¿Hay sesgo en la opinión?

Creo que me expongo a una vaciada general, pero me parece que quizás sea saludable expresar estas inquietudes: ¿no es posible ejercer el periodismo sin sesgo alguno? ¿Siempre resulta indispensable tomar partido?  La tendencia política, religiosa, deportiva, social o económica, lo que quieran, ¿debe marcar un límite para fijar rumbos? Entonces, si el analista posa de izquierdista, se inclinará por la tesis ídem o el personaje ídem. Si es de derecha, lo mismo. ¿No hay forma de tratar de ser imparcial, para hacer el esfuerzo de darle a cada cual lo suyo? Cuando se rompe el punto de equilibrio, ¿seguimos hablando de periodismo o se trata solo de un punto de vista de quien escribe?  Entiendo que se debe separar la noticia de la opinión del columnista. Eso me lo explicaron hace años. No obstante, a veces coinciden o se confunden, sobre todo en radio. Digo todo esto porque, ejemplo Bogotá, hay periodistas (a veces columnistas) matriculados de frente a favor del alcalde Petro y otros que se ponen en la orilla opuesta, aunque si ampliamos el escenario, lo propio puede suceder con casi todos los funcionarios,  Santos, Uribe o Pekerman. ¿Hasta qué punto corre riesgo la famosa verdad real, si cada quien tira para su lado?. ¿Por qué casi siempre se presume la culpa o el dolo y no la inocencia?  ¿Qué pasa cuando inclusive es claro que se emplea el espacio para alegar en causa propia? ¿Alguna vez el periodista debería declararse impedido para tocar un tema, porque está inmerso en un conflicto de intereses? Ojo, apenas son preguntas al desgaire, como quien no quiere la cosa, como puro ejercicio intelectual (o algo así, sin pretensiones). Yo no marco territorio en eso, y desde luego mal podría tener la última palabra. Oigo y leo opiniones, con la idea de aprender. Todavía, a pesar de los ya largos abriles, sigo en ese proceso.

Sobre Rufino Acosta

Periodista y abogado. Se inició en el programa Deporte al Día, de La Voz de Santa Marta, en 1960. Trabajó con El Informador de la capital del Magdalena entre 1961 y 1964. Fue corresponsal de El Espectador en 1964 y desde 1965 hizo parte de la redacción deportiva en Bogotá, hasta su retiro en 1998. Estudió Derecho en el Externado de Colombia (1965-1969). Afiliado al CPB y Acord Bogotá.

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