Hay gente que quiere otra cosa

Por: Juan Restrepo

Los nuevos alcaldes elegidos por los colombianos

Los nuevos alcaldes elegidos por los colombianos (Tomada de www.noticias.com)

Harían bien quienes ahora están felices en Colombia con el triunfo de sus candidatos a elecciones locales, en guardar su euforia para octubre de 2019, cuando se hará balance de la gestión de los recién elegidos, algunos de los cuales necesitarán algo más que suerte para gobernar y legislar dentro del perverso sistema político colombiano.

Tradicionalmente en Colombia la política se ha venido tejiendo a través de redes regionales, que se alimentan de las instituciones públicas en los municipios y departamentos. Y, sin que los ciudadanos se den mucha cuenta de ello, los políticos han terminado operando con el mismo sistema de la mafia calabresa en Italia, la n’drangheta, que comprendió que copar las instituciones del Estado es casi más rentable que las drogas, el juego y la prostitución, y se organizó para tener una fuerte penetración social, el control de las actividades empresariales y su presencia en estructuras públicas como la sanidad.

Esa ha sido la realidad colombiana en los últimos veinticinco años y no cambiará mucho con los nuevos elegidos este pasado fin de semana. Sin embargo, encuentro en lo ocurrido en Bogotá, con el triunfo de Enrique Peñalosa; en Medellín, con Federico Gutiérrez; en Cali, con Maurice Armitage y Bucaramanga, con Rodolfo Hernández es un fenómeno interesante y digno de detenerse a considerar. Quienes resultaron elegidos alcaldes en estas importantes ciudades llegaron al margen de los partidos tradicionales, por recolección de firmas y por movimientos ciudadanos. Bien es cierto que sobre la marcha se les fueron adhiriendo partidos pringados de corrupción y mañas arteras como en el caso de Peñalosa,  con Cambio Radical, y Armitage, con el Centro Democrático.

Esto era algo casi inevitable en un país como Colombia y los recién elegidos alcaldes verán cómo sacudirse tan pesadas e indeseables cargas. Lo que me parece destacable es que movimientos ciudadanos por fuera de los desprestigiados partidos tradicionales, hayan terminado imponiendo alcaldes en  principio limpios y dispuestos a trabajar en bien de la comunidad y por fuera de las maquinarias clientelistas que gobiernan en ciudades y departamentos colombianos.

En el caso de Peñalosa, nuevo alcalde de una ciudad como Bogotá descuadernada e invivible como es la capital colombiana en este momento, tiene un reto titánico y me parece un fardo inquietante y nada esperanzador la cercanía de Cambio Radical, un partido con las peores mañas imaginables de clientelismo y corrupción pero, para darle el beneficio de la duda quiero contar una anécdota que conocí de primera mano y que habla de su talante y  pragmatismo.

En 2000, nos contó a un reducido número de corresponsales de medios extranjeros cómo había solucionado uno de los problemas más acuciantes y que mayores dificultades planteaban para hacer obras al sur de la ciudad, cuando fue alcalde en aquellos años: las amenazas de secuestro por parte de la guerrilla que pendían sobre los ingenieros que dirigían las obras en ese sector de la ciudad. Contrató ingenieros cubanos. No supe si como fachada o realmente dirigieron las obras, pero acabó con el problema.

Peñalosa tendrá que echar mano de esa misma mano izquierda para lidiar con la voracidad burocrática del partido que ahora lo acompaña, y le deseo suerte en una tarea tan complicada como enfrentarse a las órdenes del comandante Romaña de las FARC en su momento, que era quien entonces planificaba los secuestros en Cundinamarca.

En Colombia hace falta una personalidad pública que entienda el mensaje de los ciudadanos de Bogotá, Medellín, Cali y Bucaramanga, y que sepa aglutinar ese deseo de buena gestión y de rechazo a la corrupción y el clientelismo.

Y hace falta que quienes recibieron la confianza de los votantes de esas cuatro ciudades estén dispuestos a respaldar a quien surja enarbolando esa bandera. El fenómeno es interesante porque refleja el agotamiento ante el desafuero de la política tradicional. Pero el cansancio de los ciudadanos, si no se canaliza pensando en el bien común, puede terminar echando al país en brazos del populismo iluminado –de izquierda o de derecha– que tan nefasto  ha resultado en varios lugares. Sin ir más lejos, en Venezuela.

Sobre Juan Restrepo

Periodista. Incorporado al plantel de Televisión Española durante 35 años, fue corresponsal de TVE en Extremo Oriente, Roma; México, desde donde cubrió Centro América y el Caribe; y Bogotá, para la Zona Andina

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