“¡Socorro doctor Russi que me matan unos ladrones!”

“¡Socorro doctor Russi que me matan unos ladrones!” “Socorro me matan el doctor Russi y unos ladrones”, una de estas dos frases escuchó, a grito entero, en la madrugada del 25 de abril de  1851. ¿Cuál fue la verdadera?, eso jamás se sabrá. Lo cierto es que a oídos de la justicia primó la segunda, pues los vecinos, testigos del llamado de auxilio, dijeron haber escuchado una y otra, y el doctor Russi  fue condenado a muerte. Nunca se supo si el afamado abogado Raimundo Russi, fue en verdad un jefe de ladrones o si todo fue una conspiración política, apoyada por la prensa conservadora de la dura oposición de entonces, para vendarse de uno de los mejores aliados que en su elección tuvo el presidente liberal José Hilario López. El autor del grito y la víctima fue el ciudadano santafereño Manuel Ferro.  A Russi, el Presidente López se negó a conmutarle la pena, cosa que hubiera podido hacer por las facultades de que estaba revestido.

El 16 de marzo de 1871, se dio el Grito del Socorro que originó la insurrección general de Los Comuneros. La protagonista fue Manuela  Beltrán una campesina que arrancó con furia  los afiches en que el gobierno regidor del Rey de España subía los impuestos. Ante la revuelta, que por demás era incontenible, el Cabildo de la ciudad suspendió el cobro y envío un mensajero a Santafé de Bogotá para dar cuenta de lo sucedido. El desenlace  como todos los sabemos fue la muerte de José Antonio Galán.

“El Mono de la Pila” fue un monumento que, en 1583, la  Real Audiencia erigió en la Plaza de Bolívar, según dicen quienes saben en el mismo sitio donde está la estatua del Libertador. Se hizo porque los pobladores de la ciudad se quejaban de lo lejos que estaban los ríos San Francisco y Manzanares  a donde debían ir a traer agua para sus casas. En esos ríos  muchos se bañaban y lavaban las ropas. Con la ubicación de la pila en la plaza se hizo más fácil la consecución del agua para  el consumo humano. “Vaya a quejarse a la pila del mono” fue un dicho que surgió en esa época; con él  se daba por zanjada cualquier discusión. Surgió porque los  muchachos, a quienes  sus mamas enviaban por agua, se quejaban del peso del líquido y de la distancia  que debían recorrer entre la pila y sus casas.

El primer acueducto de Bogotá se llamó el de Las Tres B: burro, bobo y botija, y sin lugar a dudas es el que más ha durado en la ciudad pues estuvo desde la época de la Colonia hasta los años 80 de del siglo XIX.

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