún valor”. ¿Conclusión? Flora no tenía ningún derecho sobre la dichosa herencia.

Su esposo intenta asesinarla

Cuando Flora llega a Francia, publica su primer libro Peregrinaciones de una paria, en el que recoge parte de su experiencia en el Perú. La obra se convierte en un éxito rotundo en el Viejo Continente y los lectores, ávidos por conocer ese país exótico, liberado por el ya legendario Bolívar, lo compran con gran interés. No obstante, en el Perú, el libro es quemado en la plaza pública. Y, por supuesto, el tío Pío, le suspende a su sobrina la ayuda prometida.

Entre tanto, su esposo, al enterarse de que Flora es rica y se perfila como una gran escritora, secuestra a Alina, quien ya se encuentra con su madre. Después de intentos desesperados por localizarla, Flora inicia una larga pugna por la custodia de la niña. Los jueces, los reclamos y los abogados van y vienen. Se arma un gran escándalo en todo París y la gente acude con gran interés al juicio, lo que hace de Flora Tristán una mujer cada vez más conocida.

A esta situación tan caótica se le agrega otra mala noticia: Alina le escribe una carta a su madre en la que le dice que ha sido violada por su padre. Chazal es llamado a juicio, acusado de incesto. El veredicto le da la custodia a Flora.

Se adelanta a Marx y a Engels

En 1839, Flora realiza su cuarto viaje por Inglaterra en donde empieza a conocer más a fondo la realidad del obrero. Le impresiona el ver la explotación del trabajador: “La mayoría carece de vestidos, camas, muebles, alimentos sanos e incluso de patatas”, escribe en uno de sus libros. Esto la lleva a convertirse en una de las grandes precursoras del socialismo internacional, mucho antes que Marx y Engels. Flora se apersona de los derechos del obrero, propone la unión de éstos en un partido y la reivindicación del trabajador bajo la consigna de : Proletarios del mundo, uníos. Una frase famosa que se le atribuye a Flora Tristán.

Así mismo aboga por redimir a la mujer, quien se halla totalmente olvidada por el Estado. Recorre los prostíbulos londinenses, se empapa de la situación de sus compatriotas y todas estas impresiones las recoge en sus libros Paseos por Londres, Mephis y la unión obrera, éxitos que le servirían posteriormente de teoría para plantear las tesis socialistas que le caracterizaron.

En 1844, poco después de cumplir 41 años, muere Flora Tristán: la mujer que se adelantó a su tiempo, la visionaria que planteó la unidad de los trabajadores en un partido, la defensora acérrima de los derechos de las mujeres

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