Cuando su pareja es un ídolo fabricado

“Sin conocimiento no hay amor” podría ser la conclusión del libro Viva en pareja y disfrútelo, publicado por ediciones Gamma y escrito por el doctor  Félix  Cantoni Ibarra, médico siquiatra y quien ha ejercido durante 30 años la terapia de pareja en Colombia.

El autor define el amor como la situación según la cual la persona experimenta un crecimiento continuo. Podríamos decir, un mejoramiento permanente de sus cualidades personales, basado en el conocimiento propio que se obtiene de mirar en su interior, y dejarse observar y analizar por pareja. A partir de este conocimiento intimo, que implica enriquecimiento, el individuo puede ofrecer y recibir satisfacciones desde el punto de vista físico y afectivo.

Desde el enamoramiento inicial, que muchas personas definen como una atracción eléctrica o como “mariposas que revolotean en estomago”, y que desde luego tiene que ver con la atracción sexual, se puede fundar una verdadera relación de amor o una situación malsana, que el autor denomina enamoramiento transferencial.

¿Pero qué es el enamoramiento transferencial? Según el doctor Cantoni, una de las principales causas de conflictos entre las parejas, es la incapacidad de aceptarse a si mismas  o al otro, como en realidad son. Y eso es lo que ocurre en el enamoramiento transferencial. El enamorado concibe a su pareja como alguien de quien se siente atraído, porque algunas de sus partes resultan aptas para colocar en ellas características de un ser ideal que ha fabricado en su mente.

Para dar un ejemplo, la persona ubica en su pareja las cualidades que desea hubiese tenido un padre afectuoso, del cual careció en su infancia. Entonces, no se enamora de Fulanito, sino de esas partes que puede identificar con las del padre afectuoso. Se produce de esta manera una idealización de la pareja.

Aunque es cierto que en toda relación de amor adulto existe un nivel de idealización, en este caso resulta enfermiza, por que las únicas ideas que se mueven en la mente del enamorado serian algo así: “Como me haría feliz a mí mismo si yo fuera tú”, o “o que deberías hacer tú para hacerme feliz a mí, según mi idea”.

Los ídolos se derrumban

Cuanto se presenta este tipo de enamoramiento el problema de la pareja surge pronto, ya que idealización con lleva una serie de exigencias explicitas e implícitas para que el otro sea permanentemente ideal y maravilloso, lo que desde lego no es posible.

La respuesta al hecho de que muchas personas no se encuentren su “media naranja”, quejándose siempre de su mala suerte, puede hallarse en que se enamoran transferencialmente. Andan siempre en busca de príncipes azules o princesas perfectas que resultan ¡tan escasas en estos días!

La vida cotidiana con sus avatares derrumba necesariamente los ídolos fabricados en una relación transferencial. Y entonces, indica el profesor Cantoni, los miembros de la pareja así constituida, ante el miedo de verse a sí mismos y de observar a su pareja en términos reales, optan por vivir una vida de mentiras. La confianza y el dialogo estarán siempre ausentes en esta relación.

La manipulación será una actitud constante en la situación de enamoramiento transferencial. Cada cual trata de valerse de los sentimientos de culpa del otro para lograr lo que quiere, pero sin expresar claramente sus deseos.

Por lo general, las personas involucradas en una relación transferencial- indica el profesor Cantoni-, padecen de lesiones en su autoestima, que resultan de la falta de afecto que pudieron haber experimentado en la niñez o en la adolescencia. Por ello, incorporan en su mente una sensación de “nadie que quiere y por algo será”.

¿Qué sucede entonces? Si el individuo no se quiere a si mismo y siente una gran inseguridad sobre el amor de su pareja, tratara de cumplir inconscientemente con esa imagen que se tiene de ella.

El aislamiento al que ven abocados los miembros de su pareja y la idea de que sus expectativas no podrán ser llenadas, conduce poco a poco a resentimientos, ira contenida, odio y violencia, que en algún momento estallaran. En ocasiones-señala Cantoni-, enfermedades como el cáncer, la úlcera o el infarto, serán el resultado de este estado de cosas.

Si usted siente que se encuentra involucrado en una situación similar a la descrita, su única salida será despojarse de la máscara y lanzarse  a la aventura del conocimiento mutuo con la pareja. Se parte de esta valida premisa, se dará el crecimiento interior de la persona y la vida se tornara gratificante.

Pero, obviamente, no se trata de conocerse así mismo a través de recriminaciones y agrias provenientes de la pareja. Ambos deben entender que mirar hacia adentro de cada cual consistirá en un proceso respetuoso y mensurado.

¿Y la sexualidad?

Según opina Cantoni, achacar a la monotonía los problemas de la apatía sexual resulta superficial. Por mucho que se inventen trucos, la novedad sigue siendo esquiva para las parejas de vieja data y esa es una situación que hay que aprender  a manejar.

Para el autor, los problemas sexuales de la pareja tienen que ver con la situación de enamoramiento transferencial. Para que una relación, desde este punto de vista, se mantenga en forma satisfactoria se requiere no solo del deseo sino de importantes dosis de ternura y gratitud, las cuales se harán imposibles si en cada uno hay una cantidad de ira, odio e irritabilidad, que implica el enamoramiento transferencial.

El logro de una sexualidad adecuada en la pareja, está determinado por la capacidad  de sus miembros para la pasión.

Pero si uno o ambos miembros de la pareja temen volverse violentos por tanta rabia o cólera contenida, inconscientemente preferirán mantener una actitud de suavidad sexual que frena la pasión. Se dará,  por lo tanto una especie de falsa sexualidad.

Una vida sexual grata y sana exige la confidencialidad de la pareja. Se trata de la capacidad de cada uno debe tener para contarle al otro sus deseos y fantasías, y luego ponerlos en práctica durante los juegos sexuales. Pero si se desconfía del otro o se siente temor de él, la confidencialidad no podrá desplegarse y la relación quedara estéril de fantasías compartidas que resultan indispensables.

Cantoni señala una serie de condiciones que, en su parecer, tienen que darse en el caso de las fantasías y juegos sexuales debe ser opcional, pues no se considera normal el hecho de que sean indispensables para llevar a cabo el acto sexual.

Finalmente –sostiene el autor-, el desarrollo de una vida sexual en pareja, establecida en los marcos de una ética señalada de común acuerdo, implica un constante conocimiento del otro, una sensación de que es especial porque me conoce y lo conozco íntimamente.

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