El acoso del engaño

El engaño y la burla se han apoderado de Colombia, con la complacencia casi generalizada de nuestra población, de nuestras instituciones y de nuestras autoridades, que hacen aparecer estas mañas, como ejemplares vivezas, de quienes las aplican.

Vemos engaños por doquier, sin que nos percatemos de tan graves hechos y sin que reaccionemos. Al azar, podemos mirar los engaños de que hemos sido objeto en los últimos días. Los encabeza la burla de la guerrilla al gobierno, a los colombianos, a los parientes de los secuestrados, a los medios de comunicación, es decir al país entero. Parece ser, que dieron unas coordenadas falsas del sitio en donde entregarían a los compatriotas Guillermo Solórzano y Salín Sanmiguel, para distraer la atención de las Fuerzas Armadas, mientras sacaban a su gente acosada por el ejército en el Tolima. Tremendo engaño, si así fue, porque con estos temas no se juega. Afortunadamente el miércoles fueron liberados, pero faltan muchos colombianos por tener esta misma suerte, si es que las Farc y las otras yerbas, quieren entrar en un proceso de paz, sin burlas, ni engaños.

Engañaron los camioneros, quienes abusaron de la buena fe de la Secretaria de Gobierno del Distrito, a quien le pidieron permiso para realizar un desfile o marcha por las calles de la capital, el que aprovecharon, para bloquear la ciudad y ocasionar todos los atropellos contra una ciudadanía inerme. Los camioneros, dicen al mismo tiempo que ellos son los engañados por gobierno que derogará un decreto que los defendía de narcocamioneros y multinacionales, que envilecen las tarifas del servicio. Grave la denuncia, pero ellos, deben proceder dentro de la ley.

Engaño y burla los de Valencia Cossio a la Justicia, con su cuento del “motelazo” en Pereira. Los de las ya eternas leguleyadas que dejan en vilo la adjudicación del Tercer Canal de Televisión. Los de los permanentes “tijeretazos” al Plan Colombia, sin justificación alguna.

Engaño con la infraestructura vial, que nos quisieron retratar, como la megaobra jamás emprendida, mientras vemos que lo que existía se ha venido convirtiendo en caminos de herradura. Son muchos los engaños y burlas que, por falta de espacio, no alcanzamos a mostrar ante la opinión pública, pero que son aterradores y merecen ejemplares enfrentamientos.

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