Esperpento español

Por: Juan Restrepo

España Aniversario

España, o mejor dicho, un gran número de españoles, transitan por un camino de estupidez y cretinismo difícil de encontrar en otras partes del mundo. El fenómeno se acrecienta año tras año, al punto de que hoy la unidad de esa nación sufre una seria amenaza. Son españoles que viven enfrascados en definir que si Cataluña, que si el País Vasco que quítame aquella bandera, que ponme aquella otra. Que si tal signo es mío, que si tengo derecho a decidir, que si soy una nación, un país, una región o una ínsula, que si tal o cual tiene más competencias al margen de las propias posibilidades… Y en medio de todo este bizantinismo, muy parecido a lo que en Colombia se conoció como la patria boba, aparecen fenómenos de anarquismo más propios del siglo XIX que del XXI en que vivimos.

Como la CUP, una formación política anticapitalista, antieuropea y asamblearia que hoy tiene la llave de la gobernabilidad en Cataluña. Y todo tras unas elecciones en esta comunidad autónoma que, pretendiendo ser un plebiscito independentista, lo único que han hecho es abrir una brecha difícil de cerrar en la sociedad catalana. El aprendiz de brujo que llevó a Cataluña a este callejón sin salida y a España a este abismo se llama Artur Mas, líder de un partido burgués que ha robado a espuertas y predicado independentismo bajo el lema “España nos roba”.

Soy colombiano y también soy español; y esto último lo digo con mucho orgullo y consciente de que decirlo ofende a muchos, incluso a buenos y queridos amigos. Soy colombiano porque nací en esta tierra y negarlo sería caer en la idiotez que ahora critico a mis compatriotas españoles que reniegan de haber nacido en la nación más vieja de Europa. Y mi vínculo con España, en donde me nacionalicé hace años, se remonta a 1964, echen ustedes cuentas.

España

Allí llegué, según dicen hoy muchos españoles, con la idea equivocada de que aquel era el país que habían creado los reyes Católicos al unir los reinos de Castilla y Aragón en 1469, la posterior conquista de Granada por las cabezas de estos dos reinos en 1492 y la anexión de Navarra en 1512, tal como aparece en el mapa con los reinos de la Península ibérica que acompaña este escrito.

Esto fue lo que me enseñaron los Hermanos de la Escuelas Cristianas en el colegio San Carlos de Medellín a quienes, según hoy miles de españoles, yo debería denunciar por estafa pues nada de eso es cierto. Unos buenos millones le dan la razón a las enseñanzas de los hermanos de La Salle, de modo que la denuncia por estafa queda aplazada sine die.

No soy de los colombianos –ni de los españoles– que aman himnos, banderas, escudos y demás enseñas nacionales hasta el borde de las lágrimas, y el patrioterismo de charanga y pandereta me repele profundísimamente, pero respeto esa simbología y los sentimientos que en otros puedan despertar tales insignias y distintivos. De modo que la quema de banderas nacionales y los silbidos al himno, ejercicio en el cual los españoles son campeones mundiales, me parecen de mal gusto y falta de respeto.

Por otra parte, no me parece inteligente renegar de la historia e ir por la vida lamentándose de lo que otros hicieron hace cientos o miles de años y que de alguna forma condicionó nuestra existencia. Si mi abuela tuviera ruedas yo sería carreta, dicen los italianos.

Península ibérica 1492

Península ibérica 1492

 

Todo esto viene a cuento porque con motivo de la celebración del 12 de octubre, la estupidez y cretinismo que miles de españoles exhiben durante los 365 días del año se exacerba hasta el esperpento. El 12 de octubre es la fiesta nacional española, una efemérides que tiene su equivalente en la mayoría de los países del mundo y que en todas partes se suele celebrar casi de idéntica manera: algún desfile militar, con el himno, la bandera y una recepción más o menos elegante en la sede del poder o de la máxima representación del Estado. Esto, que en todo el universo mundo es así, en España es en cambio ocasión para que mucha gente exhiba su mal gusto, amargura, grosería y, lo que más vergüenza ajena produce, su cursilería.

Como todos los años, la efemérides del 12 de octubre ha sido propicia para que muchos españoles tengan la imperiosa necesidad de decir que no se sienten españoles. Desde personajes anónimos que hoy tienen las redes sociales para manifestar su patología, hasta famosos –muy propalestinos ellos, por cierto– que babean en Hollywood cuando los contratan los productores judíos, pasando por actorcillos de medio pelo que dicen cagarse en España, el 12 de Octubre, la bandera y el Rey, en lugar de hacerlo en donde corresponde a esta necesidad fisiológica.

Este año, como es consuetudinario, la Casa del Rey invitó a una recepción en el Palacio Real de Madrid a cerca de 2.000 personalidades de la vida pública española con motivo de la fiesta nacional. Y, como todos los años, incluso representantes del Rey en comunidades como el País Vasco y Cataluña dieron la nota manifestando desprecio con su ausencia. Pero quien se llevó la palma a la hora de justificar su no asistencia, fue la estrella emergente de la política española el líder chavista de Podemos, Pablo Iglesias, que se excusó alegando que “su presencia es más útil en la defensa de la justicia social que asistiendo a un cóctel”, de donde se deduce que el Sr. Iglesias está enteramente dedicado a dicha labor.

Su copartidaria, la alcaldesa de Barcelona Ada Colau, rebuznó en Twitter asegurando, a propósito de la efemérides, que “Vergüenza de Estado aquel que celebra un genocidio” (esto por el descubrimiento de América en esa fecha). De esta escuela también hay muchos en Latinoamérica, de modo que el que no se consuela es porque no quiere. Compañeros en interpretaciones históricas también tienen al otro lado del Atlántico, como ven.

A todo este esperpento han contribuido en buena medida, por acción u omisión,  los dos grandes partidos que han gobernado España en los últimos 30 años, Partido Popular y Partido Socialista, y que el próximo 20 de diciembre en las elecciones generales, recibirán su merecido correctivo. Pero qué alto es el precio que deberá pagar esa nación por la ceguera y codicia de sus gobernantes en esta última generación. Estas cosas pasan porque, como dijo alguien, subestimamos el número de individuos estúpidos que circulan por el mundo.

Sobre Juan Restrepo

Periodista. Incorporado al plantel de Televisión Española durante 35 años, fue corresponsal de TVE en Extremo Oriente, Roma; México, desde donde cubrió Centro América y el Caribe; y Bogotá, para la Zona Andina

Un comentario

  1. Excelente análisis y diagnóstico de la actual España que, ni siquiera el propio Alfonso Guerra, autor de la frase. «Vamos a dejar España que no la va a conocer ni la madre que la parió», esperaba el absurdo al que hemos llegado. A pesar de proceder del otro lado del Atlántico, conoces la Historia de España y de la actualidad mucho mejor que la mayoría de los españoles. Efectivamente, la Historia es como te la enseñaron y como me la enseñaron a mí y que está comprobada y documentada. Sin embargo, desde los 30 años que citas, aproximadamente, la historia es diferente en cada una de las 17 Comunidades Autónomas que se sacaron de la manga, al hacer la actual Constitución, para tener contentos a separatistas vascos y catalanes. Gracias a esta historia que enseñan en Cataluña, (y las Vascongadas) cada año los que cumplen los 18 , son votantes separatistas para las siguientes elecciones, además con odio a España. Si en las últimas han llegado a casi el 40% del censo electoral, en menos de 6 u 8 años serán mayoría los que quieran independizarse. Entre las escuelas, institutos y las televisiones del gobierno catalán, es un adoctrinamiento que, solo cogiendo al toro por los cuernos y recuperar las competencias de Enseñanzas (puede que otras también), se podrá evitar. Para eso hace falta un Presidente del Gobierno que, además de tener mayoría absoluta, «los tenga bien puesto» y aplique, simplemente, la razón y la lógica. ¿Será el Sr. Rajoy? lo dudo mucho. Hasta el momento su pasividad ha permitido el grave daño que el iluminado está haciendo en la propia Cataluña y en España. Un cordial saludo.
    Pedro Galán.

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