El Triple, ¡el batazo más difícil del béisbol!

Por Antonio Andraus Burgos

Inmortal de los Tigres de Detroit, Al Kaline se ungió como uno de los peloteros más destacados de todos los tiempos de su novena. Tal vez con Ty Cobb, se dispute los grandes honores del equipo

Al Kaline, quien el pasado 6 de abril se fue de este mundo, a los 85 años, deja para la posteridad, una semblanza de grandeza indiscutible y una personalidad a toda prueba, como uno de los hombres que más amó el juego del béisbol. (Imagen:archivo-El Vocero de Puerto Rico).
 

Constante, disciplinado, trabajador incansable, buen amigo y mejor compañero de club, Al Kaline dejó una estela de grandeza como muy pocos jugadores lo han hecho en la divisa de los Tigres de Detroit, tal vez disputándose los honores con el también inmortal y controvertido Ty Cobb, para ser dos de los más grandes en la historia de ese club de las Grandes Ligas que en su larga trayectoria de más de 115 años en el mejor béisbol del mundo, apenas ha capturado cuatro títulos de Series Mundiales.

Después de 22 temporadas en las Mayores, Kaline se labró su propia carrera como uno de los peloteros de mayor respeto en la época de los años 50 y 60, cuando todavía no existía el Bateador Designado en la Liga Americana, y cuando había en el circuito, lanzadores de calidad indiscutible, muchos de los cuales, ya están en el recinto de los inmortales.

Al Kaline, por todo lo que hizo con la novena de Detroit, bien pronto se alzó con el mote popular de ser el ‘’Tigre’’ del equipo, admiración y honor que cargó entre los admiradores de la divisa durante su prolongada carrera de más de dos décadas, sin olvidar a hombres como Ty Cobb, ‘’El Melocotón’’ de Georgia, de Hank Greenberg, Jack Morris, Alan Trammell, Jim Bunning y Hal Newhouser, entre otros, que le dieron brillo y lustre al equipo, en sus años grandes en la crema y nata del béisbol mundial.

Único anillo

Artífice de muchas tardes inolvidables con los Tigres de Detroit, Al Kaline y sus compañeros de equipo, durante toda la permanencia con el club, apenas pudo conquistar un anillo de Serie Mundial, en aquella sensacional batalla beisbolera de 1968, frente a los siempre dignos contrincantes, Cardenales de San Luis.

La Cita de Otoño de ese año, llegó al séptimo desafío, y Mayo Smith, para entonces el capataz del equipo, con apenas dos días de descanso, llevó a la lomita de los sustos al zurdo Mickey Lolich, ¡el lanzador que parecía que no, pero sí!, tras igualar la gran final a 3 triunfos por bando, con soberbia actuación en el sexto partido, de su estelar y derecho lanzador Dennis McLain, el ‘’organista’’ que había marcado tarjeta con 31 victorias y apenas 6 derrotas, con 1.96 carreras limpias por juego, en la temporada regular, pero quien había cargado con la derrota en dos de los tres juegos en donde actuó en el Clásico de Octubre, nada más y nada menos que frente al ébano derecho de los Cardenales, el  formidable Bob Gibson.

Los Cardenales tomaron ventaja de tres victorias y una derrota en la Serie Mundial, al conseguir dos triunfos en plan de visitante en Detroit, antes del quinto partido, en donde ganó el club, los Tigres, 5 carreras por 3.

Con tres y dos, la final se trasladó al Buch Stadium, de San Luis, para los dos desafíos finales. Y desde luego, los Cardenales, sobre el papel, tenían a su favor los pronósticos. Primero porque iban a definir la gran final en su casa, y segundo, porque estaban a una victoria de conquistar el máximo galardón.

Pero McLain se las ingenió para derrotar a los Cardenales, en San Luis, con un descomunal tablero a favor de su divisa, de 13 carreras por 1, en el sexto compromiso, para obligar a que el título se definiera en el séptimo y último juego de la cita.

Y entonces, el crédito Bob Gibson fue a la loma por los Cardenales, y el zurdo Mickey Lolich lo hizo por los Tigres, quien con la ayuda de un triple de Jim Northrup, en la apertura del séptimo episodio, quien apareció inesperadamente en la alineación titular, le entregó el tercer título de Serie Mundial para su novena, en más de un siglo de historia en la Gran Carpa.

Northrup por cierto había despachado cuadrangular con las bases llenas en el sexto desafío, y despachó el triple del séptimo juego para producir las dos definitivas carreras en ese séptimo juego, para que los Tigres ganaran en San Luis, 4 carreras por 1

Pero en esa gran final, Al Kaline fue clave en tres de las cuatro victorias de los Tigres, con una producción ofensiva de 379 de promedio, con 11 indiscutibles en 29 turnos al bate, incluyendo par de tablazos de circuito completo y dos dobletes, para remolcar 8 carreras y anotar 6 rayitas.

El zurdo Lolich ganó tres de los cuatro desafíos de los Tigres, sin derrota alguna, mientras que el astro Dennis McLain se adjudicó la otra victoria de la cita, pero ya tenía en su tarjeta dos derrotas.

A un ‘’Bambinazo’’

Entre 1953 y 1974, Al Kaline fue la rutilante estrella de los Tigres, con una carrera que dejó una imborrable huella en su paso por la Gran Carpa.

Sin embargo, en una entrevista por allá en los años 90, Kaline expresó con profunda nostalgia, que ciertamente, ‘’todo se lo debo al béisbol’’, pero que sentía profundamente en su corazón, que ‘’el béisbol me quedó debiendo una: no pude llegar a los 400 bambinazos’’.

Efectivamente, Kaline apenas compiló 399 cuadrangulares, un dolor que comparte con él, el toletero venezolano, Andrés Galarraga, a quien igualmente le hizo falta un tablazo de circuito completo, para llegar a la no despreciable suma de 400 estacazos de vuelta entera.

¡Pero así es el béisbol! Y ya no hay nada que hacer.

Al Kaline, quien el pasado 6 de abril se fue de este mundo, a los 85 años, deja para la posteridad, una semblanza de grandeza indiscutible y una personalidad a toda prueba, como uno de los hombres que más amó el juego del béisbol.

Con 2.834 partidos jugados, todos con los Tigres, Kaline contabilizó 3.007 imparables en 10.116 veces al bate, para promedio ofensivo de por vida de 297, en sus 22 años en las Grandes Ligas.

En ese largo trayecto, Al sumó los 399 cuadrangulares ya comentados; 498 dobletes y 75 triples; remolcó 1.583 carreras y anotó 1.622; recibió 1.277 bases por bolas y abanicó la brisa en 1.020 oportunidades.

Debutó el 25 de junio de 1953 y su último partido con el uniforme de los Tigres, lo jugó el 2 de octubre de 1974.

Otro inmortal

Con sus 188 centímetros de estatura y sus 190 libras de peso en promedio, Al Kaline ingresó al Salón de la Fama por votación de los periodistas, en 1980, y sin duda alguna, merecía ser otro inmortal del béisbol de las Grandes Ligas.

Conquistó el título de bateo de la Liga Americana en la temporada de 1955, cuando conectó 200 indiscutibles en 588 turnos al bate, para ofensiva de 340; incluyendo 27 cuadrangulares, fletando 102 carreras y anotando 121 rayitas.

En nueve temporadas, Al Kaline bateó por encima de los 300 de promedio; conquistando, además, 10 guantes de oro en su carrera, producto de su extraordinarias faenas patrullando los bosques de los Tigres, y como si le faltara algo a su inmortal carrera, participó nada más y nada menos que en 18 Juegos de Estrellas. Fue una indiscutible leyenda de su club tanto con el bate como por su calidad de guardabosques.

Diez años más tarde de abandonar el juego del béisbol, en 1984, Al Kaline presenció la conquista de la cuarta estrella y hasta ahora la última en Series Mundiales por los Tigres de Detroit, cuando su equipo derrotó a los Padres de San Diego en apenas cinco desafíos, incluyendo el triunfo en el quinto partido, cuando Kirk Gibson despachó cuadrangular con 2 compañeros en la ruta, en el octavo episodio del compromiso, frente a una oferta del afamado y veloz relevista, Rich Gossage, para doblegar a sus rivales, 8 carreras por 4, en el ‘’Tiger Stadium’’ de Detroit, ante una multitud de 51.901 aficionados que habían pagado sus boletos.

Un pelotero querido como muy pocos, dentro y fuera de los estadios, Al Kaline se ganó por millas de distancia el apodo del ‘’Tigre’’ de Detroit, porque en él siempre había algo que lo perfilaba para grandes cosas, en momentos decisivos de muchos de los juegos en los que participó, aun cuando cientos de miles de aficionados, creyeron que no tuvo la suerte de conquistar más títulos de Series Mundiales, cuando su equipo lo tenía todo para ganarlos.

Cuando esgrimía su bate para consumir sus turnos, Al Kaline mostraba que frente a los más encopetados lanzadores de la Liga Americana, y desde luego, frente a algunos de la Liga Nacional, el poder y la oportunidad de conectar batazos para otorgarle victorias a sus Tigres del alma.

Era tan importante su presencia en la alineación de los Tigres, que Al Kaline terminó defendiendo la primera base en su última campaña en las Grandes Ligas y ser utilizado como Bateador Designado, cuando apenas esa norma entraba en vigencia en la Liga Americana.

Al Kaline, por todas esas cosas y por muchas otras más, fue un eterno enamorado del juego, su pasión era el béisbol, así le haya reclamado a su deporte favorito, con mucha nostalgia, que nunca le dejó llegar a los 400 tablazos de circuito completo, su nombre ya está dentro de los más grandes, con gloria, fama y con la inmortalidad que pocos alcanzan y que muchos quieren.

¡SE ACABA EL LANZADOR PARA UN BATEADOR!

Varios son los cambios que se aplicarán para el béisbol de las Grandes Ligas, a partir de este año. Un relevista no podrá trabajar a un sólo bateador, tendrá que enfrentarse como mínimo a tres. Y otras cositas más.

(Imagen: archivo-Toolez

“Traen como bateador emergente a un zurdo, y yo tengo un lanzador derecho sobre la loma, en un momento complicado del juego. Pues, ahora yo utilizo a mi relevista zurdo para que se haga cargo del asunto…”

“Si, pero sólo para que trabaje frente a ese bateador emergente y luego, llamo a otro lanzador para que siga en el juego…”

Pues, eso se acaba a partir de este año, de acuerdo con las nuevas reglas que entran en vigencia para la temporada del año 2020, que se harán efectivas desde el próximo 12 de marzo, durante los partidos de entrenamientos de esta Primavera.

La norma señala, sin discusión alguna, que ya ningún lanzador podrá ser usado para enfrentarse a un bateador, y menos si es relevista, sino que su labor será, como mínimo, frente a tres bateadores, bien sea que con ellos concluya su labor para cerrar el episodio, o que tenga que abandonar el montículo luego de los tres bateadores a los cuales se ha enfrentado, para poder ser sustituido, así no haya cerrado el capítulo.

Eso representa, ni más ni menos, que el partido puede desarrollarse con un menor tiempo posible, habida cuenta que no habrá cambios tan seguidos con serpentineros relevistas, a menos que, como explica la nueva regla, se compruebe por los árbitros, una lesión que durante el transcurso de las acciones se presente con el lanzador que está laborando desde la loma.

Otras cositas

Una de esas nuevas cositas está en que los estrategas de las novenas ya no contarán con 30 segundos para retar las decisiones de los árbitros en las jugadas de apreciación sobre el terreno de juego, sino que el tiempo ha sido disminuido a 20 segundos, es decir, 10 segundos menos a lo que se venía utilizando.

Muchos dirán que 10 segundos menos representa muy poco, para poder controvertir la decisión del árbitro, pero dentro del desarrollo del juego, ese breve lapso sumado a otras acciones similares, pueden llegar a constituirse en 5, 7 o 10 minutos menos de duración para un partido.

Se trata, como tantas veces se ha dicho, que los encuentros del béisbol de las Grandes Ligas se reduzcan al menor tiempo que sea posible, y para ello, se necesita la contribución de todos, como ocurre con estas dos nuevas normas que entran en vigencia este año.

Un pelotero más

De común acuerdo entre el Comisionado del Béisbol de las Grandes Ligas, los dueños de las 30 novenas que actúan en la Gran Carpa y el Sindicato de Peloteros de las Mayores, la nómina de todos los clubes se aumenta este año de 25 jugadores activos al comenzar la temporada, a 26 peloteros, con cuyo número podrán elevar a 13 su grupo de lanzadores hasta el 31 de agosto de cada año.

A partir del 1o. de septiembre de este año y de esta campaña en adelante, a menos que se cambie la norma, los clubes pueden inscribir hasta 14 serpentineros para el resto de la campaña y, desde luego, utilizar ese mismo número de lanzadores, si el equipo se clasifica para cualquiera de las rondas de la postemporada.

Como se acostumbra desde hace muchos años por los equipos, desde el 1o. de septiembre de cada año, tendrán disponibilidad hasta de 40 peloteros para integrar su nómina, pero sólo 28 de ellos harán parte de la plantilla activa de los juegos, que cada capataz dará a conocer antes del inicio de cada encuentro.

Esa expansión de un pelotero más en la nómina de cada una de las 30 novenas, era una idea que se venía discutiendo desde hacía tres o cuatro años atrás, pero finalmente entra en vigencia, gracias al acuerdo entre las partes de esta gran industria que es el béisbol de las Grandes Ligas.

En dos posiciones

Varios clubes han hecho uso de inscribir en sus plantillas a peloteros que se pueden desempeñar en dos posiciones dentro de un partido oficial de la temporada, especialmente cuando se trata de la Liga Americana, en donde la utilización del bateador designado, permite a la novena tenerlo disponible para ser jugador de campo así como sólo usarlo a la ofensiva en un desafío.

Pero hay casos excepcionales, y por eso, la nueva regla contempla esa especial situación. Es el caso, para no irnos muy lejos, del pelotero japonés Shohei Ohtani, de los Angelinos de California, quien se desempeña con lujo de competencia desde la loma de los sustos; puede defender como mucha habilidad el primer cojín y, como si fuese poco, puede ser bateador designado de su novena con mucha solvencia y destacada ofensiva.

Ese es el clásico pelotero de dos posiciones. Pero la nueva regla advierte, para dejar todo muy claro, que cuando sea utilizado Ohtani como lanzador, para el caso del ejemplo, ni aumenta ni disminuye el número máximo de serpentineros de su novena, que seguirá siendo de 13, pero que cuando sea utilizado en la lomita, si bien es cierto que se convierte en el lanzador número 14 para su club, en nada contraviene la disposición prevista para la nómina de los Angelinos.

Pero se advierte, de manera concluyente en la norma, que una vez el equipo señale a un pelotero como jugador de dos posiciones, aun cuando sea para un partido, así permanecerá por el resto de la temporada y tendrá la misma clasificación para la postemporada, si es que su divisa llega a la contienda de octubre, y su inscripción no podrá ser variada bajo ninguna circunstancia para el año de la campaña.

Uso forzado

Dentro de las nuevas reglas que se aplicarán en el béisbol de la Gran Carpa, hay que destacar la que se puede adoptar por los equipos cuando el desafío se tenga que desarrollar en episodios extras.

Dice la norma que “cualquier jugador puede aparecer como lanzador después de la novena entrada de un juego con entradas adicionales, o en cualquier juego en el que su equipo pierda o gane por más de seis carreras, cuando el jugador ingrese como lanzador”.

No es cosa distinta a dejarle la opción al dirigente de la novena que afronta un partido con entradas extras, de poder hacer uso de jugadores de campo en los casos en que lo considere conveniente y oportuno. Y desde luego, si está perdiendo por seis o más carreras, que tenga la opción de llevar a la lomita de los suspiros a un pelotero que regularmente no es lanzador.

En muchas ocasiones, y es menester citarlo ahora, la gran mayoría de los estrategas de los clubes, aun cuando vayan perdiendo por seis o más carreras, regularmente le dan oportunidad a su lanzador abridor para que labore por lo menos cuatro capítulos, antes de pensar en sustituirlo, y luego sí, poner en práctica la opción de traer a un relevista largo para que se haga cargo del juego.

Y en otras oportunidades, dependiendo de las circunstancias y de cómo va la temporada y la posición del equipo, muchos se arriesgan a hacer uso de tres o cuatro relevistas para que, dentro de las posibilidades del juego, se intente ganar el compromiso así la ventaja tempranera no sea de buen recibo, esperando que su ofensiva pueda superar los escollos que afrontan en los momentos cruciales del partido.

Capacidad de juego

No hay duda alguna de que en el béisbol moderno el señalamiento del grupo de lanzadores que conforman la rotación es de cinco, para que cada serpentinero pueda contar con el descanso necesario e indispensable para una contienda tan larga y exigente como lo es la temporada, porque son 162 partidos en 180 días del calendario regular de juego.

Y en el descanso de mitad de año, de cuatro días, después de que se desarrolla el Juego de las Estrellas, los dirigentes de los equipos por lo regular vuelven y barajan, y cambian la rotación regular del club.

Eso depende de cómo ha sido el comportamiento general de sus cinco abridores y de cómo se encuentra la visión y proyección del equipo para el resto de la temporada. En muchas ocasiones, así como empieza el grupo de los abridores así termina, porque los brazos de los lanzadores, han sido consistentes, mantienen su línea de juego, y no han sufrido lesión alguna durante el trayecto hasta casi la mitad de la campaña.

Las variaciones en la rotación del grupo abridor cambian en el momento que nadie lo espera, bien porque el rendimiento no está a la altura de las exigencias, bien porque se necesitan hacer modificaciones urgentes, bien porque la lesión deportiva puede aparecer de un momento a otro.

Todo lo señalado anteriormente, nos obliga a hacernos la siguiente reflexión: es bueno intentar reducir el tiempo de juego, no cabe discusión sobre el particular; pero ¿lo es también para quitarle imaginación, estrategia, y esencia del juego? Eso nos preocupa y nos preocupa mucho.

Por ahora digamos que la temporada del béisbol de las Grandes Ligas está a la vuelta de la esquina, y que estos cambios, tal como lo hemos reseñado, no deben ser sorpresa para ninguna las bancas de juego para este 2020.

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