Álvaro Gómez Hurtado 19 años de un crimen de lesa humanidad,

Por: Hugo Artunduaga Salas

 

Álvaro Gómez Hurtado

Álvaro Gómez Hurtado

Álvaro Gómez marcó un hito en la vida del siglo XX para Colombia.  Un hombre que nació y se formó para ejercer, con su pensamiento, con su accionar, pragmatismo y conocimiento aunado a su inquebrantable filosofía CONSERVADORA, heredada de Laureano Gómez, padre y mentor, y enriquecida con el estudio de la problemática nacional y las soluciones posibles, con el antecedente de ser él nuestro, un país en desarrollo.

 

Por ello el acervo de que el conservatismo es una actitud ante la propia vida y ante la sociedad en la que se halla inscrita.  Busca la claridad de los fines, la lógica interna de los procesos, la confiabilidad de la bondad de los propósitos, la serenidad, la fortaleza, la prudencia, la templanza, el orden.  Todo ello enmarcado dentro de una moral conocida y sentida, apoyada en valores que tienen vigencia trascendente.

 

De Álvaro Gómez, se podrá decir sin temor a equívocos, que era un humanista integral. Conocedor del mundo, con la suficiente capacidad para encasillar los temas palpitantes de Europa, Asia y América, con nuestra idiosincrasia.

 

Las facetas de este gran pensador eran múltiples:  con facilidad indescriptible ejercía el periodismo.  Es difícil encontrar una comunión de actividades más repetida en Colombia que la de políticos y periodistas, como tal, sin considerar su perfil de editorialista; era dueño de una variedad amplia de distinciones por sus habilidades entorno a las noticias.  Diagramador, titulador, caricaturista y redactor cuando las circunstancias lo requiriera.  Con sabiduría, definía, sobre el ejercicio y calidad del periodista:   “El periodista ideal nunca debe existir, porque en ese momento se nos agota la profesiónDebe mantenerse como un prototipo, apetecible, pero inalcanzable”. Uno de los mayores aportes de Gómez al periodismo colombiano, lo constituye, la cuota alta de profesionales que formó.

 

Tertulias y periodismo

En las tertulias que se hacían en “La Capuchina”, con Gregorio Espinosa “Goyo”, Arturo Abella, Julio Abril, Gabrielito Cabrera y Gabriel Ortiz entre otros, eran lecciones del buen aprender.   En una de éstas se le preguntó qué  ¿cómo le gustaría ver a Colombia? y de inmediato respondió: “La Colombia que me gustaría, no debería ser parecida a otro país, sino parecida a sí misma, en todo lo bueno que tiene y que tuvo, pero naturalmente mejor, más prospera, más segura de sí misma.  Me gustaría verla andando”.  ¿Cómo la vislumbrará hoy, desde el más allá? Y quienes decimos ser receptores y alumnos de su legado, ¿qué hemos hecho para tener la Colombia que él soñaba?  ¿Dónde está el partido proponiendo alternativas para salir del marasmo en que nos encontramos?. ¿Qué paso con la vocación de poder? Nos resignamos solo a observar y no a ser protagonistas del acontecer diario para el mejor vivir de nuestros compatriotas. Nos da pereza pensar y miedo de opinar.  Despertemos!!!

Álvaro Gómez ejerció el periodismo en los momentos más difíciles y aciagos del siglo pasado.  Siempre erguido, con altivez, sin claudicar a pesar de los costos tan elevados, como la censura, el exilio y hasta con su propia vida, en un día aciago de 1.995 (noviembre 2).

Álvaro Gómez, el político, fue sin duda uno de los protagonistas más sobresalientes que hemos tenido. Cuando se le preguntaba ¿cuándo supo que su destino era ser político? Respondía: “Nací en el ambiente político y ocupé un puesto puramente funcional: ayudaba. Me quede ahí”. El liderazgo que ostentó no tiene parangón, hoy, muchos lo añoramos, y la mayoría del pueblo reclama su presencia y repudia el crimen. En estos casi cuatro lustros de su ausencia nadie ha tratado siquiera de imitarlo, porque la premisa fundamental de Álvaro Gómez estaba enmarcada en tres aspectos: ser realista, creer en cosas y actuar con ganas.  De ahí que siempre destaquemos de Álvaro Gómez sus frases irrefutables: “En Colombia hay mucho conservatismo, pero poco partido”“Todo en la vida hay que hacerlo con ganas y la política con mucha más entereza y garra”. “El talante debe marcar la tarea del hombre”. “Para que Colombia prospere hay que hacer un acuerdo sobre lo fundamental”.

Sobre las mujeres colombianas

 

Para Álvaro Gómez, Margarita, su esposa fue el faro que lo iluminó en los momentos más difíciles, fue el amor de su vida, fue siempre un lucero, por ello repetía en variadas ocasiones: “Nuestras mujeres son maravillosamente confiables” y señalaba con un calificativo que el mismo pensaba que si sería o no halagador, “La mujer colombiana es sólida”.  Quería decir, con esto que siendo inteligente, sutil, versátil, hacendosa, lo que importa en el mundo de la vida civil es que es maravillosamente confiable.  La mujer ha incrementado notablemente la fuerza de trabajo, sin provocar resistencia alguna.  Y eso, de suyo, es ya una conquista. Cuando se le preguntaba ¿cuál fue el recurso triunfador para conquistarla?, decía: “Yo creo que el hábito de conversar, fue lo fundamental.  Con Margarita conversábamos en toda ocasión, ya fuera en inglés, en alemán, en francés o en español (aquí se destaca el talante y compenetración de la pareja), y siempre, cuando Margarita habla, tiene algún propósito”. Me da la impresión de que cree estar cumpliendo una labor.  Unas veces para tranquilizar, otras para dar apoyo, y por eso sus opiniones son inocuas.  Hay que encontrarle sentido.  Tiene una virtud dominante, y es la serenidad, aun en los momentos más tensos.  Además con el tono de su voz situada a un nivel de decibeles, resulta apaciguante”.

 Álvaro Gómez, destaca de sus hermanos: Cecilia (la mayor), la sensibilidad y el carácter.  De Rafael, prematuramente desaparecido en un accidente aéreo, su alegría y de Enrique su brillantez e inteligencia.  Como ser humano en su comportamiento era sin esguinces, daba amistad con entrega, sin protagonismos, respetuoso de los demás, así la forma de pensar no coincidiera con las propias. Fue para la juventud un ejemplo de vida, fue maestro sin ostentación. Por esta y muchas más condiciones era un ser respetable y digno de imitar.

Colombia, sabe bien que este varón excepcional, pasa de la lucha a la gloria, por su talante firme y su talento singular.

Nuevamente pedimos a nuestro Dios, en esta fecha luctuosa que nos guie para tomar la vía del bien hacer, como legado póstumo, pero perenne del gran hombre sacrificado innecesaria e impunemente.

 

Álvaro Gómez: vivió para las ideas y murió por las ideas.

 

HUGO ARTUNDUAGA SALAS

Noviembre de 2.014

Sobre Hugo Artunduaga

A esta edad no hay hoja de vida, solo queda un recordatorio.

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