Cronicas de Francia

Por: José Luis Mumbru

He comprobado de nuevo, que entre más uno cree que sabe de vinos, menos sabe en realidad y lo digo con total tranquilidad, con gran humildad y con la seria intensión de aprender más de vinos franceses después de esta temporada que he pasado en Paris.

A lo mejor suena a paradigma pero es una realidad, por eso en este viaje me dedique a un tema alterno o paralelo dentro del mundo de los sommeliers, y no me refiero a catar aceites de oliva o infusiones de té, sino a los Aperitifs, un universo extenso en cualquier país de Europa y en este caso me refiero al mundo francés, donde cada región tiene uno que la caracteriza y la oferta es amplia y muy variada.

Gracias a la generosidad de mi amigo Yves K. fue que logre disfrutar de néctares inesperados de olores y sabores únicos, toda una experiencia gourmet, en donde logre destapar botellas para mi extrañas con la sola intensión de averiguar que había adentro y disfrutar inmensamente de las sensaciones que producen colores, olores y sabores desconocidos algunos pero que hoy ya forman parte de mi memoria olfativa.

Y repito lo que le dije en su momento: “Me encanta tu casa llena de botellas mágicas, tu sabes que a mí me encantan las botellas y tú tienes una casa llena de ellas.”

Otra experiencia importante de este viaje fue el organizar la cava de Charles L. donde bote por el sifón 34 botellas de Borgoñas y Burdeos que en su momento debieron haber sido unos caldos maravillosos pero que debido al inexorable paso del tiempo quedaron reducidos a simples cadáveres descompuestos y malolientes.

Por favor insisto, no guarden los vinos sino saben cuáles son los que se deben guardar y por cuanto tiempo, pues es muy triste el encontrar vinos que en los 80´s tuvieron que haber sido fabulosos y que hoy día, ni para vinagre de cocina.

Debo recalcar que todas las botellas desechadas estaban acomodadas correctamente en posición horizontal, en una cava de vinos subterránea, donde no había calefacción, ni contacto con el temido sol por tanto el indiscutible asesino no fue otro que el imparable paso del tiempo.

Recuerden que los vinos son para beber, son para disfrutarlos y que estos salen siempre de la bodega listos, que algunos pueden mejorar con el tiempo, eso no se pone en duda pero dejemos de guardar tesoros, porque como dice el refrán popular: “Quien guarda manjares, guarda pesares.”

Por último, no quiero dejar pasar sin contarles que establecí contacto con la comida vietnamita, la que era para mí hasta este viaje distante y desconocida, pero la misma que encontré exquisita, y más sofisticada y deliciosa que la comida china, con algunos platos similares debo resaltar.

Desde luego guardando las proporciones pues en comida oriental puede haber la misma diferencia entre comida china, japonesa, tailandesa y vietnamita, que en el caso de la comida occidental entre española, francesa o italiana, donde se pueden repetir ingredientes, sabores y hasta métodos de cocción pero el resultado final siempre es diferente.

Sobre José Luis Mumbru

Nació en Barcelona. Realizó sus primeros estudios acerca del vino en la Argentina; posteriormente en la Universidad Externado de Colombia y finalmente obtuvo su Diploma de Sumiller en la Escuela de Hostelería del Sur de Madrid. A finales de la primera década de este siglo abrió una tienda especializada en vinos en el Norte de Bogotá llamada Vendimia. Escribió sobre temas vitivinícolas en Revista Caras del Ecuador. La afición por el vino lo ha llevado, además, a convertirse en un cocinero autodidacta de reconocida trayectoria. Ha sido jurado de los Premios de la Revista La Barra en varias ocasiones. Actualmente es catedrático y docente en la sucursal colombiana de la Escuela de Hostelería de Bilbao.

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