El gigante de Buenaventura

Por Germán Hernández.

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Raúl Cuero es el único niño de 1,95 metros de estatura que fue feliz sin haber tenido un solo juguete. El hijo de una lavandera y un cargador de bultos de Buenaventura tuvo que aprender a jugar con las lagartijas y cucarachas que atravesaban las polvorientas calles del pueblo, pero que le servían para distraer aquellos años de pobreza absoluta. Él las observaba con una curiosidad muy inocente, sin saber que tener que retozar con aquellos muñecos naturales era la consecuencia de la miseria.
“Me di cuenta de lo pobres que éramos –dice hoy–, cuando fui por primera vez a Cali y vi un negro triste”.

Pero hace poco Raúl Cuero recordaba que esos juegos en medio de la indigencia fueron los que le dieron la oportunidad de crecer. Y de ganar reconocimiento mundial como el que acaba de obtener, en estos días, cuando recibe el Premio al Mejor Ex Alumno de la Universidad de Heidelberg, Ohio, USA.

Un premio que lo reconoce por sus los logros científicos e invenciones y contribuciones de toda una vida dedicada a una profesión determinada, a la comunidad y la sociedad en general. En dicha universidad, el doctor Cuero recibió su titulo de biólogo, y es la primera ocasión que una persona proveniente de un país en vía de desarrollo recibe este alto reconocimiento.

Entre otros ex alumnos de Heidelberg que han recibido este reconocimiento se encuentra Robert Duane Ballard, famoso oceanógrafo quien descubrió el naufragio del Titanic en 1985.

Hoy, a los 62 años, Raúl Cuero es uno de los más reconocidos científicos de los Estados Unidos, y uno de los hombres más perseguidos por las cadenas de televisión ABC y NBC gracias al último invento que dio a conocer al mundo: una sustancia especial para proteger a los seres humanos contra el cáncer de piel.

Ese novedoso componente es el último de una decena de invenciones que el investigador colombiano, que se crió entre ranchos de bahareque y argamasa, le ha presentado a la ciencia desde que se graduó de biólogo en la universidad del Valle, obtuvo una maestría en Ciencias y Patología en la universidad de Ohio, y un PhD en Microbiología de la universidad de Strathclyd, en Glasgow (Escocia). Desde hace casi 20 años trabaja en los laboratorios de la universidad de Prairie View, en Texas, y es microbiólogo en la Nasa.

Pero la altura de este sabio no es sólo mental. “Lo conocí como basquetbolista de la Facultad de Agronomia de Palmira en los años 60, cuando practicábamos deporte de alta competencia. Era un atacante muy efectivo y como defensa era impasable. Cuando Cuero levantaba esos brazotes de ébano, oscurecía la visión de sus rivales”, recuerda su amigo José Briceño.

Cuero fue uno de los mejores basquetbolistas en la historia de Colombia, y llegó a jugar como profesional en Inglaterra, mientras estudiaba su máster en Microbiología. Y tuvo oportunidad de llegar a la liga rentada de la NBA, en los Estados Unidos, pero, en vez de las cestas, prefirió los microscopios.

Sus fabulosos inventos van desde un ‘biovidrio’ que extermina estafilococos y otras bacterias patógenas, hasta un eliminador de radiación que utiliza un simulador de material marciano. El que presentó a la comunidad científica hace un par de semanas será utilizado por la Nasa para salvaguardar a los astronautas contra los efectos nocivos de las irradiaciones.

Sin embargo, el éxito no ha borrado de su cabeza las escenas de su infancia feliz, pero inquietante. Por eso, desde hace varios años, el doctor Raúl Cuero creó en Colombia el Parque de la Creatividad, una fundación con la que ayuda a jóvenes que, como él, crecen en medio de la miseria pero necesitan una oportunidad.

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