Castro Caycedo al Senado, pero con las manos limpias

Limpiar el Congreso de legisladores deshonestos o irresponsables: esa es apenas una de las metas que propone el candidato Gustavo Castro Caycedo desde el Senado.

Por Gilberto Castillo

Gustavo Castro Caycedo siempre ha actuado con independencia y manos limpias.

Gustavo Castro Caycedo siempre ha actuado con independencia y manos limpias.

Como todo buen Castro Caycedo que se respete, Gustavo habla claro: “conozco muy bien la problemática de los pensionados. Son irrespetados y menospreciados por un Estado indolente y por algunos funcionarios oficiales y bancarios que van hasta el rango de cajeros hasta ministros de ‘Inseguridad’ Social”, dice.

Pero sus críticas van más allá: “También son menospreciados por legisladores que se creen todos ellos dueños de la eterna juventud, o que nunca van a envejecer. Parecería por su censurable actitud que no respetaran ni a sus propios padres, pues el trato que le dan a los mayores pensionados o en plan de pensionarse es irreverente, humillante y muchas veces inhumano”.

Y les advierte: “Eso no puede seguir siendo tolerado, y son los congresistas los llamados a legislar sobre esa materia para que se respeten la dignidad y los derechos de las personas que luego de servirle al país, se ganaron el disfrute de su pensión”.

Por eso, su eslogan es: “Dame una mano, yo la recibo con las manos limpias”. El que habla es el periodista Gustavo Castro Caycedo, candidato al Senado por Cambio Radical, número 22. Le preguntamos si cree que todos los congresistas son deshonestos, y él responde:

“Hay congresistas honestos, y responsables, pero otros no lo son. Como elector, yo fui traicionado; unos prometieron mentiras, otros resultaron corruptos y clientelistas. Y algunos están hoy en la cárcel, condenados”.

Su lucha, más allá del eslogan, es ante todo transparente: “Todo eso ha defraudado a muchos colombianos que ya no creen en ellos y que quieren escoger candidatos limpios, que no sean pícaros, ni practiquen la sinvergüencería política o el nepotismo, y que no se pongan al servicio de quienes los compran y los manejan. Los ciudadanos de bien pueden elegir el 14 de marzo congresistas responsables, y ‘con las manos limpias’”, afirma.

Y se muestra optimista para estas elecciones. “Usted, yo y todos los colombianos –dice– anhelamos un Congreso sin legisladores deshonestos o irresponsables. Los colombianos están hastiados de tanta marrulla legislativa, quieren elegir a personas que piensen en el país y no en sus propios intereses; con compromiso social y pasado limpio. El Congreso no cambiará por si mismo, pero el voto racional lo puede lograr”.

Castro Caycedo, nacido en Zipaquirá, es reconocido como un periodista independiente y crítico. Es administrador de empresas, Investigador y asesor de temas sociales sobre salud, violencia, violencia infantil y juvenil e influencia social de la televisión y sobre infancia, juventud y mujer.

Ha sido presidente del Círculo de Periodistas de Bogotá, presidente de RCN Radio, director de Inravisión, director del Noticiero Cinevisión, vicepresidente del Consejo Nacional de Televisión, columnista de El Tiempo, El País y La República, director de la revista Al Día, asesor de 12 empresas de comunicaciones, autor de 30 libros y coautor de 9 más, además de ser profesor universitario, asesor del Instituto Anticorrupción de la Universidad del Rosario, y ganador de varios galardones y premios de periodismo.
Creó y ejecutó el Premio Cafam a la Mujer y fue director de la campaña ‘Lucha contra la Pobreza’ durante el gobierno del presidente Virgilio Barco, período en que además fue asesor en la Consejería para el Desarrollo Social de la Presidencia de la República, de la Dirección del Bienestar Familiar (realizó la investigación ‘Los niños en los grupos armados’) y de la Presidencia del Seguro Social (1983 a 1985). También fue director de su ‘Plan Educativo de Salud’, y fue comisionado por los presidentes Belisario Betancur, Virgilio Barco Vargas y Ernesto Samper Pizano para el empalme de sus gobiernos en el Sector de las Comunicaciones.

Ver Bien Magazine: Pero, ¿por qué un periodista independiente, crítico de las cosas del Estado y de los políticos, cayó en las redes de la política? 

Con Mohammed Ali a quien trajo a colombia para una obra benefica del Instituto Franklin Delano Roosevelt.

Con Mohammed Ali a quien trajo a colombia para una obra benefica del Instituto Franklin Delano Roosevelt.

Gustavo Castro Caycedo: Mi pensamiento es liberal y, aunque no soy político, acepté ser postulado al Senado por Germán Vargas Lleras, por Cambio Radical, para servirle a la sociedad y escogí el número 22 porque es de fácil recordación. No tengo sede, ni vallas, ni afiches, ni derrocho en publicidad, ni compro votos… Sólo cuento con unos volantes y amigos en algunos medios, que son más importantes que el dinero. No le pedí plata a nadie, y tampoco acepté ofertas, porque no he vendido mi independencia: seré un congresista transparente. Quiero llegar al Senado, fiel a mi eslogan: “Dame una mano, yo la recibo con las manos limpias”.

Me proyecto por la Internet en Colombia y en el exterior, hablo con la gente de Zipaquirá, donde nací, y en otras ciudades salgo a la calle a hablar con la gente. Nada de manifestaciones mentirosas, ni maquinarias, ni clientelismo.
Bueno, yo ni soy político, ni busqué la política.

Tengo conocimientos, experiencia, preparación, energías y deseos de servir al país, desde el Senado. Atravieso por el mejor momento intelectual de mi vida; tengo madurez, y si soy elegido daré todo de mí para legislar con las manos limpias. No quiero llegar al Senado para buscar prebendas, ni para defender los intereses de unos patrocinadores, porque no tengo patrocinadores ni ‘dueños’. No le pedí ni acepté dinero a nadie para mi campaña, para no perder independencia y porque, ante la pobreza que afecta a la mayoría de los colombianos, creo injusto dilapidar tanto dinero.

VBM: ¿Por qué razón Cambio Radical lo postuló al Senado?

GCC: No quiero parecer arrogante. Usted me pregunta y le respondo con sinceridad: por ser una persona de bien y un buen ciudadano; por mi trayectoria personal y mi pasado limpio; por mis ejecutorias sociales como hombre cívico; por mi buen nombre como periodista y administrador de medios de comunicación; por mi profesionalismo al ocupar los más altos cargos de la radio, la televisión, de algunos medios escritos, y de la agremiación más importante del periodismo en Colombia; y por mi plena disponibilidad para dedicarme a trabajar por el mejoramiento de la calidad de vida de los colombianos.

Tengo la convicción de que puedo y debo trabajar por la sociedad a la que me he debido siempre como periodista crítico e independiente durante más de 40 años. Entiendo la política con un profundo compromiso social. Conozco bien al país y los problemas de los niños, los jóvenes, las madres, los ancianos, los consumidores, y de las personas que no tienen quien las defienda, porque hasta entidades como los ministerios de Seguridad Social y de Agricultura, o superintendencias como las de Salud y de los Servicios Públicos, se olvidaron de cumplir con sus obligaciones al permitir, con alcahuetería, el irrespeto los ciudadanos, y de las empresas y entidades controladas por ellas.

VBM: ¿Cuál es su concepto sobre la Seguridad Democrática?

GCC: Yo no veo tanto éxito como el que le adjudican a la Seguridad Democrática, porque no ha sido democrática. Ha fracasado en las ciudades, donde las familias de bien están desprotegidas e impotentes frente a los criminales. El 85 por ciento de los homicidios que se cometen en el país no son causados por la guerrilla, el paramilitarismo o el narcotráfico: no, son cometidos por la delincuencia común y por la intolerancia de los ciudadanos. ¿Y qué se ha hecho para contrarrestarlos? Las mujeres, los niños, los jóvenes los ancianos, las mujeres, están en la mira y en las manos de los hampones.

En esas condiciones, ¿qué representa que unos pocos ciudadanos que tienen finca puedan ir a ellas tranquilos, si caen víctimas de la delincuencia en las ciudades, al salir del cine, de un supermercado, en un parque o en una calle, en la noche o en pleno día? Los niños y los jóvenes son asaltados frente a sus escuelas o colegios, o al dirigirse a sus hogares. Ya es hora de implementar correctivos eficientes para extirpar este cáncer que aterra y enluta hoy a millones de colombianos, en pueblos y ciudades. Es hora de una verdadera seguridad democrática, es decir para todos, no solo para el campo.

Hay infinidad de problemas que deben ser afrontados con seriedad y responsabilidad por el gobierno y el Congreso: los explosivos índices de desempleo; la corrección de la improvisada y deshumanizada reforma de la salud; la fracasada y corrupta política agrícola que necesita derroteros recuperadores. Los desplazados claman por respuestas con dignidad: y todos sabemos que sin inversión social, no habrá paz.

Acepté la postulación porque creo en el programa de Gobierno de Germán Vargas Lleras, en su alto contenido social, y en la seguridad ciudadana integral, no a medias. Yo también estoy convencido de que “todo puede ser mejor”

.VBM: ¿Cuál es su mayor crítica a las políticas oficiales?

Con Luis Carlos Galán quien asistió al lanzamiento de uno de sus libros.

Con Luis Carlos Galán quien asistió al lanzamiento de uno de sus libros.

GCC: Es sencillo responderle: que no hagan inversión social, que sólo haya plata para hacer la guerra. Se le escatiman presupuestos a la salud, a los desplazados, a los más pobres, a las madres abandonadas y sin trabajo, a los planes para mejorar la calidad de vida de las familias y de los jóvenes que, sin respuestas, tienen una realidad de violencia como es violenta su suerte. Se dilapidan miles de millones para alimentar la corrupción, la politiquería, el enriquecimiento lícito e ilícito de los amigos, o para otorgar auxilios agrícolas a los más ricos entre los ricos, mientras le niegan recursos y créditos a los agricultores más necesitados, pero humildes.

Hay una terrible crisis moral; tanta vagabundería ha hecho que millones de colombianos, con razón, no crean en muchos congresistas, políticos, gobernadores, alcaldes, y en toda una gama de funcionarios públicos corruptos, indolentes e irresponsables.

Este triste panorama puede terminar si los ciudadanos votan y eligen bien. Mire, aunque mucha gente piensa que no hay por quién votar, hay conmigo muchos candidatos serios, responsables y honestos que tienen las manos limpias, y vale la pena respaldarnos. Si los colombianos no eligen bien, seguimos inevitablemente hacia el abismo.

Las dimensiones de la corrupción en el Congreso y en otras esferas, como la de la justicia, son escandalosas. Algunos jueces colombianos ‘premian’ a los transgresores haciéndole ‘propaganda’ a la impunidad y por tanto al crecimiento de los comportamientos antisociales.

Una de las causas de la deshonestidad es la pasividad de quienes toleran y no denuncian a quienes se apartan de los patrones éticos y morales, en perjuicio de las gentes de bien. La acción más importante contra los malos ciudadanos, los avivatos, los deshonestos o los delincuentes, es la denuncia. Con ella, aunque sea se logra una sanción moral, o una censura social, que ya es algo. Y la otra es la de quienes votan en elecciones sin preocuparse si por quiénes eligen, son personas de bien, o no. Mire: es tan triste lo que pasa hoy, que hasta hay congresistas condenados hasta por masacres y asesinatos. Dígame, ¿en cuantos países del mundo sucede esto?

Los escándalos de las licitaciones manejadas por funcionarios ladrones, y a veces apadrinadas por congresistas, ha llegado a tal punto, que los mismos empresarios desempeñan ahora un papel fundamental en la lucha contra la corrupción, con estrategias que ayudan a prevenir, combatir y desmontar la cultura de la corrupción.

En las manos de quienes votan está el poder de derrotar a quienes abusan de los privilegios que les da ser congresistas. De evitar que los corruptos sigan o lleguen al poder, de que se deterioren más las normas de convivencia y justicia que generan impunemente los abusos e infracciones sociales. De lo contrario, habrá legisladores que seguirán obrando mal, una y otra vez .

VBM: ¿Y acaso Usted cree que va a cambiar al país?

GCC: Claro que no podré cambiar al país, pero lo que sí puedo es influir para que mejore algo en lo social. Mi único compromiso es con mi patria, la de mis hijos, de mis nietos y de mis sobrinos, la de millones de niños y jóvenes ignorados, que no son el futuro sino el presente de Colombia.

VBM: ¿Y qué hay con los jóvenes?

Con Carlos Muñoz y el profesor Manuel Elkin Patarroyo.

Con Carlos Muñoz y el profesor Manuel Elkin Patarroyo.

GCC: En el tema de la juventud hay varias cosas por considerar, y la primera es que los congresistas legislan con mentalidad de adultos, para un país de jóvenes, sin saber cómo piensan y viven ellos o cuál es su realidad, o cuáles sus problemas, expectativas, prioridades o sueños. Ignoran su capacidad potencial (desperdiciada) para el desarrollo y el progreso de Colombia. Hoy los jóvenes tienen sus propias alternativas, muchas nacidas en el ciberespacio… Y ellos no toleran los discursos mentirosos repetidos por algunos políticos

Los jóvenes sienten en carne propia el drama del desempleo creciente, y ello les ha hecho creer, con razón, que los congresistas y los gobiernos no estén de su parte. Y que ni siquiera conocen su drama, que ignoran sus expectativas, necesidades y problemas, y que hacen más dramática la vida de sus padres, de sus familias marginadas, sumidas en la pobreza y abocadas en muchos casos a delinquir para poder sobrevivir. Me parece un tremendo error arriesgar la vida de los jóvenes por unos miserables pesos, convirtiéndolos en ‘soplones’. Eso es educarlos para el odio social, para la guerra en las ciudades, poniéndolos a suplir los de cuerpos de seguridad por la incapacidad de un Estado ineficiente e incapaz de combatir a los delincuentes y los violentos. Eso es formarlos para la muerte y no para la vida: esa convocatoria merece el rechazo de la sociedad civil.

Conozco bien su drama, porque tengo un hijo y una hija jóvenes, que son mis amigos y a quienes he seguido su vida, sus angustias y problemas causados por un Estado indolente, para el que los jóvenes parecieran no existir. Ellos no son (como dicen los políticos) el futuro de Colombia, sino su más doloroso presente.

En lo único que tienen fe los jóvenes es en el ciberespacio, porque no confían en los congresistas, ni en los gobernantes, ni en el fracasado viceministerio de la Juventud, ni en nada, porque los abandonaron a su suerte; porque han hecho pensar a millones de ellos que no habrá futuro.

De izquierda a derecha: José Fernando Castro Caycedo, Germán Vargas Lleras, Gustavo Castro Caycedo, Enrique Vargas Lleras, Consuelo Castro Caycedo y Germán Castro Caycedo.

De izquierda a derecha: José Fernando Castro Caycedo, Germán Vargas Lleras, Gustavo Castro Caycedo, Enrique Vargas Lleras, Consuelo Castro Caycedo y Germán Castro Caycedo.

Para el Estado, los jóvenes son buenos sólo para ponerle el pecho a las balas, como soldados o policías, y ahora, para que arriesguen su vida ‘graduándolos’ de ‘sapos’, sin que importe el grave peligro que eso representa para sus vidas. Quieren cambiarles una educación en valores por otra para la violencia y el odio, por la guerra urbana, a cambio de unos miserables pesos, despropósito que debemos repudiar los colombianos.

VBM: ¿Y cuál es su programa?

GCC: No habría tiempo para exponerle un plan minucioso, sino mi pensamiento general; puedo decirle bajo la gravedad del juramento que haré lo que esté a mi alcance para cumplir eficientemente. Como periodista aprendí y he practicado siempre la responsabilidad social, y a estar del lado de los ciudadanos. Por eso no prometo nada distinto a legislar con conciencia sobre temas de los que me he ocupado siempre: defender la vida y los derechos de los niños y los jóvenes, que no son (como dicen), «el futuro de la patria”, sino su más dramático presente.

Voy a trabajar por unas políticas de salud justas y eficaces, y no para defender los intereses de quienes explotan este medio, de manera mercantilista; y sobre todo, repito, combatir a algunas indolentes instituciones de salud que parecieran pregonar “sálvese quien pueda”; que hasta practican «el paseo de la muerte», encubiertas por entidades tan deshumanizadas y cómplices como la Superintendencia Nacional de Salud. Y también combatir y buscar que se sancione ejemplarmente a los funcionarios que maltratan, irrespetan y dañan a los consumidores, con la complicidad de otras instituciones alcahuetas, como la, hoy nula, Superintendencia de Servicios Públicos.

Y a los cobardes que irrespetan los derechos de los ancianos; a quienes se roban los recursos del Estado para la salud, causando impunemente la muerte de muchos colombianos.

Gustavo Castro Caycedo es vehemente en su discurso. Y volviendo al tema de los pensionados, dice: “Conozco bien los problemas de los pensionados, soy testigo de cómo los irrespetan y humillan en infames colas; mire, nadie podría hacer tanto en el Senado por su causa, como otro pensionado: yo soy uno de ellos”

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