Fernando Barrero Chaves: “Claro que vale la pena ser periodista”

Por Guillermo Romero Salamanca-Comunicaciones CPB.
Fernando Barrero:

 (Fotos: archivo particular).

En su oficina de comunicaciones de Cafam no caben más premios, condecoraciones, diplomas, medallas, ni títulos. Los hay grandes, pequeños, con o sin banderas, en cajas o encima de un atril. Estos los del Estado, de entidades privadas o un grato recuerdo de algún oyente. Son parte de los reconocimientos que ha recibido Fernando Barrero Chaves y que guarda con especial cariño. Es un todoterreno en el periodismo: reportero, redactor, editor, productor, director y profesor.

Quizá no exista en Colombia otro comunicador que tenga en su currículum una amplia hoja de vida que vaya desde cortador de cables, titulador, entrevistador, moderador de programas radiales y de televisión, jefe de prensa de Palacio (con el presidente Betancur), decano de facultades de Periodismo, socio y presidente del CPB, hasta creador de los Premios de La Noche de los Mejores.

Su voz de “Monitor” -su programa dominical en Caracol Radio- sigue intacta. Uno de sus programas radiales más recordado por la gente en distintas partes del país.

Cuando el tiempo se lo permita -asegura- comenzará a escribir sus memorias. Por ahora, con sus conversaciones es centro de atención por las múltiples anécdotas y situaciones periodísticas.

Como para empezar

Se necesitarían muchas cuartillas para resumir su vida profesional. Pero para ser breves digamos que inició su carrera profesional en La República, luego pasó a El Tiempo, más tarde en Presidencia de la República y de ahí a la dirección de la Televisión en Colombia. También ha estado en la diplomacia, acreditado en España.

Ha sido Decano por 18 años en las Facultades de Periodismo y Ciencias de la Comunicación de las Universidades Central y Los Libertadores. Docente en las universidades de Antioquia, Central, Externado de Colombia, Inpahu, Javeriana. Par académico del Ministerio de Educación Nacional y del ICFES.

Gerente de TV Cine. Vicepresidente de Producción de Caracol Radio. Gerente de CTP Televisión. Coordinador de los Canales Uno y A de Inravisión. Director de los programas periodísticos Monitor Radio, Monitor TV, Frente a los Hechos, La Verdad y Punto, Fuerza Pública y Detrás de las Noticias. Director del Noticiero Telepaís. Actualmente, director presentador de Nuestros Héroes, programa del Ministerio de Defensa y director de Comunicaciones de Cafam.

Todo por una titulación

Él no pensaba ser periodista. Trabajaba eso sí, en La República. Era mesero en el restaurante que tenían en el diario sus padres, doña Josefina y don Ernesto. En esos años sólo pensaba en su equipo del alma Millonarios y recorría con pasión las calles céntricas de Bogotá de la mitad del decenio de los sesenta.

Se enteraba de las noticias del presidente Guillermo León Valencia leyendo de primera mano las páginas del periódico conservador. Un día don Mario Ortiz de la Roche cortó un pliego del Teletipo, se le acercó y le dijo: “Titule una de estas dos notas”. Asombrado sólo alcanzó a decir: “Yo no sé titular, nunca lo he hecho”. El experimentado periodista y ejecutivo le respondió: “aprenda”. Aceptó el reto y minutos después se le acercó tímidamente a Ortiz de la Roche, quien después de leerlas le dijo: “Vea joven, lo felicito”.

Era el 10 de septiembre de 1965 cuando lo contrataron como un mensajero reportero, que era esa persona encargada de recoger la información y llevarla al periodista. Comenzó una labor en la cual pasaba por las Comisarías de Policía donde le daban las informaciones judiciales del momento. En un dos por tres aprendió el recorrido y aunque los policías lo veían como muy joven le proporcionaban todos los datos.

Meses después estaba en otras secciones del periódico y le gustaron las notas económicas. “Ya desde ese momento el ingeniero Rodrigo Ospina Hernández planeaba convertir a La República en un diario económico”, recuerda ahora.

“Llevaba 10 años allí cuando me llamaron de El Tiempo y le conté a mi jefe el ofrecimiento que me hacían. ¿Y qué espera?, pues váyase, aquí no tiene dónde ascender y tranquilo me fui para la Jiménez”, cuenta.

Rodeado de los Santos

En su oficina de comunicaciones de Cafam no caben más premios, condecoraciones, diplomas, medallas, ni títulos. Los hay grandes, pequeños, con o sin banderas, en cajas o encima de un atril.

En su oficina de comunicaciones de Cafam no caben más premios, condecoraciones, diplomas, medallas, ni títulos. Los hay grandes, pequeños, con o sin banderas, en cajas o encima de un atril.

Era el 15 de febrero de 1975 cuando arribó al diario de los Santos. “La competencia noticiosa era con El Espectador y teníamos cierta rivalidad con este diario. Todos los días mirábamos quién había chiviado a quien. Pero un día jugamos un partido de fútbol entre los dos periódicos y Javier Ayala –redactor del diario de los Cano- se fracturó la tibia y el peroné. Yo lo llevé al hospital y desde ese momento nos convertimos en grandes amigos”, recuerda ahora.

“Mi primera noticia en El Tiempo fue con una entrevista al director de Planeación, Miguel Urrutia Montoya, quien comentó que se aumentaba el pronóstico de crecimiento económico. Resultó muy buena la nota y salió en primera página. Yo la firmé, pero el jefe de redacción, me quitó el nombre. “Eso se lo tiene que ganar”, me dijo Carlos Villar Borda, quien era el mandamás en ese momento en el periódico.

“Una de las fuentes que visitaba a menudo era Anif y allí conocí al presidente Belisario Betancur. Cuando salió electo, en 1982, me llamó para que fuera su jefe de prensa”, recuerda.

Por ese tiempo también ya era socio del Círculo de Periodistas de Bogotá y miembro de la junta directiva. Cuando fue presidente, con otros colegas, organizó la entrega de los Premios al Periodismo como La Noche de los mejores.

Un cambio de vida

“Llegar a la jefatura de prensa de Palacio de Nariño me cambió la vida. En El Tiempo ganaba 89.500 pesos mensuales y pasé a ganar 147 mil. Tenía chofer, secretaria, pero lo difícil de acomodar era que, de recibir noticias, pasaba a entregarlas. Los primeros días no entendía cómo era el asunto, pero luego comprendí que esa labor la tenía que hacer un periodista”, recuerda ahora.

En mayo de 1984 el presidente Belisario Betancur me pidió que pasara a la dirección de Inravisión. En ese momento el Instituto era el encargado de la Radiodifusora Nacional, y también debía organizar las licitaciones de los espacios de los canales de televisión existentes.

El miércoles 6 de noviembre de 1985 el M-19 se tomó a sangre y fuego el Palacio de Justicia. «Fue un día de incertidumbre, conmoción y, desde luego, mucha tensión por parte del gobierno y de todos los que estábamos en comunicaciones. Recuerdo que me llamaron para ver si teníamos unos «wokitokis» para tener comunicación con los guerrilleros. Yo averigüé en almacén y me dijeron que sólo había tres pares. Los llevé a Palacio y allí los enviaron al centro de los acontecimientos. Lo cierto es que, en medio de las balas, los aparatos los arrojaron dentro del sitio de la toma y los asaltantes nunca los recogieron. Total, se perdieron”.

“Cuando me retiré de Inravisión, me pidieron un Paz y Salvo. Allí salieron a relucir los aparatos, porque yo había firmado la orden de salida. Como no pude dar una explicación concreta y, además, porque los guerrilleros no me firmaron un papel de recibido ni sello, me descontaron 99 mil pesos”, cuenta ahora de manera anecdótica.

Un paso a Monitor

“Aún pensábamos en esos fatídicos hechos del Palacio de Justicia cuando vino lo de Armero. Dios mío. Treinta mil muertos. ¡Qué angustia! Hubo decenas de reuniones. Planes de contingencia. ¿Qué hacer? ¿Cómo se le informaba al mundo? No se dormía. Fueron momentos muy duros para el gobierno, para el país y para los familiares de las víctimas”, recuerda ahora.

Una vez terminado el gobierno del presidente Betancur, Fernando tenía varias posibilidades de trabajo, pero le convenció más la llamada que le hizo Yamid Amat para que integrara el equipo de 6 AM. “Pensé que serían unos meses y resultó siendo un trabajo de 17 años con Caracol”.

“Un día me llamaron de la gerencia para pedirme que hiciera el programa Monitor por 4 semanitas, mientras buscaban quien lo hacía. Yo les dije que sí, con esa condición. La tarea duró 10 años”, cuenta mientras suelta una de sus características risas.

La peor noticia

Un fatídico día. En septiembre del 2004 recibió la peor noticia de su existencia. En una emboscada en Tierra Alta, Córdoba, un francotirador de las FARC le quitó la vida a su hijo teniente del Ejército Daniel Alejandro Barrero. Sus palabras de despedida fueron publicadas por El Tiempo:

“Dejas un legado de virtudes, de principios éticos y morales, de cualidades militares y humanas, de gran hijo, gran hermano, gran primo, en suma, gran hombre. Viviste y moriste en lo que te fascinaba. No sabes el dolor que tenemos, pero al mismo tiempo el orgullo que sentimos. Aun así, tu vacío es inmenso y nunca será llenado por nada ni por nadie. Tu madre Amparo, tus hermanos Luis Fernando y María Angélica te decimos: Gracias por haber sido nuestro”, escribió ese día despidiendo a quien tantas dichas le dio.

Frente a comunicaciones de Cafam

“Cuando era presidente del CPB recibí un premio Simón Bolívar. Yo dije, esto no puede seguir así y les propuse en la junta organizar los Premios de Periodismo, con La Noche de los Mejores. Entre todos aportamos ideas y quedó como un Premio a la Prensa, otro a la Radio, uno a Televisión, Tesis de Grado y alguien dijo, ¿por qué no también caricatura? Y se instituyó este, además”, dice. Son 48 años como socio del CPB, en los que ha sido alma y nervio de la institución. Son años en la profesión.

“Creo que el periodismo ahora tiene nuevos retos, combatir las «fake news», se debe educar a las personas sobre el manejo de las redes sociales, es necesario hacer más énfasis en la formación ética de los periodistas y luchar por la credibilidad de la información.

-¿Vale la pena el periodismo?: “Claro que vale la pena”.

 

 

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