¡Don Pedro, el inmortal de Manoguayabo!

Por: Antonio Andraus Burgos

Craig Biggio, es el cuarto as del póquer de los inmortales del 2015. Randy Johnson era súper favorito en las papeletas. John Smolzt, por todo lo que había hecho, sobresalía con sus pergaminos.-

Como en muy pocas ocasiones, una vez más, la elección para el Salón de la Fama del béisbol de las Grandes Ligas, hizo blanco perfecto con los cuatro ungidos para ocupar nichos en Cooperstown.

Se anticipaba, por méritos más que suficientes adquiridos durante su brillante carrera en la Gran Carpa, que el formidable zurdo Randy Johnson, no tendría problemas para cosechar el número de papeletas a su favor en la elección entre los nuevos inmortales, que finalmente obtuvo. Y que John Smolzt, por la forma magistral en que laboró como lanzador abridor y cerrador en las mayores, ofrecía una hoja con el respaldo suficiente para esperar, hoy o mañana, la decisión de sus jueces naturales, los periodistas del béisbol de los Estados Unidos, para alcanzar la fama y la gloria.

Cosa distinta, ocurría con Craig Biggio, el destacado pelotero de los Astros de Houston, quien durante su prolongada permanencia en la crema y nata del béisbol, ‘’molió’’ a bate limpio, a sus serpentineros rivales, para enviar la pelota a todas las praderas de los diamantes, en donde era imposible engarzarla, y elevar su número a más de 3.000 imparables, para incrustar su nombre entre los grandes de todos los tiempos.

Y a un lado, casi que imperceptiblemente, un extraordinario lanzador derecho latinoamericano, con un palmarés lleno de verdaderas joyas desde la loma de los sustos, se empinaba con la grandeza del héroe que, por muchas razones, había conquistado un lugar privilegiado entre los más grandes de su época, y quien encontró una abrumadora votación a su favor, para ser ciudadano de Cooperstown, en su primera aparición en la nómina de los candidatos para ser inmortal: Pedro Martínez.

Esos cuatro nombres se unirán el 26 de julio venidero, a 240 peloteros que ya están ocupando una placa en el Salón de la Fama, cuando sean exaltados, entre un total de 319 nombres que hacen parte de ese selecto grupo, en donde también aparecen dirigentes, árbitros, estrategas, locutores y los jugadores elegidos por el Comité de Veteranos.

La carrera de Biggio

Craig Biggio se inició como receptor, posición que ocupó por muy breve tiempo, pues su puesto estaba en la segunda almohadilla, para luego terminar, con el paso de los años, pero debido a su constante ofensiva, cuidando los jardines de los Astros de Houston, novena con la que se inició y concluyó su carrera de 20 años en las Grandes Ligas.

Pelotero en una época en donde la hormona de crecimiento humano y los esteroides hacían estragos entre muchos de sus compañeros, Biggio sabía que la única manera limpia y honesta de competir en cada campaña, era prepararse como los buenos atletas, descansando apenas 45 días entre jornada y jornada, y consagrándose a mejorar sus condiciones físicas, con nada distinto a lo que la naturaleza le prodigó de manera abundante.

Con sus 3.060 imparables de por vida, Biggio ocupa en este momento la casilla número 20 en la tabla de todos los tiempos en las estadísticas de los peloteros con más indiscutibles despachados, con promedio ofensivo de bateo de 281, con cuatro guantes de oro conquistado a la defensiva y cinco bates de plata obtenidos a la ofensiva, evidencian su inmensa calidad dentro de las Grandes Ligas, lo que le sirvió para que en siete oportunidades integrara el equipo para el Juego de las Estrellas de la Liga Nacional.

Ofrecía derroche de energías y de talento cada vez que se enfrentaba a su lanzador rival de turno, y con facilidad que asombraba, siempre encontraba el espacio para despachar la esférica a terrenos de nadie, hasta el punto de compilar 668 dobles, 291 cuadrangulares y 1.175 carrera impulsadas, además de 414 bases estafadas, actuaciones que lo destacan por sí solo.

Fue en 1998 cuando su nombre se hizo sonoro en la campaña, con sus 210 inatrapables en 646 turnos oficiales al bate, para el indiscutible promedio de 325 a la ofensiva, luego de 10 temporadas luciendo el uniforme de los Astros.

Entusiasta como muy pocos y constante animador entre sus compañeros en el banco de juego, Craig estuvo aspirando con su nombre en las nominaciones del 2013 y 2014, y en ambas oportunidades se quedó por escaso margen en alcanzar el nicho para el Salón de la Fama. Pero en este 2015, le llegó su enhorabuena, haciéndole el reconocimiento que merecía.

Don Pedro, sí, don Pedro

Ramón era su ídolo. Ramón fue su guía. Ramón fue su inspirador para jugar el béisbol. Ramón fue el hermano mayor querido y al que se le hacía caso. Y fue Ramón, al final de cuentas, quien lo impulsó y entusiasmó para convertirse en la gran figura del béisbol que finalmente fue.

Pedro Martínez suena muy simple. Ahora es don Pedro, sí, don Pedro, el inmortal de Manoguayabo, el humilde rinconcito dominicano que lo vio nacer, crecer y convertirse en el más grande hombre de su tierra, que difícilmente se encuentra con una lupa en el globo terráqueo.

Controvertido por su aguerrida actitud dentro de los diamantes, Pedro Martínez se granjeó la malquerencia de pocos y la admiración de muchos,

con su presencia de 18 años en el Béisbol Organizado, luciendo los uniformes de los Dodgers de Los Ángeles, novena con la que debutó, el 24 de septiembre de 1992; los Expos de Montreal, los Medias Rojas de Boston, con la que realizó inolvidables  y controvertidas faenas; los Mets de Nueva York y los Filis de Filadelfia, con la cual concluyó su carrera, el 30 de septiembre de 2009.

Desechado en principio por quienes consideraban que su complexión física no era la adecuada para pensar en llegar a la Gran Carpa, pues biométricamente no ofrecía el nivel mínimo para adueñares de un puesto en las mayores, Pedro se impuso por su carácter, por su férrea disciplina, por su consagración al juego y por sus inmensos deseos de hacer realidad los sueños de su hermano mayor, además de su inmensa calidad como lanzador de pleno dominio sobre sus lanzamientos.

Y fue en su primera aparición en la nómina de elegibles para el Salón de la Fama, que conquistó 500 de las 549 balotas que se depositaron, para alcanzar la gloria y la fama, convirtiéndose en el segundo dominicano en obtener tan apetecido y poco alcanzable nicho, pues el primero fue el inolvidable Juan Marichal; y el octavo pelotero latinoamericano en llegar a ser ciudadano de Cooperstown.

Pedro Martínez aparecerá ahora en el grupo selecto de los inmortales, para acompañar al indiscutido Roberto Clemente, de Puerto Rico; al elegante Juan Marichal, de República Dominicana; al sensacional Luis Aparicio, de Venezuela; al formidable Rod Carew, de Panamá; al corpulento Orlando Cepeda, de Puerto Rico; al gigante Anastasio ‘’Tany’’ Pérez, de Cuba; y al maravilloso Roberto Alomar, de Puerto Rico.

Sus numeritos

Don Pedro, sí, don Pedro Martínez catapultó su nombre al grupo de los inmortales, con sus menos de 6 pies de estatura y de 200 libras de peso, con manos pequeñas y dedos cortos, pero con una entereza deportiva tan grande o más que su propia condición física, y con un corazón por donde la adrenalina no fluía cuando tenía la pelota en posesión de lanzar.

Ganador de 100 o más juegos tanto en la Liga Nacional como en la Liga Americana, sumando 102 victorias en 11 campañas en el Viejo Circuito, y 117 en la joven liga; don Pedro acumuló 219 triunfos contra apenas 100 derrotas, para promedio de 687 en su carrera; con 3.514 ponches recetados y entregar la irrisoria suma de 760 bases por bolas, 30 de ellas, de manera intencional.

Obtuvo su mejor registro en juegos ganados y perdidos en la temporada de 1999, con los Medias Rojas de Boston, con 23 triunfos y 4 derrotas, para 852 de promedio, con una efectividad de 2.07 carreras limpias, al trabajar en 213 episodios y un tercio, y aceptar 49 carreras limpias.

Don Pedro, sí, don Pedro, conservó una línea ganadora como lanzador abridor, después de haber sido probado como relevista en su primera campaña con los Dodgers, compilando 2.93 carreras limpias por juego, tras trabajar en 2.827 episodios y un tercio, con la raquítica cifra 919 carreras limpias permitidas, después de dejar el montículo con 100 partidos sin decisión, en las 319 apariciones iniciando juegos.

Proyectó su nombre con buenas calificaciones, al acreditarse en cinco temporadas numeritos que reflejaban su dominante trabajo desde la loma de los sustos, al capturar en igual número de oportunidades, el primer lugar de la tabla en efectividad. Una en la Liga Nacional y cuatro en la Liga Americana, así: en 1997, con los Expos, en el Viejo Circuito, con 1.90 carreras limpias, con 17 ganados y 8 perdidos; y en 1999, 2000, 2002 y 2003, con los Medias Rojas, en la liga joven, con registros de 2.07 de efectividad y 23 ganados 4 derrotas; 1.74 de carreras limpias y 18 triunfos y 6 reveses; 2.26 en carreras limpias, y 20 victorias y 4 pérdidas; y 2.22 en efectividad, con 14 ganados y 4 derrotas, respectivamente.

Convocado en ocho oportunidades al Juego de las Estrellas, don Pedro, sí, don Pedro Martínez capturó en tres ocasiones el afamado premio Cy Young para los serpentineros en la Liga Americana, y consiguió un anillo de Serie Mundial en el 2004, con los Medias Rojas de Boston, con cuyo uniforme será exaltado al Salón de la Fama el 26 de julio próximo.

Los cuatro, Randy Johnson, John Smolzt, Craig Biggio y el dominicano Pedro Martínez, conforman en póquer de ases que en este 2015 arriban, con sobrados méritos, a la ciudadanía de por vida en Cooperstown.

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